Cuando gracias a la lucha de los y las trabajadoras se instauró la jornada de ocho horas como un derecho, fue porque se hicieron respetar. Cuando las mujeres trabajadoras consiguieron la igualdad salarial, fue porque se hicieron respetar. Cuando se prohibió internacionalmente el trabajo infantil, fue porque hubo quienes se hicieron respetar y protegieron con ese respeto a los y las más vulnerables. Cuando, en Perú, logramos derogar la Ley Pulpín, lo hicimos porque nos hicimos respetar e hicimos valer todos nuestros derechos conseguidos históricamente por la lucha de nuestras madres y nuestros abuelos. La lucha por derechos ha sido siempre una lucha con una base concreta: la de hacernos respetar como iguales.
Por eso tenía razón Marx cuando apuntaba al respeto que el obrero exigía como un igual en cualquier sociedad. Pero hay quien cree que en esta frase existe una claudicación o incluso una contradicción entre el respeto y el pan. Todo lo contrario. Hay un planteamiento real sobre la causa-consecuencia que existe entre el respeto a la clase trabajadora y las condiciones materiales que ese respeto supone. No existe pan sin respeto. No existen salarios dignos sin respeto. No existe pago de horas extras sin respeto. No existen pensiones dignas sin respeto. Es una señal democrática de cualquier país cuánto respeta a su clase trabajadora. No existe democracia sin trabajadores y trabajadoras con condiciones dignas y seguras.
Este primero de mayo que vivimos en dictadura en Perú conviene recordar precisamente esto. Históricamente, la clase trabajadora se ha abierto paso y conseguido derechos frente a la resistencia del gran capital. Hoy, ese mismo capital y sus defensores acérrimos son quienes se oponen a la lucha por democracia del Perú movilizado. Ese mismo capital que dice que es el día del “trabajo” y no del “trabajador” para quitar la política de la lucha. Ese mismo capital que te quita el nombre “trabajador” para volverte “colaborador” y así, nuevamente, suprimirte derechos y agencia política. Ese mismo capital que niega la lucha de clases para beneficiar a su clase precisamente. Siempre hay una reacción férrea frente a las olas democratizadoras que impulsa el pueblo.
Hoy, la clase trabajadora que es mucho más amplia por las particularidades del trabajo de nuestros tiempos, y que incluye a ese sujeto político peruano movilizado por la democracia peruana, coge la herencia de lucha y hace lo propio. No hay democracia posible sin derechos de los trabajadores y trabajadoras. No hay democracia sin igualdad de todos y todas las ciudadanas. Ninguna dictadura garantizará nunca el respeto ni el pan de los y las ciudadanas.
La lucha por la democracia en Perú es una lucha de la clase trabajadora que se alía con todos y todas aquellas que no hacen otra cosa que exigir RESPETO. El derecho a votar y que se respete ese voto, el derecho a presentarse a elecciones y se respeten los resultados, el derecho a protestar y que se respete el derecho a la manifestación, el derecho a expresar una opinión y que se respete en lugar de terruquear a quien la enuncia, el derecho a escribir una Constitución entre todos y todas por igual sin ser calificados de “fetichistas” o “ignorantes”. En suma, el derecho a hacer política y el respeto irrestricto de ese DERECHO.
Este primero de mayo la lucha de la clase trabajadora peruana es sobre todo una lucha por democracia. La democracia de los más en lugar de la democracia falsa de los menos. La democracia de la clase trabajadora versus la falsa democracia de las élites. Y por eso ha de ser una jornada de lucha y de memoria que le recuerde una vez más a esta dictadura que tiene los días contados. Porque frente a su coalición de poderes hay un Perú movilizado unido con conciencia y con solidaridad de clase. Que nunca se nos olvide que luchamos por derechos y democracia. Que ese Perú que no deja de manifestarse desde diciembre está haciendo que por fin la palabra ‘democracia’ no sea una fachada y patrimonio del poder, sino una palabra de todos y todas.
La historia nos demuestra que la lucha da victorias. Estamos hoy, nuevamente, escribiendo la historia. La mejor historia.
¡Que viva la lucha de los y las trabajadoras!
Foto: Las mujeres hemos sido protagonistas de las luchas por derechos siempre aunque a veces a cierta a historia “se le olvide” mencionarnos. La sindicalista Rose Zehner durante las huelgas en Citroën (Paris, 1938).