El aceleracionismo efectivo, movimiento de moda Silicon Valley, considera que la innovación tecnológica sin regulación o restricciones es la solución a todos los problemas del mundo actual
En el breve lapso entre una calada y otra, todo fumador ha experimentado alguna vez una fe ciega en el progreso. “¿Y si para dentro de diez años ya han inventado una cura contra el cáncer?”, se pregunta, fantaseando con un futuro en el que 50 cigarrillos entren como aire de montaña en los pulmones. Esta invocación al poder divino de la ciencia comparte espíritu con el aceleracionismo efectivo, un movimiento de moda en Silicon Valley que defiende el progreso tecnológico sin restricciones como solución a la pobreza, la guerra o el cambio climático; en resumen: a todos los grandes problemas que acechan al planeta.
A principios de diciembre de año pasado, el diario The New York Times se infiltró en una fiesta llamada Keep AI Open (mantengan abierta la IA en inglés), a la que acudieron cientos de jóvenes desarrolladores de San Francisco, en lo que fue una especie de presentación en sociedad del aceleracionismo efectivo. En las paredes colgaban carteles con lemas como “acelerar o morir”, y se distribuían folletos promocionales proclamando: “El mensajero de los dioses está a su disposición”. Según el artículo, muchos de los asistentes ya se conocían de interacciones previas en redes sociales, chats grupales y raves organizadas en el área de la Bahía.
A este grupo de personas les une una fe ciega en el poder de la innovación tecnológica, y un desprecio hacia los decels y doomers (aquellos que auguran un inminente colapso del planeta), y las personas que se preocupan por la seguridad de la Inteligencia Artificial (IA y defiende sus regulación. El aceleracionismo efectivo, en cambio, aboga por un desarrollo tecnológico desregulado y sus partidarios creen en la necesidad de permitir que las tecnologías emergentes progresen lo más rápido posible, sin obstáculos que frenen la innovación. Dan especial importancia a la inteligencia artificial y consideran su camino hacia lo que llaman Singularidad —un punto donde la IA superará ampliamente la inteligencia humana— como un destino inevitable.
Figuras prominentes (y polémicas) de Silicon Valley, como Marc Andreessen, cofundador del primer navegador web, y Garry Tan, presidente de Y Combinator, la factoría de startups de éxito más influyente, han incrementado recientemente la notoriedad de esta corriente, brindándole un respaldo directo. Andreessen, fundador de Netscape y considerado un gurú de la inversión tecnológica, publicó en octubre un “manifiesto tecno-optimista”. Este documento, con un estilo reminiscente de los textos bíblicos, desafía las narrativas negativas comúnmente asociadas al desarrollo tecnológico, como los mitos de Prometeo, Frankenstein, Oppenheimer y Terminator, y aboga por un rechazo al pesimismo tecnológico. “Estoy aquí para compartir las buenas nuevas”, declara el manifiesto. “Podemos avanzar hacia una forma de vivir y de ser muy superior. Tenemos las herramientas, los sistemas, las ideas. Tenemos la voluntad. Es hora, una vez más, de izar la bandera tecnológica. Es hora de ser tecnooptimistas”, sigue el texto.
Jorge Barrero, director general de Cotec, una organización dedicada al análisis y la promoción de la innovación, es crítico con esta visión: “Me parece una frivolidad de chavales jóvenes con pasta”, afirma en conversación con EL PAÍS. “No detecto una reflexión filosófica profunda detrás de este discurso. Lo que sí observo es un paralelismo con las religiones monoteístas tradicionales, donde la figura del mesías o salvador es central”. Barrero apunta que muchos partidarios del aceleracionismo efectivo, involucrados directamente en el desarrollo de la IA, podrían estar sesgados por su cercanía e interés en los progresos de esta tecnología. “A pesar de que la inteligencia artificial todavía no ha alcanzado un nivel general [capaz de realizar cualquier tarea intelectual humana], ya muestra su capacidad para sorprender a sus creadores con resultados y comportamientos inesperados”, sostiene.
La periodista especializada en tecnología e investigadora Marta Peirano coincide en criticar las bases de este movimiento: “Es una ideología sectaria, colonialista, racista y profundamente oportunista basada en premisas falsas y defendida por individuos que piensan, como dice Peter Thiel, que la libertad y la democracia no son compatibles. Entendiendo por libertad el derecho a consumir una cantidad desorbitada de recursos para acumular una cantidad desorbitada de capital a costa del futuro de todos los demás”.
Para la autora de Contra el futuro (Debate, 2022), esta ideología se equivoca al asumir que la tecnología conduce inevitablemente a la prosperidad. “El progreso tecnológico sin democracia ha existido durante la mayor parte de la historia y produce enfermedad y corrupción”. Como ejemplo, menciona la Revolución Industrial, un periodo de significativo avance tecnológico y económico que inicialmente no mejoró las condiciones de vida generales. “Habría producido una nueva Edad Media sin las leyes de sanidad y educación públicas que llevaron agua corriente y educación a las casas, la proliferación de instituciones académicas y bibliotecas y los movimientos obreros que mejoraron las condiciones laborales, los salarios y la protección social”, señala.
Dos corrientes contrapuestas
En gran medida, el aceleracionismo efectivo surge como respuesta al altruismo efectivo, una filosofía y movimiento social que busca maximizar la efectividad de las acciones benéficas, utilizando métodos basados en evidencia y razonamiento crítico para determinar las formas más eficientes de ayudar a otros. Los seguidores de esta doctrina investigan cómo ganar la mayor cantidad de dinero posible y donarlo a las causas que salven más vidas o reduzcan más sufrimiento por cada dólar invertido. Sin embargo, en años recientes, han mostrado preocupación por la seguridad de la inteligencia artificial, bajo la idea de que una IA poderosa podría destruir a la humanidad si no se regula adecuadamente. La confrontación entre los defensores del aceleracionismo efectivo y los altruistas representa uno de los numerosos cismas que surgen actualmente en la escena de la IA en San Francisco.
El aceleracionismo efectivo está directamente enraizado en las tesis del filósofo británico Nick Land, quien propuso acelerar los procesos tecnológicos y sociales para inducir cambios radicales en la sociedad y la economía. Land, de gran influencia en los noventa, consideraba al capitalismo como una fuerza autónoma reconfigurante de la sociedad, y sugería intensificar sus efectos para provocar un colapso que pudiera superar al propio capitalismo. Su interés también se centraba en cómo la tecnología podría llevar a la humanidad hacia una era post-humana. Convertido en un referente para la derecha neorreaccionaria norteamericana, Land redactó en 2013 La Ilustración Oscura, donde sostiene que los aceleracionistas deberían apoyar figuras como Donald Trump para hacer estallar el orden actual lo más rápido posible.
Peirano cuestiona si la implementación de esta ideología realmente conducirá al cambio estructural en la sociedad que sus seguidores proclaman. “Basta con ver quién lo propone y qué tendencias propone acelerar para darse cuenta de que el cambio al que aspira no es el fin del capitalismo, sino el fin de la democracia”. Según la experta, otro riesgo significativo de este pensamiento es la posible destrucción del único hábitat que asegura nuestra supervivencia: la Tierra. “Es un hecho científico que la explotación indiscriminada de recursos tiene consecuencias devastadoras para millones de personas. Cualquier ideología que proponga acelerar esa explotación bajo la posibilidad de un salto evolutivo debe ofrecer más garantías o al menos más evidencia científica que el hecho indiscutible de que hacerlo beneficiará económicamente a sus predicadores”, añade.
Esta discusión surge poco después de la aprobación en diciembre de la primera ley mundial de inteligencia artificial por la Unión Europea. Aunque el texto oficial del acuerdo aún no se ha publicado, se conocen sus puntos clave. En primer lugar, se garantiza la prohibición de cámaras de reconocimiento facial con IA capaces de identificar personas. Además, se exigirán criterios de transparencia a modelos fundamentales como ChatGPT, que anteriormente no se requerían. También se clasificarán las IA en categorías según su nivel de riesgo, desde un riesgo inaceptable que implicará su prohibición, como el reconocimiento de emociones en entornos educativos y laborales, hasta un riesgo aceptable, ejemplificado por filtradores de spam o sistemas de recomendación de contenido como los de Netflix.
A pesar de algunas críticas que sugieren que Europa quedará rezagada en el desarrollo de la inteligencia artificial debido a la nueva y pionera ley, Barrero, el director general de Cotec, respalda firmemente la regulación de esta tecnología. “Europa cuando defiende esto no solo está defendiendo una economía, también una forma de vida. ¿Qué carrera vamos a perder? La del descontrol, el autoritarismo y la desigualdad. Si hay que sacrificar tres unicornios [una star-up con una valoración de más de mil millones de dólares], me parece que es un precio razonable a pagar”, defiende.
Barrero confía en la capacidad humana para evitar peligros tecnológicos, y pone como ejemplo la predicción fallida de John Von Neumann, uno de los matemáticos más brillantes del siglo XX. “Él predijo que el ser humano no sobreviviría en un escenario de destrucción mutua asegurada, como el de las bombas atómicas. Sin embargo, han pasado casi 80 años desde entonces y seguimos aquí”.