Luiz Inácio Lula da Silva, de 78 años, ha convertido el meñique izquierdo, que perdió en un accidente laboral cuando era metalúrgico, en una seña de identidad. Para muchos brasileños es un recordatorio cotidiano de que su presidente, antes de gobernar desde un palacio, fue obrero y líder sindical. Lula está convencido de que la industria debe ser tan central a la economía de Brasil como lo ha sido en su vida y su carrera profesional. El Gobierno que encabeza ha presentado este lunes un plan de impulso de la industria para la próxima década que incluye 60.000 millones en créditos blandos, subsidios y subvenciones para reactivar la economía. “Ahora somos la novena economía del mundo, pero no porque creció mucho, sino porque otros cayeron. No es para estar orgulloso”, ha advertido durante la presentación en el palacio de Planalto, en Brasilia.