La inmigración se ha convertido en un debate candente en buena parte del mundo, en particular, en un año electoral para muchos países. La economía se ha convertido en uno de los pilares de esta discusión con diversos expertos en EEUU asegurando que estos son el factor decisivo para entender el ‘aterrizaje suave’ y la lucha contra la inflación. Sin embargo, en su vecino del norte, históricamente pro-inmigración ha dado un giro contra este fenómeno y se ha encomendado a reducirla a pasos acelerados para aliviar el gran problema que llevan tiempo aquejando a su economía, aunque los analistas no tienen claro que el precio a pagar compense la decisión.
Canadá pondrá un límite al número de residentes por primera vez en toda su historia y este se pondrá en marcha durante los próximos tres años. De este modo, el gobierno de Justin Trudeau espera reducir la cifra del 6,2% al 5%. El propio ministro de migración de Canadá, Marc Miller, ha defendido que necesitan unas llegadas “sostenibles” después de que en 2024 vaya a haber unos 2,5 de millones de residentes ‘temporales’ frente a los casi un millón que hubo en 2021.
“Necesitamos trabajadores extranjeros para cubrir la escasez de mano de obra, pero debemos ser claros y tener una conversación honesta sobre lo que significa el aumento de la migración para Canadá mientras planteamos el futuro”, sentenció el político. Esta medida viene después de que ya se hayan tomado otras en este línea como reducir los permisos un 35%. El principal motivo por el que se querría reducir el número de inmigrantes que llegan al país es como mecanismo frente a los mayores precios de la vivienda, una situación que desde Ottawa quieren resolver de forma rápida.
Desde el propio Banco Central de Canadá explicaron en su informe de diciembre de 2023, que “el aumento de inmigración aumentó el consumo pero, debido a los desafíos existentes en la oferta de vivienda, el crecimiento demográfico ha aumentado la presión sobre los precios”. La institución matiza que “la inmigración es una de las mayores fortalezas de Canadá y desempeña un papel clave, pero ha habido contratiempos”. Además, la institución reconoce que “las llegadas han cambiado en los últimos años con un aumento sustancial de los residentes no permanentes”.
En ese sentido a pesar de que “en términos demográficos a Canadá le está yendo mejor gracias a la inmigración y nos han ayudado a aliviar el tenso mercado laboral”, la realidad es que “poco después de que comenzase a aumentar desde 2015, la tasa de desocupación comenzó a caer y la construcción no ha ido a la par del crecimiento demográfico”. La tasa de desocupación se sitúa ya en un mínimo histórico del 1,5% frente al 3,5% de hace una década. “Cuando en 2022 la llegada de inmigrantes anunció drásticamente esa caída constante se convirtió en un precipicio, ahora estamos en un mínimo histórico”.
Este es el motivo por el que Canadá quiere limitar este ‘abismo’ y limitar así los problemas de vivienda en el país. El valor de la viviendas se ha duplicado desde 2011 con el precio promedio situándose en los 686.000 dólares canadienses (467.000 euros) frente a los 450.000 de 2019 (306.000 euros). Por su parte los alquileres han vivido también un repunte histórico con un precio medio de 2.193 dólares canadienses (1.492 euros). Solo respecto al año pasado esto supone un incremento del 12,9% y un 20% respecto a las cifras de enero de 2020, cuando el covid no había aparecido.
Además esa baja tasa de desocupación, según el Banco Central está siendo un factor clave que aviva la inflación y que impide la llegada a sus objetivo. “Los desequilibrios inmobiliarios que estamos viendo tienen graves consecuencias para la inflación“. El banco central señala que la vivienda supone el 25% de la cesta del IPC y que la subida de la misma aportó 1,8 puntos porcentuales a la lectura total. A parte de los precios de las casas persé, “la mayoría de los recién llegados opta por alquileres, lo que aumenta la demanda de viviendas y genera presiones a corto plazo”.
El banco central no pide necesariamente detener la llegada de inmigrantes para solucionar este problema, de hecho señala que “las investigaciones dejan claro que estas presiones deberían disiparse rápido si hubiera un mercado flexible y bien abastecido” pero lamentan que este no sea el caso. El motivo por el que no se puede compensar desde el lado de la oferta es por “escasez de trabajadores en la construcción, largos procesos de obtención de permisos y restricciones políticas”. Muchas construcciones están limitadas en determinadas ciudades donde se genera más empleo y demanda por leyes locales.
Por su parte, el Gobierno ha implementado otras medidas para detener este ‘oleada’ de precios, mirando precisamente al exterior. Desde 2023 el gobierno lanzó una prohibición total de compras de vivienda para cualquier persona que no fuera un ciudadano canadiense. La medida, que entró en vigor en enero desde año, lleva en marcha desde entonces y este mes de febrero se firmó su extensión hasta 2027. Dentro de esta norma si se permite tanto a residentes permanentes como a estudiantes internacionales y a refugiados compras vivienda. Sin embargo, cualquier ‘residente temporal’ que compra un activo de este tipo se verá obligado a venderlo y asumir una multa de 10.000 dólares.
“Las viviendas son para que los canadienses vivan en ellas y no deben ser utilizadas como una clase de activo financiero por parte de los extranjeros. Estamos poniendo en marcha todas las herramientas posibles para que la vivienda sea más asequible en todo el país, incluida la ampliación de la prohibición de la propiedad extranjera de viviendas en Canadá”, anunció la ministra de Finanzas, Chrystia Freeland.