La Unión Europea vuelve una y otra vez a la casilla de salida prácticamente en el tema de la migración, y el asunto volverá a ser clave en la cumbre de líderes de los 27 que se celebra este jueves en Bruselas, junto con, por supuesto, la situación actual en Oriente Medio. Por lo pronto, los jefes de Estado y de Gobierno debatirán “el fondo” de todas las cuestiones, con Ucrania también en un segundo plano, después de dos encuentros de pocos avances. Se trata, además, de la última cumbre prevista antes de que, si todo va bien, empiece a funcionar en diciembre la próxima Comisión Europea.
De hecho, la presidenta Ursula von der Leyen ha sido la que ha abierto la veda en lo que se refiere a la situación de la migración. Y es que en una carta enviada a los países propone buscar “soluciones imaginativas” para la gestión de la crisis, incluida la construcción de centros de detención de migrantes fuera de la UE, replicando el modelo que ha pactado Italia con Albania y que ya está en funcionamiento con la llegada estos días del primer barco. Así, Von der Leyen acepta de buen grado el ‘modelo Meloni’, que también defienden entre otros Viktor Orbán o partidos como Vox desde hace tiempo.
Esa línea sigue el camino marcado ya por catorce Estados miembros, entre los que están Francia y Alemania, pero no España, que piden planes concretos para “acelerar las expulsiones”. En palabras de Orbán la pasada semana en el Parlamento Europeo, “la única inmigración que no se queda es la que no entra”. Ahora, la práctica es mucho más compleja y la Comisión Europea matiza que no sería una vía inmediata, porque la legislación actual no lo permite. “Actualmente no es posible en la Unión Europea tener esa opción”, esgrimió en rueda de prensa en Bruselas la portavoz comunitaria de Interior y Migración, Anitta Hipper, antes de confirmar que para poder implantar ese tipo de centros el bloque “necesitaría antes regular la vuelta forzada de migrantes a un país que no sea el suyo de origen”.
Tal es la situación que la propia Meloni ha convocado momentos antes de la cumbre una reunión paralela a la que van a asistir los líderes de Dinamarca y Países Bajos, junto a la propia Von der Leyen, para tratar el asunto de los centros. La medida, según el Gobierno italiano, ya la aceptan un total de 15 Estados miembros.
¿Y qué dice España? El Gobierno no quiere soluciones coyunturales, y se abre a negociar las propuestas que se pongan sobre la mesa durante la cumbre, pero avisa de que la clave pasa porque entre en vigor ya el pacto común de migración y asilo, que iba a empezar a funcionar en 2026. Así lo pidió ya Pedro Sánchez y es otra de las ideas que maneja Ursula von der Leyen. “El enfoque debe ser integral”, sostienen desde el Ejecutivo español, que no quiere hablar de “vetos” en el tema migratorio. Tampoco valora aumentar el control de fronteras, algo que sí han hecho otros Estados miembros como Alemania o Suecia. Sí tienen claro en Moncloa, eso sí, que tal como recoge el acuerdo a 27, las comunicaciones con terceros países “tanto de origen como de tránsito” tienen que ser fundamentales.
Los acuerdos con terceros países han sido un pilar clave para Bruselas en los últimos tiempos, aunque algunos de ellos, como el alcanzado con Túnez (o el que se firmó con Turquía en 2015) fueron objeto de duras críticas. Pero Von der Leyen sigue en esa premisa con la idea, dice, de “ayudar a quienes buscan asilo sin tener que embarcarse en viajes peligrosos a través del Mediterráneo”. Así, esta será una prioridad para la nueva comisaria para el Mediterráneo, Dubravka Suica, durante la presente legislatura. El debate, eso sí, es quizá el más polarizante para la UE, además con una Eurocámara mucho más dividida que en otros lustros.
Oriente Medio también marcará la agenda de estos dos días, con la falta todavía de grandes consensos… que no parece que vayan a llegar a corto plazo en un escenario marcado por los ataques de Hezbolá sobre Israel y los de Tel Aviv en el Líbano, especialmente los que ha ejecutado contra los cascos azules. La denuncia internacional es total, pero no parece que abra la puerta a grandes cambios en la posición de los 27. Sí que hay un acuerdo en que tiene que haber un alto el fuego; aunque esa petición, tanto del lado de Hamás como del israelí haya quedado en saco roto.