Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura de 2010, fue elegido miembro de la Academia Francesa a finales de noviembre, a la edad de 85 años, a pesar de ser mayor de lo que permiten los reglamentos. Sin embargo, esta elección dista de ser unánime. Un grupo de académicos denunció un error, ya que el escritor peruano-español le dio su apoyo al candidato de la extrema derecha en las elecciones presidenciales chilenas.
El jueves 25 de noviembre, el escritor peruano-español Mario Vargas Llosa fue elegido miembro de la Academia Francesa en la primera ronda de votaciones. Su candidatura fue aceptada con 18 votos, frente a uno para el director Frédéric Vignale, un voto en blanco y dos nulos.
Inicialmente esta elección suscitó pocas reacciones, aunque la candidatura del Premio Nobel de 85 años fue aceptada por “los inmortales” a pesar de que los estatutos desde 2010 estipulan que hay que tener menos de 75 años para presentarse a la elección.
Apoyo al candidato de extrema derecha de Chile
Pero desde entonces, sus declaraciones sobre la elección presidencial chilena han sido inquietantes. El 3 de diciembre, durante una entrevista por videoconferencia con José Antonio Kast, el candidato de extrema derecha que se impuso en la primera vuelta de las elecciones presidenciales chilenas y que finalmente perdió el pasado 19 de diciembre, Vargas Llosa respaldó su candidatura.
“Lo que está ocurriendo en Chile es absolutamente fundamental para toda América Latina”, recalcó Mario Vargas Llosa con su interlocutor, según informa la web ‘ActuaLitté‘. “Los ojos de América Latina están puestos en Chile. No hay otra alternativa posible para ganar las elecciones”. El nuevo académico afirmó que una victoria de José Antonio Kast permitiría “recuperar el liderazgo de Chile y mostrar lo que es el centro derecha, la libertad, el apoyo a los emprendedores, la apertura a la inversión extranjera”.
En una tribuna publicada el 8 de diciembre en el diario ‘Libération‘, profesores universitarios e investigadores franceses y extranjeros señalaron este compromiso y denunciaron un “error” de la Academia Francesa. “Tal vez la Academia consideró que el escritor peruano encarnaba el ideal del escritor comprometido nacido de la Ilustración. Pero esta elección plantea graves problemas éticos”, dice el texto.
“Escribimos esta tribuna precisamente para expresar nuestro asombro ante esta elección, pensando que quizás nuestros conciudadanos no conocían algunos de los elementos ligados a América del Sur, un continente en el que somos especialistas desde nuestras distintas disciplinas”, declararon también a France 24 tres de los firmantes, el lingüista César Itier, la geógrafa Évelyne Mesclier y la antropóloga Valérie Robin Azevedo.
Los autores de esta tribuna recordaron los anteriores compromisos del escritor, especialmente con el presidente colombiano Iván Duque, con la candidata populista a las elecciones presidenciales peruanas Keiko Fujimori, hija del exdictador Alberto Fujimori, o incluso su llamado en 1995 a “enterrar el pasado” en Argentina, refiriéndose a los crímenes cometidos durante la dictadura militar.
“Anticomunismo ferviente” y “ultraliberalismo económico”
Atraído en su juventud por la revolución cubana, Mario Vargas Llosa se apartó de ella en los años 70. Luego se convirtió en uno de los críticos más fervientes de ciertos regímenes autoritarios latinoamericanos, como la Venezuela de Hugo Chávez. El escritor también hizo carrera política, presentándose a la presidencia de Perú en 1990 con una postura marcadamente derechista, planteando polémicas opiniones liberales que ofendieron a gran parte del electorado.
Recientemente surgió una polémica sobre las sospechas de evasión fiscal. Según las revelaciones de varios medios de comunicación en el asunto de los ‘Pandora Papers’, Mario Vargas Llosa fue accionista entre 2015 y 2017 de una empresa en las Islas Vírgenes Británicas, un paraíso fiscal. El escritor niega cualquier intención de evadir impuestos. Para los autores de la tribuna, el dogma del escritor se basa, pues, en el “anticomunismo ferviente” y el “ultraliberalismo económico”. “Al darle la espada, los Académicos han cometido un error, incluso una falta, que empaña la imagen de Francia en América Latina, donde las posiciones extremistas de Mario Vargas Lllosa son bien conocidas y fuertemente rechazadas”, concluyen.
En las redes sociales, sin embargo, algunos criticaron estos ataques al Premio Nobel, como el ex primer ministro francés Manuel Valls. “Así que para ser académico hay que haber sido partidario de Castro, Chávez o los herederos del Sendero Luminoso (Partido Comunista de Perú)”, escribió en un tuit. “Estos investigadores podrían comentar primero las cualidades literarias de Mario Vargas Llosa en lugar de juzgarlo de forma indigna”.
Para Jean-Jacques Kourliandsky, investigador del instituto IRIS, especialista en América Latina y España y director del Observatorio de América Latina de la Fundación Jean Jaurès, no hay que mezclar los dos ámbitos: “Personalmente, no tengo ninguna afinidad con las posiciones políticas de Vargas Llosa, pero lo considero un escritor muy valioso. Fue elegido miembro de la Academia Francesa no por sus posturas políticas, sino por sus cualidades como escritor. Sus compromisos políticos deben ser criticados en el ámbito de la política”.
Un académico que no escribe en francés
Aunque criticado por sus posturas, el autor no fue atacado por el idioma de sus escritos. Ya que incluso si Mario Vargas Llosa habla francés con fluidez, su producción literaria es solo en español.
Una especificidad para un “inmortal” que puede suscitar interrogantes, según Jean-Jacques Kourliandsky: “Este tipo de crítica es aceptable porque se refiere a la finalidad misma de su elección. La Academia Francesa se encarga de velar por la calidad de la lengua y de editar el Diccionario de la Academia Francesa”.
“Si presentó su candidatura fue porque se sentía no sólo motivado, sino también capaz de responder a lo que se espera de él en la Academia Francesa. Lo que se espera de él no son proclamaciones cada vez que hay una elección en algún lugar, sino una contribución literaria”, añade el investigador.
En 2016, se convirtió en el primer escritor de la Pléiade cuya nacionalidad no era francesa y que entró en la prestigiosa colección en vida. En ese momento, explicó su especial apego a Francia. Nacido en Arequipa, en el sur de Perú, el 28 de marzo de 1936, este hijo de la clase media se sumergió en la literatura francesa desde una edad temprana.
“Me matriculé en la Alianza Francesa al mismo tiempo que ingresaba en San Marcos (la Universidad de Lima) y al terminar el año de 1953, gracias a las lecciones de mi magnífica profesora, madame del Solar, ya podía leer en la lengua de Molière”, declaró a la revista literaria latinoamericana ‘Letras Libres’. “No leía, me devoraba los libros de la pequeña biblioteca de la Alianza que me abría las puertas de un mundo riquísimo de poetas, novelistas y ensayistas que me marcarían para toda la vida y despertarían en mí la pasión –que nunca se ha apagado– por la cultura francesa y el sueño de llegar algún día, para poder ser un escritor de verdad, a vivir en París”.
A finales de los años 50, se instaló en la Ciudad de la Luz, donde trabajó como periodista en la redacción española de la AFP: “En París escribí mis primeras novelas, descubrí América Latina, empecé a sentirme latinoamericano, vi publicados mis primeros libros y, gracias a Flaubert, aprendí el método de trabajo que me convenía y el tipo de escritor que me habría gustado ser. Francia me enseñó que el universalismo, seña de identidad de la cultura francesa desde la Edad Media”.
Su talento como escritor lo convirtió en una de las figuras de la literatura latinoamericana cuando se dio a conocer al mundo en los años 60, junto al colombiano Gabriel García Márquez, el argentino Julio Cortázar y los mexicanos Carlos Fuentes y Juan Rulfo. Su obra traducida al francés, principalmente por la editorial Gallimard, es abundante, desde “La ciudad y los perros” en 1966 hasta “Tiempos recios” en 2021.
Una institución que pierde prestigio
La elección de un escritor extranjero en la Academia Francesa tampoco constituye un precedente. Como lo recuerda France Culture, otros 19 académicos no nacidos en Francia se han incorporado a la institución. El primero, el suizo Victor Cherbuliez, fue elegido en 1882. Le seguirían otros, como el estadounidense Julien Green, el argentino de origen ruso Joseph Kessel, la argelina Assia Djebar y el canadiense-haitiano Dany Laferrière, que ingresó en 2013.
No obstante, la Academia Francesa no acogía a un premio Nobel desde François Mauriac, elegido en 1933, quien ganó el premio sueco en 1952 y murió en 1970. De los 40 puestos de la institución concebida como guardiana de la lengua francesa, cinco siguen vacantes y los otros 35 están ocupados por 29 hombres y seis mujeres.
Debido a la falta de candidatos meritorios, la Academia está teniendo grandes dificultades para cubrir estas plazas vacantes. Su influencia ha disminuido: el prestigio del “traje verde” no es ni de lejos lo que era en el siglo anterior, y muchos lingüistas consideran que sus opiniones son irrelevantes.
El sillón ocupado por el peruano-español es el número 18, anteriormente ocupado por el filósofo Michel Serres, y antes por, entre otros, el filósofo Alexis de Tocqueville, el mariscal Foch y el ex jefe de gobierno Edgar Faure.