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La desconocida huella alemana en el desierto chileno, por el salitre

El salitre atrajo a empresarios y especialistas alemanes que aportaron al boom económico del Chile de inicios del siglo XX y dejaron también huella, a su regreso, en Alemania.

“Tranque de Sloman”, una represa hidroeléctrica, en el medio del desierto de Atacama.

En las superficies rocosas del desierto de Atacama, el más árido del mundo, brilló hace más de dos siglos un mineral considerado el oro blanco para su época: el salitre.

En el norte grande chileno, una de las cinco regiones naturales en que tradicionalmente se divide el país, instalaron salitreras y pueblos mineros desde finales del siglo XIX hasta comienzos del XX.

Fue una época de esplendor económico, cultural y social, que permitió a Chile ser el único productor mundial de nitrato de sodio y potasio. La bonanza atrajo a empresarios, científicos, técnicos y profesionales de distintas partes del mundo.

En la industria salitrera, destacaron los inversionistas británicos, aunque también la presencia alemana jugó un rol clave en la ciencia, el comercio, la educación y la minería del país sudamericano.

Y si bien esta huella alemana es más reconocible en el sur chileno, en ciudades como Valdivia, Osorno y Llanquihue ─donde el Gobierno impulsó un plan de colonización─ también en el desierto de Atacama se esconde un pasado.

Historiador José A. González Pizarro: “Los alemanes serán la competencia directa de los ingleses en un período histórico que configura el Chile moderno”.

Historiador José A. González Pizarro: “Los alemanes serán la competencia directa de los ingleses en un período histórico que configura el Chile moderno”.

“Los alemanes llegan entre 1890 hasta 1920 y serán la competencia directa de los ingleses en un período histórico que determina la economía y sociedad del norte del país y configura el Chile moderno”, dice José Antonio González Pizarro, historiador en la Universidad Católica del Norte, en entrevista con DW.

En 2019, González Pizarro publicó, junto al economista Marcelo Lufin Varas y el arquitecto Claudio Galeno Ibaceta, un estudio sobre aquellos alemanes que habitaron en el desierto de Atacama.

“Revisamos los prontuarios del archivo de extranjería, donde encontramos mucha información personal de estos migrantes; se señalaban oficios, estado civil y referencias de otras personas que, por lo general, pertenecían a la misma comunidad alemana”, detalla a DW el economista Lufin.

De Chile a Hamburgo

En 1907, más de 1.100 alemanes ─atraídos por la industria salitrera y las nuevas vanguardias─ se asentaron en la ciudad de Antofagasta, ubicada en el norte grande chileno.

Durante esos años, el total nacional aumentó a 10 mil, representando así la colonia germana un poco más del 3 por ciento de la población en Chile. Entre este grupo de alemanes destacó Henry Brarens Sloman, un empresario que provenía de una familia inglesa de navegantes establecida en Hamburgo.

Sloman llegó a tener varias oficinas en el cantón de Taltal y el del Toco, yacimientos salitreros donde se producía el mineral.

Las inversiones de empresarios como Sloman, Hermann Fölsch o Federico Martin, aportaron a esta próspera realidad económica, social y cultural del norte chileno y ─de paso─ permitieron el ingreso de agencias bancarias y sucursales navieras.

“Sloman contribuyó en la creación de la línea naviera de veleros Kosmos, en Hamburgo, vinculados con la industria salitrera para transportar el mineral hacia Europa”, cuenta el historiador González Pizarro.

El inversionista de Hamburgo hizo una gran fortuna gracias al salitre, que le permitió construir, de forma ingeniosa, dos “tranques” o represas hidroeléctricas en sus oficinas salitreras, para garantizar el suministro de agua y la generación de electricidad, en el medio del desierto de Atacama.

Más tarde, entre 1922 y 1924, Sloman mandó a construir en Hamburgo el edificio Chilehaus, ícono del expresionismo alemán y Patrimonio de la Humanidad, cuyo nombre honra al país donde el empresario estableció sus principales negocios.

Chilehaus, ícono del expresionismo alemán y Patrimonio de la Humanidad, construido en Hamburgo con dinero ganado en Chile.Chilehaus, ícono del expresionismo alemán y Patrimonio de la Humanidad, construido en Hamburgo con dinero ganado en Chile.

“Embrujamiento alemán”

Además de comerciantes y empresarios del rubro minero, entre los inmigrantes alemanes destacaron los arqueólogos, educadores, fotógrafos e ingenieros.

“A principios del siglo XX, surgen las vanguardias alemanas y una fascinación por el tema de la electricidad, la fotografía y la óptica. De hecho, las máquinas y los generadores que se usaban en las oficinas salitreras eran de origen alemán, comprados en la casa Siemens”, cuenta a DW el arquitecto Claudio Galeno.

Los ingenieros alemanes, expertos en electricidad, mecánica y minería, serán incluso contratados por empresarios ingleses para que trabajen al interior de sus oficinas salitreras. “Esto provoca una admiración por la comunidad germana y, es lo que el historiador francés Blancpain llama ’embrujamiento alemán’”, añade el académico González.

En el estudio de culturas andinas como la Chinchorro, Huari o Moche destacó el arqueólogo alemán Max Uhle, considerado padre de la arqueología sudamericana e impulsor en la creación del Museo de Historia Natural en Santiago de Chile.

Asimismo, la llegada de sacerdotes alemanes contribuyó a la fundación del Colegio San Luis ─semillero de premios nacionales y líderes de la democracia cristiana chilena─, que destacó con innovaciones pedagógicas, como el uso de pupitres adaptados para el estudio o de detallados mapas geográficos traídos desde Alemania.

Guerra y listas negras

Pero esta influencia alemana duró solo un par de décadas en el norte chileno. Justo en Alemania, en 1913, se crea el salitre sintético. Como consecuencia, el nitrato natural deja de producirse a gran escala y las inversiones en Chile caen fuertemente.

Para 1917, los alemanes del norte ya se encuentran vendiendo sus negocios. Sloman regresa a Hamburgo junto a otros cientos de comerciantes, ingenieros y sacerdotes de la comunidad alemana en Chile.

El estallido de la Primera Guerra Mundial incide también en el éxodo. En 1930, se registran solo 216 alemanes en la zona de Antofagasta y la cifra va decayendo conforme pasan los años.

Arquitecto Claudio Galeno: “Las máquinas y los generadores que se usaban en las oficinas salitreras eran de origen alemán, comprados en la casa Siemens”.Arquitecto Claudio Galeno: “Las máquinas y los generadores que se usaban en las oficinas salitreras eran de origen alemán, comprados en la casa Siemens”.

“Además, se produce una fractura entre la comunidad alemana y la británica, que hasta antes de la guerra eran muy cercanas, incluso compartían un club social en Antofagasta”, agrega Claudio Galeno.

La comunidad británica presiona al Gobierno chileno y, más tarde, surgen listas negras, cuya finalidad es perseguir a los alemanes residentes en Chile. Asimismo, se incautan los veleros germanos y se les prohíbe el embarque de salitre.

Legado invisible

La precipitada partida de los alemanes sumada a la presión británica invisibilizaron en parte su legado en el norte chileno.

“Hay una especie de mutismo de esta influencia germana y puede también deberse a la colonización en el sur de Chile, porque allí la huella es más visible con su arquitectura, cultura, gastronomía y religión protestante”, opina José Antonio González.

Economista Marcelo Lufin: “Esta presencia extranjera sigue siendo parte de una ciudad profunda”.Economista Marcelo Lufin: “Esta presencia extranjera sigue siendo parte de una ciudad profunda”.

“Esta presencia extranjera se diluyó en el norte, pero sigue siendo parte de una ciudad profunda, genuina, con una mixtura de migrantes. Este pasado significa sentirse herederos de las distintas tradiciones que han aportado y constituyen la Antofagasta moderna”, añade el economista Lufin.

Sobre ese pasado alemán ─en pleno auge salitrero─ quedan hasta hoy algunos vestigios, como, por ejemplo, la antigua represa hidroeléctrica que mandó a construir el empresario Henry Sloman; un monumento en la plaza Sotomayor de Antofagasta, donado por la comunidad germana para el centenario de Chile en 1910; el Colegio San Luis, fundado por sacerdotes alemanes, y alguna que otra casa construida con entramado de madera, una técnica arquitectónica bastante difundida en Alemania y Suiza. (rml)

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