En el país con la mayor población musulmana del mundo, la guerra en Ucrania está generando sorprendentes reacciones prorrusas y proPutin.
“Bapak Putin”, “Pak Putin”: desde hace unos días, así es como millones de videos de TikTok indonesios llaman al presidente ruso, convertido desde la invasión de Ucrania en “Papá Putin” o “Señor Putin”.
Esta repentina popularidad es sorprendente en un país donde las viejas generaciones recuerdan la invasión rusa de Afganistán y donde el más mínimo símbolo comunista está prohibido por ley. Hasta hace poco, la sombra de la URSS todavía se cernía sobre Rusia y despertaba la desconfianza de la opinión pública.
Aliado de los musulmanes
Pero es en aspectos bastante alejados de la geopolítica donde se ha forjado este nuevo amor por Vladimir Putin. En varios aspectos, parece estar del lado de los musulmanes. En TikTok, por ejemplo, circulan archivos de vídeo en los que se le ve condenando las caricaturas del profeta Mahoma y en los que muestra su cercanía al líder musulmán checheno Kadirov.
En una visión de un mundo más bien binario, con Occidente por un lado, representado por Estados Unidos y la OTAN, y las poblaciones musulmanas oprimidas de Irak, Afganistán y Palestina por el otro, Putin está del lado del islam para cada vez más internautas, que a menudo recuerdan la identidad judía del presidente ucraniano Volodimir Zelenski. El hecho de que Chechenia, una república musulmana unida a Rusia, también esté enviando hombres a luchar junto al ejército ruso en Ucrania no ha hecho más que reforzar esto. Pocos recuerdan la sangrienta represión del régimen del Kremlin contra este pueblo musulmán.
Para apoyar esta visión de un Putin promusulmán, algunas personas en Indonesia se apoyan incluso en el Corán, y en la autoridad del profeta del islam, destacando un hadiz (palabra oral comunicada por el profeta) de Abu Dawud. En este hadiz, el profeta se refiere a un pueblo no musulmán que unirá sus fuerzas a las de sus seguidores al final de los tiempos para luchar contra un enemigo común. En las versiones francesas, el nombre de este pueblo se traduce a menudo como “los romanos”, pero en indonesio se mantiene la palabra árabe “Rûm”, un término sin referencia local y cuyo carácter misterioso da lugar, sin duda, a muchas conjeturas.
En TikTok, YouTube e Instagram, varias cuentas con cientos de miles o incluso millones de suscriptores afirman que el pueblo en cuestión son los rusos, cuya religión cristiana ortodoxa es la heredera directa del Imperio Romano Bizantino, al que se refieren los textos sagrados. El fin de los tiempos es más inminente que nunca para otros, como Imran Hosein, un erudito musulmán que, desde la vecina Malasia, también considera que la Rusia de Putin es el “Rûm” descrito por el Corán, y ofrece a sus 334.000 suscriptores un vídeo en YouTube titulado “El profeta predijo la tercera guerra mundial nuclear”.
Un espacio vacío
Radityo Dharmaputra, investigador indonesio de la Universidad de Tartu, fue uno de los primeros en sorprenderse del alcance de esta opinión prorrusa en su país natal. Ahora que vive en Estonia, dice que ha estado recibiendo mensajes “de gente que me dice: mira a Kadirov apoyando a Putin, esta invasión debe ser buena para el islam”.
Este entusiasmo con la Rusia de Putin, sugiere, nació en un espacio relativamente vacío: “No hay mucha gente que hable o estudie la geopolítica rusa en Indonesia; sobre Estados Unidos, Europa, hay gente, pero no mucha sobre Rusia. Pero este vacío ha sido llenado en los últimos años por la embajada rusa en las redes sociales, donde se presentan como no comunistas y proislam, y en la vida real con el Centro Cultural Ruso que han abierto en Yakarta, más y más becas para que los indonesios vayan a estudiar a Rusia”.
La lectura geopolítica del hadiz referido al “Rûm” tampoco es nueva, señala este académico indonesio especializado en Rusia. “Cuando Rusia intervino en Siria, ya hubo discusiones sobre este tema, pero sobre todo en forma de debates que preguntaban ¿qué país es el “Rûm” en la actualidad?
Vínculos históricos entre la URSS e Indonesia
Noor Huda Ismail, de la Escuela de Estudios Internacionales S. Rajaratnam, nos recuerda que, aunque no sean obvios a primera vista, los vínculos entre Indonesia, de mayoría musulmana, y Rusia son más antiguos de lo que se cree. Cita, por ejemplo, “la forma en que Sukarno, el padre de la Indonesia independiente, presionó a la URSS para que se renovara la mezquita de San Petersburgo o la tumba del imán al-Bukhari (hoy en Uzbekistán)”. Este académico, especializado en las representaciones de la masculinidad en la geopolítica, señala también que Indonesia está acechada por el autoritarismo militar y no es insensible al de Putin hoy.
Por otra parte, las ofertas de Rusia a las autoridades indonesias no han pasado desapercibidas en los últimos años, especialmente en el ámbito de la defensa, como cuando Moscú ofreció a Indonesia pagar por los contratos de armas de aceite de palma, un gesto nada desdeñable cuando la Unión Europea y Estados Unidos boicotean cada vez más la industria del aceite de palma de un país al que consideran culpable de la deforestación o del trabajo forzado.
Sin embargo, en las últimas semanas, Indonesia ha denunciado la invasión de Ucrania y ha votado en la Asamblea General de la ONU. Pero Radityo Dharmaputra observa cierta cautela en el comunicado del gobierno: “Condena la acción rusa, pero no a Rusia directamente”.