Francia Márquez o Marelen Castillo son dos mujeres negras pero con miradas opuestas sobre cómo liderar el país
Las encuestas muestran un tenso empate y aún es imposible saber si el próximo 19 de junio ganará la presidencia de Colombia Rodolfo Hernández o Gustavo Petro. Pero pase lo que pase, una cosa es segura: el país tendrá, por primera vez, una vicepresidente afrocolombiana. La académica Marelen Castillo y la activista Francia Márquez son las fórmulas a la vicepresidencia que acompañan a los dos hombres en competencia. Dos mujeres negras con trayectorias de vida distintas y estilos opuestos cuando hablan sobre el racismo, los derechos de las mujeres o las prioridades del país.
Si Márquez ha denunciado constantemente el racismo estructural durante la campaña, Castillo prefiere no volver la discriminación racial un tema central en la suya. Si Márquez ha hablado varias veces de defender el derecho de las mujeres al aborto, Castillo responde ante el tema como una católica “que pide respeto a la vida” y a “las personas que toman su decisión”. Si Márquez se hizo conocer por su activismo ambiental y social, Castillo llegó a la política por invitación de Hernández tras ascender dentro de la academia.
La que primero llegó a la escena política fue Márquez. Nació en una familia pobre, fue madre soltera a los 16, y ejerció la pequeña minería y el trabajo doméstico antes de estudiar derecho. Se dio a conocer por su activismo como ambientalista y líder de su comunidad defendiendo los derechos colectivos de la población negra contra grandes empresas mineras. En 2018 ganó el premio Goldman, conocido como el Nobel ambiental a nivel mundial. Su notoriedad aumentó considerablemente en los años siguientes, cuando acompañó en las calles a miles de ciudadanos que participaron en las protestas sociales contra el presidente Iván Duque.
“Francia Márquez estuvo con la gente en el estallido social, todos esos jóvenes y gente que nunca se había movilizado, todos los ni-ni: los que no tenían ni estudio ni tenían empleo”, cuenta Alí Bantú Ashanti, director del colectivo de abogados Justicia Racial y quien ha sido parte del movimiento político de Márquez Soy porque Somos. “Francia logró recoger ese sentimiento nacional de la gente que quiere ya un cambio, como lo hizo Petro”, dice Ashanti.
Aunque Petro había ganado en la región Pacífico en 2018, explica, es evidente que el voto de la región del litoral Pacífico, mayoritariamente afro, aumentó para él gracias a la alianza con Márquez. “Aunque no es homogéneo, yo diría que el voto negro le vota a la paz, el voto negro le vota al cambio”, dice Ashanti, recordando que las zonas que votaron por aprobar el Acuerdo de Paz en 2016 en el Caribe y el Pacífico ahora le votaron a Petro y Márquez. “El voto negro le vota a una agenda de justicia social”, añade el abogado. Como ejemplo, Ashanti menciona que la alianza Petro-Márquez recibió casi el 23% de sus votos en el litoral Pacífico. En Timbiquí, un pequeño municipio en el departamento del Cauca, Petro y Francia ganaron con el 95,8% de los votos.
“Saludo a los nadies y a las nadies de Colombia”, dijo Márquez en un discurso de marzo, cuando sorprendió con la tercera mayor votación en las primarias presidenciales. La suya, asegura, es una propuesta que busca construir “una Colombia antirracista, antipatriarcal, anticlasista, una Colombia que sea capaz de cuidar su casa, el territorio, la casa grande”.
Ese mismo mes llegó a la escena política, por primera vez, la académica Marelen Castillo, cuando Rodolfo Hernández la escogió como su fórmula vicepresidencial. Castillo, desconocida ante las cámaras, nació en un barrio de clase media en la ciudad de Cali y obtuvo un doctorado en educación de la Universidad Nova Southeastern, en Florida. Ha hecho una exitosa carrera en distintas universidades. Antes de recibir el llamado de Hernández era vicerrectora académica de la Universidad Minuto de Dios, y ha sido reconocida por sus esfuerzos para fortalecer modelos académicos virtuales para facilitar la educación a distancia.
“Yo le sirvo a Colombia a través de la educación”, dijo en una entrevista. Castillo ha insistido en que su bandera será mejorar la calidad de esta con iniciativas como inversión en infraestructura para los centros educativos y más formación para los profesores de todo el país (con maestrías, por ejemplo, o formaciones especiales en educación sexual o sobre el consumo de drogas). Como Hernández, también ha hecho de la lucha contra la corrupción un punto central de su discurso. Pero, a diferencia del candidato , que dijo no volverá a aparecer en eventos públicos hasta las elecciones, Castillo se ha dedicado estas semanas a recorrer el país.
“Yo creo en ese asunto de la representación, en que una niña pueda ver esto y diga ‘quiero ser vicepresidenta’ o ‘yo quiero ser presidenta’”, dice sobre las dos candidatas Mabel Lara, periodista afrocolombiana que fue cabeza de lista al Senado en el partido Nuevo Liberalismo. Lara, sin embargo, alerta sobre los discursos racistas que se ha escuchado contra las dos mujeres durante la contienda electoral.
“He escuchado el discurso de que hay una negra buena y una negra mala, tratando por ejemplo de discriminar a Marelen porque no la sienten tan negra. Eso es muy agresivo, es un discurso que se ha construido desde la pigmentación, y que yo reprocho”, dice Lara. “La supuesta ‘negra buena’ es tal vez un poco más clara, la que pudo tener otras condiciones, más oportunidades. Y Francia, que es respondona y rebelde, ¿la pintan de la mala porque incomoda? No, eso es muy violento. Aquí hay una negritud compartida, la de Marelen y de Francia. Para mí, pase lo que pase, vamos a tener una vicepresidente negra y eso creo que es algo que vamos a celebrar”.
Lara decidió, para la segunda vuelta, apoyar a Márquez. “Porque Francia, con toda esa ruralidad, con toda esa negritud, con todo ese proceso social, exacerbó una conversación muy dolorosa sobre lo que significa la mujer negra para este país. Alguien me dijo una vez ‘es que Francia se mantiene toda brava y toda resentida’ ¡Pues claro que lo está! Pero por favor, un poco de sensibilidad, un poco de empatía, porque este país no ha sido para ella. Lo que debemos hacer los demócratas, en donde estemos, es pedir un momento para reconocer el dolor que llevan las comunidades más olvidadas de este país’”.
De acuerdo a las estadísticas del Gobierno, en marzo de este año el desempleo entre las mujeres que se identifican como afrodescendientes, raizales y palenqueras en Colombia ronda el 21,5%, casi 10 puntos porcentuales más que entre los hombres de la misma población (10,7%), y también mayor al número de mujeres en el país (15,6%) y de hombres (9,6%) que no se reconocen como afros. Y si el total de los colombianos registran una pobreza monetaria del 39,3%, entre los afrocolombianos esta sube al 46,1%. En las cifras, el racismo es innegable.
Amanda Hurtado es directora del Observatorio de Discriminación Racial en la Universidad de los Andes, un centro que ha estado haciendo seguimiento a los ataques racistas en esta campaña en redes sociales y medios de comunicación. “Lo que hemos identificado en nuestro racistómetro es que la figura de Francia Márquez ha generado muchos más ataques racistas: en el caso de ella tenemos registrados 791 ataques, mientras que contra Marelen Castillo tenemos registrados seis ataques”, cuenta Hurtado. “Después de la segunda vuelta presidencial, todos los ataques racistas han sido contra Francia Márquez. Contra Marelen Castillo no tenemos registrado, por ahora, nada”.
Al preguntarle si la enorme disparidad responde a que Márquez ha sido mucho insistente en su discurso contra el racismo estructural, Hurtado considera que “eso es parte de la explicación, porque cuando te anuncias desde la opresión, quienes oprimen saldrán a defender su proyecto. Como diría [el filósofo] Franz Fanon, ahí aparece el lenguaje de la violencia. El único lenguaje que conoce el explotador es el lenguaje de la violencia. Esa violencia racista, misógina y clasista tiene una intencionalidad: generar el voto anti-Francia. El racismo es utilizado para sacarla del sistema de partidos y recordarle su lugar histórico. Desde el lugar que ella ocupa, hace que estas personas reaccionen. Al contrario de Marlene, que lo borra, lo niega, o no lo menciona, entonces no hay ataques desde ese lugar”.
En una entrevista en la emisora W Radio para conocer más de su proyecto, un presentador le preguntó a Marelen Castillo si existe, en su opinión, el racismo en Colombia. “Yo pienso que el país es multicultural, multicultural unido en la diversidad”, responde ella primero. El hombre le insiste en la pregunta. “Yo te digo, personalmente, como Marelen Castillo yo no lo he vivido”, responde luego. “He tenido oportunidades, tengo que ser muy correcta, por la gente con quien he trabajado”. El presentador vuelve a insistirle para saber si ella considera que, aunque ella no lo haya vivido, quizás otras personas sí. “En algunas regiones yo sé que algunos compatriotas lo han sentido, han sido sometidos a esto, que no me parece, esto atenta contra la dignidad de las personas”, dice, algo incómoda, Castillo.
Velia Vidal es escritora afrocolombiana y promotora cultural del Chocó, departamento en el Pacífico colombiano. Como artista de las letras, ha leído cuidadosamente en los discursos de Márquez y Castillo las formas en las que se identifican y el tipo de representación que podrían ofrecer. “El hecho de que una mujer afro esté en la vicepresidencia no es de por sí una garantía de que los temas afro van a estar en la agenda”, dice Vidal. “Si la vicepresidente no se autorreconoce como parte de una comunidad, pues nadie puede representar aquello de quien no se siente parte”.
A Castillo, cuenta Vidal, la escuchó en una entrevista decir que ella tiene raíces afro pero que no se victimiza. “¿Eso qué quiere decir?”, se pregunta la escritora. “¿Reconocerse está asociado con victimizarse? El autoreconocimiento no es victimización. Reconocer que provenimos de la esclavización, que tenemos una raíz en común, y que eso tiene unos efectos directos en nuestro presente asociados al racismo y la exclusión, pues claro que es reconocernos como víctimas, pero no en términos peyorativos. La identificación permite ver la necesidad de acciones afirmativas y políticas públicas que apunten a cerrar esas brechas. Nadie puede corregir lo que no reconoce como problemático”.
Para Vidal hay una clara confusión en el debate público entre lo que se entiende como “reconocimiento” y como “visibilidad”. Que haya una vicepresidente negra quizás es visibilidad, pero eso no implica reconocimiento: reconocer una historia de discriminación y reconocer la necesidad de políticas enfocadas a luchar contra el racismo. “Yo creo que ha sido importante la discusión pública, porque todo el racismo se ha puesto en evidencia, y esa era una discusión que no se tenía en Colombia y que es indispensable”, dice Vidal. “Hay muchos problemas en los conceptos que utilizamos, muchísimos, falacias muy grandes tanto en la población afro y la blanco-mestiza. Y es natural, somos víctimas de un sistema racista, replicamos estereotipos, carecemos de claridad conceptual frente a muchas cos