La ministra de Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, aseguró que la reunión que sostuvo el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, con Vladímir Putin y Ebrahim Raisi, envía un mensaje retador a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
La cumbre trilateral entre Rusia, Turquía e Irán sigue generando incomodidad entre los líderes occidentales. Esta vez fue la ministra alemana Annalena Baerbock quien advirtió que el encuentro celebrado en Teherán el 19 de julio pasado puede ser interpretado como un desafío directo a la alianza atlántica creada en 1949 para hacer frente a las supuestas amenazas que representaba la URSS a los países de Occidente.
En medio del conflicto en Ucrania y sus múltiples efectos económicos y geopolíticos, Baerbock no entiende la lógica del mandatario turco al sumarse a la cumbre con Putin y Raisi, mientras por otro lado otorga “ayuda militar a gran escala” a Kiev.
“El hecho de que el presidente turco esté en esta fotografía [de Putin, Erdogan y Raisi] es un desafío, por decirlo amablemente”, consideró la ministra de exteriores de Alemania, en una entrevista con el diaria alemán Bild.
La retórica de Baerbock apunta hacia lo que muchos titulares de prensa publicaron en los últimos días. El diario El Español, por ejemplo, lanzó la siguiente nota: “El doble juego de Erdogan: se reúne con Putin en Irán tras contentar a la OTAN”.
Y es que de los tres países reunidos en la capital iraní, dos son constantes objetos de sanciones de parte de Estados Unidos y la Unión Europea. Irán lo es por su programa nuclear y Rusia por la crisis en Europa del Este.
“Esta foto me resulta más que incomprensible, especialmente desde el punto de vista de un miembro de la OTAN”, aseguró Annalena Baerbock.
Durante la cumbre trilateral entre Rusia, Irán y Turquía, los mandatarios de estas tres naciones señalaron a Occidente y el expansionismo de su brazo armado, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de ser los causantes de la crisis que actualmente se vive en Ucrania, un fenómeno que ha acentuado problemas globales como la inflación, el alza de precios de los combustibles y la inseguridad alimentaria.
Las imágenes de Putin, Raisi y Erdogan tomándose de la mano causaron escozor en las esferas de poder occidentales. La narrativa de parte de la Unión Europea y Estados Unidos no cambia: la Federación de Rusia debe pagar por sus acciones militares en suelo ucraniano.
Sin embargo, los castigos económicos y comerciales impuestos en contra de Moscú han tenido un efecto búmeran. Los daños colaterales se palpan en todas latitudes. Los estadounidenses pagan más por la gasolina que consumen y luchan contra su peor inflación en 40 años. Los países miembros del bloque europeo temen por una crisis energética que los deje sin gas en cualquier momento. Sin calefacción ni aire acondicionado, los inviernos serán más gélidos y los veranos un verdadero infierno. Eso sin contar el alza de precios que ya está sucediendo. La eurozona se enfrenta a su peor inflación desde que fue creada. España y Reino Unido experimentan índices inflacionarios históricos. Y todo ello pese a que en la Casa Blanca insisten en mantener una narrativa positiva y heroica sobre la participación de los líderes occidentales en Ucrania.