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Salud

Qué hacer si nuestro hijo o hija no se siente identificado con su sexo

Incluso antes de que un bebé nazca, los médicos ya son capaces de decirnos si será un niño o será una niña, basándose simplemente en sus genitales. Y este es, quizás, el primer error que cometemos con nuestros hijos; y es que el género poco tiene que ver con el sexo con el que nazca. Un niño puede tener vulva, y una niña puede tener pene. Porque la identidad de género es algo que va mucho más allá del cuerpo físico de una persona, y tiene más que ver con cómo esa persona realmente se siente. Tú no eres mujer por tener vulva, sino que eres mujer porque te sientes mujer. Y puedes ser mujer teniendo pene.

La transexualidad es un tabú todavía en nuestra sociedad, algo a lo que muchos adultos aún no tienen la capacidad moral como para enfrentarse abiertamente, porque se han criado en unas ideas que difieren mucho con lo que hemos señalado arriba. Hay quien llega a aseverar, con total tranquilidad, que un hombre solo será hombre si tiene pene; si nació con los genitales del sexo femenino, jamás será un hombre. Por desgracia, hay más personas que piensen así de lo que podemos imaginarnos en un primer momento.

Por contraposición, también hay muchas personas que, gracias a la concienciación que se trata de crear por parte de los medios de comunicación, los colectivos especializados y algunas ONGs, comienzan a comprender que el sexo físico poco tiene que ver con la identidad de género. Lo usual es que se correspondan, sí, pero también puede darse que eso no suceda.

La orientación sexual y la identidad de género van por separado, pero hay que aprender que todas son igual de naturalesLa orientación sexual y la identidad de género van por separado, pero hay que aprender que todas son igual de naturales

Muchos estudios han demostrado que es a partir de los dos años cuando un niño comienza a saber cuál es realmente su identidad de género. En ese momento, y en los años venideros, los padres empezarán a recibir preguntas que pueden sonarle ligeramente extrañas. Por ejemplo, su hijo les preguntará que por qué tiene pene, si es una niña. O su hija que por qué no tiene, si es un niño. Serán ellos mismos los que empiecen a dejar entrever a sus padres (a veces de forma más indirecta, y a veces de forma más directa) cuál es su verdadera identidad de género. ¿Qué se debe hacer entonces? ¿Cómo debemos actuar como padres?

APOYO, COMPRENSIÓN Y RESPETO

La transexualidad sigue siendo un tabú en muchas familias, y esto podría ser lo más perjudicial para un niño. Si él intenta decirnos cómo se siente, y nosotros simplemente le regañamos, o le decimos que se deje de “tonterías“, podría comenzar a reprimirse o a sentir que lo que siente es algo negativo.

Si comenzáis a ver que el sexo de vuestro hijo no se identifica con su género, y que es él mismo el que os lo hace saber, lo primero que debéis mostrar son grandes dosis de comprensión y apoyo. No es ninguna enfermedad mental, y no es algo que deba curarse; la transexualidad no es algo que deba cambiarse, ni mucho menos. La empatía siempre puede funcionar en estos casos. Si vuestro hijo os dice que es una niña, imaginad cómo sería para vosotros estar justo en esa situación: comprobar que habéis nacido en un cuerpo cuyo sexo todo el mundo reconoce como masculino, pero vosotros os sentís de una forma totalmente distinta.

Si queréis, podéis acudir a un psicólogo. No obstante, no es necesario que acudáis si lo único que buscáis es que sea un profesional el que os asegure que vuestra hija tiene pene, por ejemplo; basta con el testimonio de ella para corroborarlo. No, no se va a arrepentir el día de mañana, y no, no es una fase. Si es una niña, será una adolescente y, tras eso, una mujer.

El psicólogo, o psicopedagogo, sí que puede ser de ayuda si veis que vuestros hijos tienen algún problema con su entorno, y que eso comienza a dañarles emocionalmente. El profesional será capaz de explicarles mucho mejor que vosotros que el problema no es suyo, sino de la sociedad que le rodea, y evitará que en un futuro vuestro hijo o vuestra hija rechace su género.

Otro consejo importante a tener en cuenta es que si tu hija ya no quiere que la sigáis llamando Marcos, por ejemplo, no debéis hacerlo. Ayudadla a elegir un nombre con el que se sienta mucho más identificada, y anunciad entre vuestros familiares, conocidos y amigos, que ese será el nombre al que responderá a partir de ahora. Puede que os encontréis opiniones adversas, gente que os critique, pero haced oídos sordos. No merece la pena preocuparse, y eso solo favorecería que vuestra hija, en este caso, se preocupara.

Los niños empiezan a identificar su género a partir de los 2 añosLos

A LA SOCIEDAD AÚN LE QUEDA MUCHO POR EVOLUCIONAR

Se desconoce mucho a nivel social qué es realmente la transexualidad, y es porque desde siempre hemos tenido la costumbre de asociar sexo a género. No solo eso, sino que también tenemos unos roles de género muy marcadas: a las niñas les gustan ciertas cosas, y a los niños, otrasNo podemos estar más equivocados, y esto es algo que tenéis que tener en cuenta desde un primer momento: que a vuestra hija le gusten las actividades que la sociedad marca “masculinas” no implica que se sienta niño. No tiene nada que ver sus gustos con su identidad de género.

Un niño puede querer ponerse vestido y tacones y, de todas formas, continuar correspondiéndose su sexo con su identidad de género. No confundáis una actitud con una identidad de género; nos han enseñado que los vestidos son cosa de mujeres, pero realmente esto no es así. Los más pequeños todavía no se han visto tan coartados por las estructuras sociales, y es por eso que se sienten mucho más libres a la hora de decir que se quieren poner un vestido, o que quieren jugar a las carreras. De nuevo, el fallo es nuestro, y no suyo: ni la ropa tiene género, ni los juguetes lo tienen, ni los gustos tampoco. La identidad de género va mucho más allá de eso.

Nos queda mucho por aprender todavía, pero si partimos de la base de que el género y el sexo no siempre tienen por qué corresponderse, seguramente si eso le sucede a uno de nuestros hijos, sepamos ayudarle mucho mejor. Y, al fin y al cabo, es responsabilidad nuestra como padres ayudar a nuestros hijos, comprenderlos y apoyarlos en todo momento, al igual que corregirlos si tienen actitudes que consideramos incorrectas (como discriminar a alguien por su identidad de género, o por su identidad sexual).

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