Hace unos minutos nos comunicaron que Pancho Soberón ha fallecido, es un pedida sensible para las organizaciones de derechos humanos del Perú y de Iberoamérica. Ha sido sin dudas una de las personas que más ha hecho por los derechos humanos en el Perú. Y su compromiso se remonta a varias décadas, incluidas épocas, no tan lejanas, en las que hablar de desaparecidos o del Grupo Colina no sólo no era políticamente correcto, como felizmente lo es ahora, sino que hasta podía costarte la vida. Pancho tiene además la virtud de combinar compromiso con modernidad y globalización, pues posee la habilidad de estar un día metido en cuerpo y alma en el descubrimiento de una fosa común en las alturas de la sierra peruana y al día siguiente en un sofisticado foro internacional al otro lado del mundo; eso sí, siempre con su maletín al lado, lleno de información (memoria histórica del movimiento de derechos humanos).
Hablar de Soberón es también hablar de Aprodeh, institución amiga que también como colectivo viene cumpliendo desde hace casi 20 años un papel importantísimo en esta tarea tan difícil como apasionante de defender y promover los derechos humanos.