LIMA.- De todas las salidas políticas a la crisis que buscaba la oposición con anhelo, ocurrió una inesperada. El propio Pedro Castillo la ejecutó, involuntaria e improvisadamente, contra sí mismo. Perpetró un golpe de estado, con tal debilidad y falta de convicción en sus aliados, que se quedó aislado y fue detenido. Minutos antes, el Congreso había decretado su vacancia por 101 votos. Ironía póstuma: los pronósticos pesimistas que manejaba la oposición no llegaban a los 87 votos indispensables para vacarlo.
¿Qué llevó al presidente a su acto suicida? Según fuentes ex palaciegas (todas ellas han renunciado), hasta la noche anterior el plan oficial para enfrentar la vacancia era la intervención en el pleno de los ministros César Landa, Roberto Sánchez, Alejandro Salas y Félix Chero, reforzando a la defensa legal a cargo de Benji Espinoza y José Palomino Manchego. Incluso, hubo algunos ensayos de las intervenciones de estos con el equipo de comunicaciones palaciego. Todos los convocados se fueron a dormir con ese plan en la cabeza.
El miércoles fueron convocados a Palacio y encontraron un plan que desconocían. Un ministro contó que vio las cámaras y las luces montadas para un mensaje a la nación. Indagó de qué se trataba y se enteró de lo que pretendía decir Pedro Castillo. El ministro describió la escena que logró entrever en el despacho presidencial: Alejandro Salas [ministro de Trabajo y Promoción del Empleo del Perú] decía ‘presidente, no lo haga’, mientras Betssy Chávez [presidenta del Consejo de Ministros] y Aníbal Torres [expresidente del Consejo de Ministros] respaldaban férreamente a Castillo. Roberto Sánchez [Ministro de Comercio Exterior y Turismo de Perú] parecía dudar en silencio. Otros ministros lucían indolentes. Tan pronto acabó el mensaje y los convocados constataron que era cierto lo que temían, varios se retiraron meditando sus tuits de renuncia.
Dos fuentes del equipo de comunicaciones de Palacio aseguraron que fueron sorprendidos por Betssy Chávez. Ella, según estas fuentes, habría sido quien hizo entrar al equipo de TV Perú que se encargó de la trasmisión en vivo. Recientemente, la premier nombró a Fernando Aliaga Alejo al mando del canal estatal y controla ese medio. Fuentes de comunicaciones coincidieron con la fuente ministerial en que Chávez y Torres estuvieron plenamente de acuerdo con el mensaje de Castillo. Es más, ambos lo habrían ayudado a preparar el texto. Por eso, Chávez, en su escueta renuncia, no menciona discrepancias de principio, como los otros ministros, abogados y embajadores que renunciaron antes que ella.
Pero formulemos nuevamente la pregunta de por qué Castillo, apoyado por su premier y su ex premier, cometió el acto suicida. Según una fuente, no tenía seguros todos los votos de Perú Libre. Luego del mensaje, Vladimir Cerrón, fundador del partido de Castillo Perú Libre, tuiteó, quizá culposo por lo que la incertidumbre de su bancada habría provocado: “Pedro Castillo se ha precipitado, no habían votos para la vacancia”.
A esa inseguridad matemática, se suma la reacción ante el vómito negro de los testigos y colaboradores eficaces. El martes fue José Luis Fernández Latorre, ex jefe de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI) y el miércoles fue Salatiel Marrufo, el brazo derecho de Geiner Alvarado en Vivienda, enlazado desde la prisión con la Comisión de Fiscalización.
Las preguntas sobre si hubo mucho cálculo en la proclama golpista se estrella contra los hechos y los resultados. El cerco judicial y político sobre el presidente era tal, y sus nuevos aliados militares en retiro (Gustavo Bobbio en Defensa y Wilson Barrantes en la DINI) lo llevaron a una salida golpista que precipitó su fin en pocas horas. Aníbal Torres lo acompañó hasta el final, improvisándose como su abogado ante el equipo de fiscales y policías que lo condujeron hasta la sede de la sétima región policial. El golpe, y la posibilidad de un asilo, salieron por la culata.
Por Fernando Vivas
Fuente: La Nación