Los planes secretos de batalla rusos, las intercepciones y las entrevistas con soldados rusos y confidentes del Kremlin revelaron nuevos detalles de cómo Vladimir Putin arruinó su invasión de Ucrania.
Un equipo de reporteros de The New York Times investigó una de las interrogantes centrales de la guerra en Ucrania: ¿por qué la invasión de Rusia ha sido tan torpe?
La historia, basada en planes de batalla secretos, intercepciones de comunicaciones y entrevistas con soldados rusos y confidentes del Kremlin, ofrece nuevos elementos sobre el estado de ánimo del presidente de Rusia, Vladimir Putin, los sorprendentes fracasos de su ejército y los esfuerzos de Estados Unidos para evitar una guerra directa con Rusia.
En una conversación telefónica desde los hospitales rusos, los soldados heridos describieron que los enviaron a la guerra con poca comida, entrenamiento, balas o equipo y vieron morir alrededor de dos tercios de sus pelotones. Los materiales recuperados de los campos de batalla apuntan a la falta de preparación de los militares: un mapa de la década de 1960, una copia impresa de Wikipedia sobre cómo operar un rifle de francotirador, un cronograma tremendamente optimista para la invasión de Rusia. En las entrevistas, un soldado recordó haber preguntado cómo usar su rifle justo antes de partir a la batalla, mientras que otro describió cómo su supervisor le reveló que iban a la guerra: “Mañana vas a ir a Ucrania a joder un poco las cosas”.
Muchas de las personas más cercanas a Putin alimentaron sus sospechas, magnificando sus reclamos contra Occidente. Un exconfidente comparó la dinámica con la espiral de radicalización de un algoritmo de redes sociales: “Leen su estado de ánimo y comienzan a pasarle ese tipo de cosas”. Putin planeó la invasión con tanta confidencialidad que incluso Dmitry Peskov, su portavoz, dijo en una entrevista que solo se enteró cuando ya había comenzado. Anton Vaino, jefe de personal de Putin, y Alexei Gromov, el poderoso asesor de medios de Putin, también dijeron que no sabían nada de antemano, según las personas que hablaron con ellos al respecto.
Estados Unidos intentó impedir que Ucrania matara a un importante general ruso. Los funcionarios estadounidenses descubrieron que el general Valery Gerasimov estaba planeando un viaje al frente de batalla, pero ocultaron esa información a los ucranianos, preocupados por la posibilidad de que un atentado contra su vida pudiera ocasionar una guerra entre Estados Unidos y Rusia. Los ucranianos se enteraron del viaje de todos modos. Después de un debate interno, Washington tomó la medida extraordinaria de pedirle a Ucrania que cancelara un ataque, solo para que le dijeran que los ucranianos ya lo habían lanzado. Se presume que decenas de soldados rusos murieron. Gerasimov no fue uno de ellos.
El mes pasado, un alto funcionario ruso le dijo al director de la CIA, William J. Burns, que Rusia no se rendiría, sin importar cuántos de sus soldados mueran o resulten heridos. Un miembro de la OTAN advierte a sus aliados que Putin podría aceptar la muerte o las lesiones de hasta 300.000 soldados rusos, aproximadamente tres veces sus pérdidas estimadas hasta este momento. Antes de la guerra, cuando Burns advirtió a Rusia que no invadiera Ucrania, otro alto funcionario ruso dijo que el ejército ruso era lo suficientemente fuerte como para enfrentarse incluso a los estadounidenses.
Días después de la invasión, Putin le dijo al líder de Israel que los ucranianos habían resultado ser “más duros de lo que me dijeron”. Pero advirtió al primer ministro Naftali Bennett que son “un país grande y tenemos paciencia”. Antes, en octubre de 2021, durante su primera reunión con Bennett, Putin había arremetido contra el presidente ucraniano Volodímir Zelenski al decir: “¿Qué tipo de judío es él? Es un facilitador del nazismo”.
Los soldados rusos que invadieron usaron sus celulares para llamar a casa, lo que permitió que el ejército ucraniano pudiera encontrarlos y asesinarlos. Las intercepciones telefónicas obtenidas por el Times mostraron la amargura que sentían los soldados rusos hacia sus propios comandantes. “Te están preparando para ser carne de cañón”, dijo un soldado. Otro describió a un comandante que le advirtió que podría ser procesado por dejar su puesto, solo para que el comandante huyera cuando comenzó el bombardeo. “Los cauchos ni siquiera se atascaron en el lodo”, dijo el soldado.
El día de la invasión, Putin tendió una trampa a los magnates de los negocios rusos, poniéndolos en la televisión “para comprometer a todos los presentes”, como lo describió uno de ellos. De hecho, todos los empresarios presentes fueron atacados por sanciones de Occidente en los meses siguientes. Sin embargo, otro multimillonario que estuvo en el Kremlin ese día, Andrey Melnichenko, se mostró desafiante e insistió en que las sanciones no harían que los magnates rusos se volvieran contra Putin. “En los libros de texto, a esto lo llaman terrorismo político”, dijo.
Los ejércitos fracturados de Putin a veces se han vuelto unos contra otros; un soldado dijo que un comandante de tanque disparó deliberadamente contra un puesto de control ruso. Putin dividió sus fuerzas en feudos, algunos dirigidos por personas que ni siquiera forman parte de las fuerzas armadas, como su exguardaespaldas, el líder de Chechenia y un jefe mercenario que ha proporcionado servicios de banquetes para eventos del Kremlin, Yevgeny Prigozhin. En una entrevista después de ser capturado por Ucrania, un soldado ruso dijo que había estado en prisión por asesinato cuando Prigozhin lo reclutó. Más tarde, después de que lo devolvieron a Rusia en un intercambio de prisioneros, apareció un video de su ejecución con un mazo.