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Opinión

Yeny Fernández: Los retos de ” Nuevo Perú por el buen Vivir” en este contexto de la grave crisis de representación politica actual.

Análisis y Propuestas:
Durante la colonia y la república, las conquistas sociales y la ampliación de los derechos, por mínimos que
sean, siempre han sido producto de las luchas populares. Una muestra de ello son el Taki Onqoy, las
rebeliones de Juan Santos Atahualpa y de Tupac Amaru II, las grandes luchas a lo largo del siglo XX y en el
siglo XXI las luchas contra el fujimorismo, el “arequipazo” del 2002, la huelga de los transportistas de carga
y pasajeros y del SUTEP del 2003, entre otros, hasta llegar a las movilizaciones iniciadas en diciembre del
2022 que continúan hasta hoy.

El contexto de la grave crisis de régimen que afrontamos y la efervescencia de las luchas populares, ha
colocado en la discusión pública la agudización de la crisis de representación política en nuestra patria, que
comprende a tres actores: al Estado, a los partidos políticos y a los movimientos sociales.
Y las crisis de estos tres actores, nos interpelan directamente como partido político que aspiramos ser.

LA CRISIS DEL ESTADO Y SU EXPRESIÓN EN EL GOBIERNO DE DINA BOLUARTE Y EN EL
CONGRESO
Nuestra caracterización como democracia defectuosa y el tránsito que hemos dado de democracia defectuosa a híbrida, usando los términos de The Economist, devela que contamos con un sistema “democrático” muy limitado, nombrado así principalmente porque participamos en elecciones, pero que presenta serios aspectos negativos como inestabilidad política, polarización y permisividad con la represión militar.

En el Ejecutivo, esta “democracia” está representada por el gobierno cívico-militar de Dina Boluarte, títere sin
legitimidad (para poder ejercer el poder, para mandar y ser obedecida), pero que se mantiene en el poder a
pesar de los casi 70 muertos producto de su brutal represión, de los grupos movilizados en varias regiones
del país y de la opinión mayoritaria en contra, expresada en las encuestas.

El riesgo que se quede en el poder hasta el 2024 o peor aún hasta el 2026, pone a prueba nuestra viabilidad
como país, desgasta más nuestra débil institucionalidad, pues su permanencia implica entregarse a los grupos económicos internos, al capital transnacional y a las fuerzas armadas. Con ello, en contra del programa de gobierno con el que ganó las elecciones, profundizará el neoliberalismo (anteponiendo los intereses de los grupos económicos al de las grandes mayorías y el saqueo de nuestros recursos) y aumentará la represión recortando los derechos a la protesta, a la libertad de expresión, como actualmente viene pasando.

No hay que dejar de tener presente la intervención del imperialismo norteamericano, que, si bien es
considerado un imperio en declive, tiene en su Comando Sur un plan para intensificar su juego en América
Latina con el fin de despojarnos de nuestros recursos.

De la misma forma el Congreso, con nula legitimidad y representatividad continua a espaldas de la opinión
general legislando normas sin ninguna relevancia para la mayoría del país, con el objetivo claro de romper el
equilibrio y la separación de poderes (en contubernio con un servil Tribunal Constitucional) para asegurar su
permanencia, someter a instituciones como la Defensoría del Pueblo, los organismos electorales, en el
contexto -más que vil- de obligarnos a aceptar que están allí por su sueldo y por todas las gollerías que tiene
con la plata de todos los peruanos.

Así, el clamor general del adelanto de elecciones para el 2023 es casi irrealizable y se cierne el riesgo que
tanto el Ejecutivo como el Congreso intenten quedarse hasta el 2024 e incluso hasta el 2026, en nombre de
un principio de autoridad, de defensa de la institucionalidad y de la paz espurios, reclamados solo si la derecha está en el poder para manejar a su antojo las instituciones y los recursos del Estado y seguir excluyendo a la mayoría del pueblo del ejercicio del poder.

Esta situación de esta democracia ya no es democracia (lo real es que nunca fue) como hemos gritado tantas veces en las calles, nos interpela directamente como partido político que aspiramos ser.
1 Movimiento de resistencia anticolonial, cuya característica principal fue el abandono de todo aquello que había sido traído por el conquistador y la práctica de las creencias propias, Se difundió principalmente entre los habitantes indígenas de las zonas rurales de los actuales departamentos de Ayacucho, Huancavelica y Apurímac.

LA CRISIS DE LOS PARTIDOS POLITICOS
Algo por lo que seguir responsabilizando y condenando al fujimorismo es por su participación en la crisis de
representación de los partidos políticos, porque debilitó el sistema de partidos y convirtió la participación
“política” en sinónimo de búsqueda de beneficios personales y de grupo y de corrupción.

Hoy la realidad cruda es que en el Perú no existen partidos políticos. Las entidades actuales que participan
en las elecciones son organizaciones cuasi criminales, sin ningún proyecto para el país, sin una ideología
definida, que buscan ganar las elecciones para capturar los recursos del estado en beneficio personal, de sus familias o de los grupos económicos que los llevaron al poder. La continuación – sin limitaciones y ahora más descarada- del patrimonialismo, del que hablaba Julio Cotler2 y también del electorerismo, caudillismo,
populismo, clientelismo, entre otros.

IDEA Internacional3 divide a los partidos en programáticos y no programáticos y señala que los programáticos representan mejor a la sociedad porque defienden los intereses de los distintos sectores, rinden cuentas ante el pueblo por el cumplimiento de sus promesas y luchan por el desarrollo nacional. Indica además que ayudan a legitimar el sistema democrático, generan bienes públicos de escala nacional, e incluyen a sectores más amplios de la sociedad.

Esta situación de un sistema político sin partidos, que merecen tanta desconfianza de las personas y de las
organizaciones, nos interpela directamente como partido político que aspiramos ser.

LA CRISIS DEL MOVIMIENTO SOCIAL Y LA DEBILIDAD DE LAS LUCHA SOCIALES
Según Touraine4 , no toda forma de protesta constituye un movimiento social. Un movimiento social requiere una expresión organizativa e ideológica claramente establecida, y suficientemente fuerte para la disputa del modo de organización social prevaleciente en la sociedad.

Las protestas sociales, mayoritariamente de las regiones, iniciadas el 07 de diciembre del 2022, independiente del desenlace inmediato de la crisis, representan una victoria del pueblo, una demostración de entrega por la patria, de sacrificio, de valentía y de nuevos niveles de conciencia política. Cuestionar al gobierno de turno, a esta democracia sin igualdad ni justicia, al modelo neoliberal, al centralismo, al racismo y al abandono del Estado, han contribuido a ampliar la conciencia general respecto a la necesidad histórica de cambios en nuestro país (que se refleja en el apoyo mayoritario al cambio de la constitución) y han reactivado en nosotros la idea de comunidad, de ayllu, de solidaridad, propios de la ética andina.

Junto a la interesante propuesta de los comandos colegiados de lucha, que intentaron coordinar y conducir
las jornadas de protesta, se observaron algunas debilidades como la falta de liderazgos reconocidos, la falta de liderazgos unificadores (como mencionó en una entrevista una joven líder cuzqueña), la extrema
desconfianza en los partidos políticos y en los gremios sindicales.

Para enfrentar la crisis actual y su posible profundización, necesitamos movimientos sociales fuertes que se conviertan en verdaderas alternativas de poder. Esto, otra vez, nos interpela directamente como partido
político que aspiramos ser.

PROPUESTA
Es urgente abrir un espacio amplio de debate en el Nuevo Perú, para que, en el marco de la construcción de
nuestro partido y del proceso de inscripción abordemos las crisis de los tres actores que se han esbozado y
definamos nuestras apuestas como partido político.

Con relación con la crisis del Estado y a la situación de la democracia en el país, nos falta discutir que
tipo de estado queremos construir y en ese marco que tipo de democracia queremos. Pero, es urgente que
desarrollemos los conceptos dándoles un nuevo sentido aplicable a nuestro país y al momento histórico que vivimos actualmente a nivel mundial. En tal sentido, por ejemplo, será necesario resignificar, deconstruir y reconstruir términos como socialismo, revolución, etc. 2 Sociólogo y politólogo peruano. Su obra más conocida es Clases, Estado y Nación en el Perú, escrita en 1992. 3 Organización intergubernamental que brinda apoyo a la democracia sostenible en el mundo entero. 4Sociólogo francés. Sus principales investigaciones tratan sobre la sociedad postindustrial y los movimientos sociales.

Adicionalmente tampoco es suficiente indicar que queremos una democracia, directa, representativa o
participativa o una mezcla de ellas, sino también desarrollar su arquitectura y como la hacemos parte de
nuestro funcionamiento interno, haciendo que haya coherencia entre nuestra teoría y nuestra práctica.
Con relación con la crisis de los partidos políticos, debemos decidir cómo vamos a construir un partido
con verdadera función política de representación, con ética y vocación de servicio y voluntad de cambio.

Si, bien es cierto hay elecciones, tenemos varios mecanismos que nos diferencian, de plano, de los seudo partidos existentes como una organización partidaria,  el mecanismo “un militante un voto”, también es cierto que no son suficientes para constituirnos como un partido que sea una verdadera alternativa para el país, y que pueda contribuir a enfrentar las múltiples dimensiones de la crisis que afrontamos. Nos hace falta mucha formación política, para darle contenido a expresiones que siempre repetimos en nuestros discursos “construir y poner al servicio del pueblo un instrumento político”, “ser una alternativa de gobierno y de poder” y “construir una mayoría que modifique la actual correlación política en favor de los cambios”.

En el plano electoral, debemos definir – en el contexto de esta seudo democracia- nuestra participación
evaluando si contribuye realmente a los cambios que el Perú necesita o sólo responde a intereses personales o de grupo. Y en relación con las alianzas electorales, evaluemos si ellas afirman muestras propuestas estratégicas o son solo intentos por pequeñas cuotas de poder que no favorecen al pueblo.

Con relación a los movimientos sociales, y otra vez vinculado a “poner al servicio del pueblo un instrumento
político” debemos definir que implica esto en la construcción de un partido distinto y que rol nos corresponde asumir respecto de los liderazgos regionales, de las comunidades campesinas, etc. y en la construcción de un horizonte programático compartido. Debemos definir como ponemos al servicio de los movimientos sociales nuestro partido y si somos capaces incluso, como militantes del NP, de renunciar a la participación electoral en favor de impulsar liderazgos con verdadera representación popular, regional, étnica, etc.

Junto al debate, por supuesto, debemos seguir apoyando las movilizaciones hasta la caída de esta dictadura, debemos seguir luchando por un nuevo pacto social y por el respeto a los derechos humanos, debemos seguir denunciando la persecución a lideres sociales y el terruqueo y ser vigilantes a las actuaciones del Ejecutivo y del Congreso para denunciar todo acto que lesione los intereses del país

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