La endometriosis es una enfermedad crónica bastante desconocida que afecta aproximadamente a una de cada diez mujeres en edad reproductiva. El síntoma más evidente es la aparición de dolor intenso en la zona pélvica. Además, provoca problemas de fertilidad. En condiciones normales, el tejido que forma el revestimiento del útero, el endometrio, se desarrolla dentro de la cavidad uterina. En la endometriosis, este tejido se desarrolla en otras zonas de la pelvis y, a veces, incluso totalmente fuera de ella. En todo el mundo hay más de 150 millones de personas afectadas por esta enfermedad que es crónica y, por ahora, no existe un tratamiento que la cure.
Además del dolor pélvico, los síntomas más frecuentes son dolor de ovarios e irritabilidad. En algunos casos se presenta sin dolor, aunque normalmente este aparece cuando el endometrio crece en otros órganos como los ovarios o las trompas de Falopio. Incluso se han detectado raramente estos quistes en pulmones o en el cerebro. Algunas mujeres confunden esta patología con el dolor habitual durante la menstruación. Esta enfermedad presenta varias tipologías:
Endometriosis peritoneal. Afecta a la superficie del peritoneo, donde aparecen implantes de diverso tamaño.
Endometriosis ovárica. Desarrolla quistes de sangre en los ovarios.
Endometriosis profunda. En esta tipología, los implantes penetran pro debajo de la superficie del peritoneo.
Uno de los grandes problemas de la endometriosis es el de obtener el diagnóstico lo antes posible. En ocasiones puede tardar hasta diez años en identificar esta enfermedad porque entre el 15 y el 30 por cien de las pacientes son asintomáticas. Para lograr un diagnóstico preciso hay que realizar una exploración ginecológica y actualizar la historia clínica, que debe ser muy completa. También es necesario realizar una exploración ginecológica y una analítica de sangre. La prueba más concluyente es la ecografía transvaginal que puede ir acompañada de una resonancia magnética.
El tratamiento de esta enfermedad, dado que es crónica, persigue esencialmente reducir el dolor, o incluso eliminarlo y mejorar la fertilidad. El objetivo es controlar la enfermedad hasta la llegada de la menopausia. Este tratamiento ha de ser personalizado en función de las características del paciente y de la evolución de la enfermedad. Es importante seguir unos hábitos de vida saludables que incluyan una alimentación equilibrada y la realización de ejercicio físico moderado
