La presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha puesto el foco en dos datos preocupantes para la evolución de la inflación y la política monetaria, en su discurso inaugural del Foro de Sintra. La banquera ha desvelado que los salarios aumentarán un 14%, “recuperando los niveles reales previos a la pandemia”, y ha advertido que las expectativas de inflación se pueden mover al 3% en 2025, si las empresas no limitan sus márgenes. “Actualmente no vemos una espiral de salarios y precios o un desanclaje de las expectativas, pero cuanto más tiempo permanezca la inflación por encima del objetivo, mayores serán los riesgos”, ha destacado. También ha confirmado que en la reunión de julio se subirán los tipos de nuevo.
La localidad portuguesa de Sintra se ha convertido en el lugar mágico para el BCE. A imagen y semejanza de la reunión que organiza la Reserva Federal en Jackson Hole, la cita ya tiene un largo historial de mensajes de calado para la economía y los mercados. El expresidente Mario Draghi, ya hizo de las suyas en alguna ocasión, y la actual presidenta el año pasado anunció el inicio del ciclo de subidas de los tipos.
La banquera gala ha puesto dos datos sobre la mesa preocupantes para que en Frankfurt piensen en bajar la guardia contra los precios. Lagarde ha desvelado que el BCE maneja unas previsiones para salarios que contemplan una subida generalizada del 14% hasta finales de 2025, el momento en el que “recuperarán por completo el nivel previo a la pandemia en términos reales”. Una de las grandes pesadillas de un banquero central son los conocidos efectos de segunda ronda de la inflación, que al final es que sueldos y precios entran en una espiral descontrolada.
Esta es la fase en la que acaba de entrar la eurozona, según la presidenta del BCE. Lo que ocurra con los salarios será clave para la evolución de la inflación en los próximos años, siempre, eso sí, en función de cómo compensen las empresas este incremento de los costes que se va a producir.
Según Lagarde, la autopista que tienen por delante los salarios se explica por la resistencia de los mercados laborales ante el rally de los tipos de interés. “Habríamos esperado que la desaceleración del crecimiento económico durante el último año haya reducido un poco el crecimiento del empleo, pero durante los últimos tres trimestres, en particular, el mercado laboral se ha comportado mejor de lo esperado”, ha reconocido.
“Esa desconexión refleja en parte el aumento del acaparamiento de mano de obra por parte de las empresas en un contexto de escasez laboral”, ha indicado, lo que incide en una expectativa de crecimiento de salarios. “Es posible que la motivación de las empresas para acumular mano de obra no desaparezca rápidamente y que se concentre en sectores con un crecimiento de la productividad estructuralmente bajo”, ha enfatizado.
Peligro en los márgenes
Los coletazos de la inflación, que suelen ser los más peligrosos, no solo se concentran en los salarios, también en los beneficios empresariales, más concretamente, en los márgenes de las empresas, que se disparan tras subir precios de venta. Lagarde ha soltado el segundo dato preocupante. “Si las empresas recuperaran el 25% del margen de ganancias perdido que prevén nuestras proyecciones, la inflación en 2025 sería sustancialmente más alta que la línea de base: casi el 3%”, ha explicado la banquera. La otra gran pesadilla para un banco central es que la inflación a largo plazo se desmadre. El dato mencionado transita por este terreno peligroso.
El incremento salarial es un problema para la institución, ya que contribuirá en mantener alta la inflación y será una piedra en el camino hacia el objetivo del 2%. Y más, teniendo en cuenta que la productividad no ha repuntado como esperaba el BCE, algo que “está generando un incremento de los costes laborales para las empresas”, destaca la presidenta. Esta, de hecho, es una de las claves que ha llevado al BCE a incrementar sus previsiones de inflación subyacente en la última reunión, el pasado 15 de junio, según reconoce Lagarde.
En este contexto, el BCE todavía no ve que la inflación se haya descontrolado, pero sí avisa del peligro de que pueda haber problemas en el futuro si no se consigue cortar lo antes posible el incremento inflacionista. “No vemos una espiral en el aumento salarial o un desanclaje de las expectativas de inflación, pero cuanto más tiempo esta se mantenga por encima del objetivo, más aumenta el peligro de que ocurra”, avisa Lagarde.
En las últimas previsiones del BCE, los economistas del eurosistema elevaron su expectativa de inflación una décima en 2025, hasta el 2,2%. Aunque la cifra se mantiene cerca del objetivo del 2%, el propio organismo viene a reconocer que todavía queda trabajo por hacer para meter en cintura los precios. Las expectativas de inflación a cinco años en la zona euro superan el 2,5%, algo que no sucedía desde el pasado mes de marzo.
Lagarde, en su discurso, ha añadido: “El análisis de sensibilidad realizado por el personal del BCE subraya los riesgos a los que nos enfrentaríamos si las empresas trataran de defender sus márgenes”. Desde hace varios meses, el banco central lleva advirtiendo que lo que más le preocupa es la inflación ojo por ojo. Una manera muy gráfica de referirse a los efectos de segunda ronda y que en la práctica supone que empresas y trabajadores intentarán recuperar las rentas pérdida durante el ciclo inflacionista, lo más rápido posible.
Es por ello que, para el BCE ahora es importante que, en esta segunda fase del ‘shock’ inflacionista sean los márgenes empresariales los que amortigüen el incremento de los costes laborales. “Para poder llevar la inflación al 2% tenemos que asegurarnos de que las compañías absorban con sus márgenes el incremento de los costes laborales”, explica Lagarde.