Más de un millón de personas en Puerto Rico se quedaron sin electricidad y muchas permanecen sin agua corriente, luego de que el huracán Fiona provocó lluvias que alcanzaron los 76 centímetros en la isla montañosa, lo que causó daños generalizados a viviendas e infraestructura. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, autorizó a la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por su sigla en inglés) para que se movilizara y coordinara la ayuda. El gobernador de la isla, Pedro Pierluisi, les pidió a los residentes que permanecieran en sus casas y en refugios.
Fiona ha tenido un impacto catastrófico debido, en parte, a razones que preceden por mucho tiempo a la llegada de la tormenta. Explicamos tres de las más importantes.
En muchos sentidos, Puerto Rico todavía se está recuperando de su última catástrofe. En septiembre de 2017, los huracanes Irma y María azotaron la isla con solo unas pocas semanas de diferencia. María dejó un saldo de casi 3000 personas fallecidas y tomó 11 meses restaurar la energía eléctrica a todos los clientes en la isla. Esa situación, aunada con la de las Islas Vírgenes de Estados Unidos, es calificada por los investigadores como el mayor apagón en la historia estadounidense, debido a la cantidad de personas afectadas y su duración.
El gobierno de Biden comenzó a liberar la ayuda y a eliminar las restricciones poco después de asumir el poder el año pasado, como parte de una iniciativa para abordar las disparidades raciales en el impacto del cambio climático.
El gobierno de Puerto Rico se ha demorado con la reconstrucción
Ahora, incluso con un mayor flujo de dinero gubernamental para Puerto Rico, el progreso de reconstrucción después de Irma y María sigue siendo lento.
Hasta el mes pasado, el gobierno de la isla había gastado solo unos 5300 millones de dólares, es decir, el 19 por ciento de los 28.000 millones de dólares de los fondos que FEMA ha comprometido para proyectos de recuperación posteriores a 2017, según Christopher Currie, uno de los directores del equipo de justicia y seguridad nacional de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental. Una gran mayoría de ese dinero —el 81 por ciento— se destinó a ayuda de emergencia, como la remoción de escombros, aseguró Currie. Se ha destinado una cantidad considerablemente menor a obras permanentes, como mejoras en las carreteras y servicios públicos.
Currie reveló las cifras en un testimonio realizado la semana pasada ante un subcomité de la Cámara de Representantes sobre la labor de FEMA en Puerto Rico desde el paso de Irma y María. Currie también identificó varias razones por las que la recuperación ha sido difícil.
Los funcionarios locales en algunas zonas de Puerto Rico no tienen la experticia ni el conocimiento de las regulaciones federales para gestionar los programas de subvenciones de FEMA, dijo Currie. La inflación ha elevado los costos de los proyectos. Los gobiernos locales han tenido problemas para contratar ingenieros y contratistas. Las piezas y materiales para los proyectos de construcción han tardado mucho en llegar debido a los retrasos en las cadenas de suministro globales, según Currie.
Anne Bink, administradora asociada de la Oficina de Respuesta y Recuperación de FEMA, le dijo la semana pasada al mismo subcomité de la Cámara de Representantes de EE. UU. que la agencia estaba mejor preparada para ayudar a Puerto Rico a superar una gran tormenta que en 2017, en parte porque ahora se almacenan más suministros de emergencia en la isla.
En la actualidad, FEMA tiene el doble de generadores eléctricos en Puerto Rico, nueve veces la cantidad de agua, diez veces los alimentos y ocho veces el número de lonas en comparación con 2017, informó Bink. La agencia también ha facilitado el proceso para que los propietarios de viviendas reciban asistencia por desastres, aseguró.
El cambio climático está generando tormentas con mayores precipitaciones
Los científicos necesitarán tiempo para precisar con exactitud cómo fue que el calentamiento global causado por la quema de combustibles fósiles contribuyó al huracán Fiona. Pero, en general, el incremento del nivel del mar provocado por el cambio climático está causando marejadas ciclónicas más peligrosas a causa de los ciclones tropicales: si las aguas costeras ya están elevadas, una marejada ciclónica puede causar estragos al interior de la isla. Las temperaturas más altas también están provocando que se evapore más agua de los océanos y el aire más cálido retiene mayor humedad. Todo eso se traduce en que las tormentas pueden llegar con lluvias más intensas.
Mientras el planeta se siga calentando, los científicos esperan que, en promedio, los ciclones tropicales se vuelvan más fuertes a nivel mundial. Los modelos científicos predicen que podría haber ligeramente menos cantidad de ciclones tropicales, pero cada uno de ellos podría causar un daño mayor.