Una delegación del Gobierno afgano se reunió este sábado en Qatar con los representantes del movimiento talibán para reactivar unas estancadas negociaciones de paz entre ambas partes. Esto al mismo tiempo que la nación –pronto sin soldados estadounidenses– vive un repunte de la violencia sin precedentes
En septiembre del año pasado, el Gobierno afgano y el grupo talibán empezaron una ronda de negociaciones para poner fin a dos décadas de conflicto en Afganistán. Pero este enero hubo una pausa y, desde entonces, no se ha logrado avanzar tanto como se esperaba.
Ambas partes se culpan mutuamente por la falta de resultados, sin embargo, este sábado se retomaron las conversaciones con el objetivo de lograr la anhelada paz en la devastada nación.
Si bien, ese propósito común sigue sin ser claro, ahora que los combates se intensifican tras la retirada en progreso de las tropas de Estados Unidos y la OTAN. Desde el 1 de mayo, los talibanes han venido ganando territorios y han capturado más de 130 centros de distrito, sobre todo en el norte del país.
Un lento progreso para alcanzar la paz
Al inicio de la reunión de este sábado en Doha, el jefe del Consejo Superior para la Reconciliación Nacional del Gobierno afgano, Abdullah Abdullah, envió un primer mensaje: “Tomemos las medidas importantes para continuar el proceso de paz, para evitar la matanza de personas (…) porque no podemos pagar el precio con sangre y no podemos eludir nuestra responsabilidad”.
El equipo de alto nivel del Ejecutivo está integrado también por el ex vicepresidente Mohammad Karim Khalili; el exlíder de la resistencia contra los soviéticos, Ata Mohammad Noor; y el ministro de Estado para la Paz, Sadat Mansoor Naderi.
Por su parte, Mullah Abdul Ghani Baradar, vicepresidente y negociador de los talibanes, lamentó la falta de progreso. “Debe haber esperanza y los talibanes harán esfuerzos para que las conversaciones tengan un resultado positivo”, aseguró.
El principal negociador del grupo insurgente, el mulá Baradar Akhund, afirmó en días pasados que las conversaciones intrafganas no han logrado hasta el momento “el progreso esperado” debido a algunos problemas, pero que, aun así, “no debemos perder la esperanza y la fe en las conversaciones”.
Entre los puntos principales de estos diálogos está pactar un alto el fuego, la liberación de 7.000 prisioneros talibanes y la eliminación de nombres del grupo de la lista negra de Naciones Unidas.
Las consecuencias tras la invasión de Estados Unidos
Pronto se cumplirán dos décadas desde el inicio del conflicto afgano, que empezó con la invasión de Estados Unidos al país asiático en respuesta a los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.
Con la Administración de Joe Biden se da por terminada una operación militar que, para el mandatario estadounidense, tuvo que haber finalizado después de haber logrado dos de sus objetivos: la muerte de Osama Bin Laden, exlíder de la agrupación terrorista Al Qaeda, autora de los ataques en Nueva York, y evitar que sus miembros lanzaran más ataques contra su territorio.
Estados Unidos abandona una guerra que todavía no llega a su fin, pues su retirada le ha dado fuerza a los talibanes, ya que han aumentado las ofensivas tomando distritos y cruces fronterizos mientras rodean las capitales provinciales.
De acuerdo a la agencia de la ONU para los refugiados, ACNUR, se estima que cerca de 270.000 afganos han sido desplazados dentro del país desde enero de este año y, por ahora, más de 3,5 millones de personas han tenido que abandonar sus hogares.
Además, este viernes 16 de julio el fotoperiodista indio de la agencia de noticias Reuters, Danish Siddiqui, fue asesinado con impactos de metralleta mientras cubría los combates entre el Ejército nacional y los talibanes, en la localidad de Spin Boldak, en la frontera con Pakistán.