Bolivia y México están decididos a reanudar la misión de la Organización de los Estados Americanos y liberarla de las acciones injerencistas de Luis Almagro.
El canciller boliviano, Rogelio Mayta, enfatizó el sábado que los dos socios coinciden en que el secretario general de la OEA, Luis Almagro, no cumple su tarea y solo beneficia a ciertos países miembros, ignorando el derecho del resto.
Debido a su trabajo, adujo el máximo diplomático del país andino, la OEA ya no funciona “como está concebida” y no garantiza los intereses de los pueblos de la región de Latinoamérica.
“Nuestro objetivo es rescatar a la OEA. La institucionalidad de la OEA en este momento, lastimosamente, ha sido secuestrada por Almagro y por algunos intereses que no son americanos”, señaló en declaraciones ofrecidas a una emisora local.
Mayta elogió el firme rechazo del presidente de México, Manuel López Obrador, a la injerencia de Almagro en las decisiones internas de los países del bloque regional y su papel en el golpe de Estado de 2019 contra el expresidente boliviano Evo Morales.
Al respecto, reiteró que la OEA tiene un fin y un objeto y debe servir a la cooperación integral de los países miembros. El presidente de Bolivia, Luis Arce, reiteró, por su parte, en Twitter la firme decisión de su país y México, y arremetió contra Almagro por impulsar una agenda injerencista en la región.
- Arce anuncia campaña internacional contra golpe de Estado de 2019
La OEA, en el marco de su misión como observadora en los comicios de Bolivia en 2019, publicó un desacertado informe de auditoría en el que afirmó que Morales no había conseguido los votos suficientes, por lo que promovió un “fraude”.
El informe de Almagro desató una crisis en Bolivia que dio lugar a un golpe de Estado que apartó del poder a Morales el 10 de noviembre de 2019.
Bolivia, durante el mandato de su líder indígena ostentó un éxito económico en la región. Sin embargo, con el golpe de Estado, el crecimiento y el auge económicos decayeron, es más, la situación socioeconómica del país se agravó por las medidas de la expresidenta de facto de Bolivia, Jeanine Áñez, quien actualmente se encentra detenida por varias acusaciones, entre ellas, su rol en el golpe y las matanzas de Sacaba y Senkata.