El presidente brasileño participará en la cumbre de la Celac, marcada por la esperada presencia de Nicolás Maduro en su primer viaje a un país de la región en cinco años
Brasil y Argentina buscan crear una moneda sudamericana común. Es el objetivo más ambicioso de la alianza estratégica que relanzarán los presidentes de ambos países durante la visita de Luiz Inácio Lula da Silva a Buenos Aires esta semana, la primera al extranjero desde que asumió el poder hace tres semanas. El mandatario y líder de la izquierda brasileña, que aterrizó el domingo por la noche en la capital argentina, se reunirá este lunes con Alberto Fernández y al día siguiente ambos participarán de la cumbre de la Celac (la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños). De todos modos, ambos deberán compartir protagonismo con el venezolano Nicolás Maduro, al que se espera en su primer viaje a un país latinoamericano en un lustro. “Hasta donde yo sé, vendrá”, declaró el presidente Fernández en una entrevista publicada este domingo.
Fernández y Lula anunciaron, en un texto conjunto en la página web de la Presidencia argentina, que han decidido “avanzar en las discusiones sobre una moneda sudamericana común que pueda usarse tanto para los flujos financieros como comerciales, reduciendo los costos operativos y nuestra vulnerabilidad externa”. En el documento, instan a “simplificar y modernizar las reglas y fomentar el uso de las monedas locales” como forma de superar las barreras en los intercambios comerciales.
El ministro de Economía argentino, Sergio Massa, confirmó las conversaciones pero advirtió en declaraciones al diario Financial Times que se trata del “primer paso de un largo camino”. Aunque es una iniciativa bilateral, será ofrecida a otros países sudamericanos. Según el diario británico, se baraja llamarla sur.
La bilateral de Lula con Fernández será eminentemente política más que comercial. Inaugurarán juntos un encuentro empresarial en el Museo del Bicentenario antes de participar en una actividad sobre derechos humanos y asistir, por la noche, a un concierto de la hermandad argentino-brasileña en el Centro Cultural Kirchner. No se descarta que se reúna por separado con la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner.
Lula retoma la tradición de que el destino del primer viaje del presidente brasileño sea a la vecina Argentina. En su caso, se suma además la estrecha relación que mantiene con su homólogo Fernández. El brasileño tiene muy presente que el argentino fue a visitarlo en el peor momento de su vida, cuando estaba encarcelado por una condena posteriormente anulada. Era 2019, Fernández aspiraba a la presidencia y Jair Bolsonaro llevaba unos meses en el poder. El ultraderechista congeló la relación diplomática con Buenos Aires en cuanto el peronismo regresó al poder con la derrota de Mauricio Macri; su primera visita oficial fue al Washington de Donald Trump.
No es la primera vez que se discute la posibilidad de una moneda en común, una idea que resulta más atractiva para Argentina —sin acceso a crédito en los mercados internacionales, con escasas reservas en el Banco Central y una inflación anual de casi el 95%— que para Brasil. En 2019, la propuesta de un “peso real” estuvo en la mesa de los entonces presidentes Macri y Bolsonaro, pero no prosperó.
El Gobierno argentino confía en que la buena sintonía entre Lula y Fernández ayude a vencer las reticencias de su mayor socio comercial, después de que en 2022 el comercio bilateral aumentase más de un 20%. Está previsto además que los mandatarios firmen acuerdos en materia de cooperación en soberanía energética e integración financiera, defensa, salud, ciencia, tecnología, innovación y cooperación antártica, según anticipó la cancillería argentina.
El líder de la izquierda brasileña, que lidera un Gobierno que incluye al centro derecha, está empeñado en que Brasil vuelva a la primera línea de la diplomacia internacional. Pretende que ejerza de nuevo el liderazgo en la integración latinoamericana: impulsar Mercosur, ser escuchado junto al resto de los emergentes en los principales foros internacionales, participar activamente en los organismos multilaterales y defender la negociación como vía prioritaria para resolver los conflictos.
Por eso entre las primeras medidas adoptadas por Lula en su tercer mandato estuvo el reingreso Brasil en la Celac y el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con la Venezuela de Nicolás Maduro, rotas por Bolsonaro.
La participación de Maduro en la cumbre de la Celac ha derivado en un nuevo enfrentamiento entre el Gobierno y la oposición de Argentina. El expresidente Macri ha calificado de vergonzosa la visita del líder de Venezuela y de su par cubano, Miguel Díaz-Canel, (al nicaraguense Daniel Ortega no se le espera). La exministra de Seguridad, Patricia Bullrich, ha solicitado la detención de Maduro. “La inmensa mayoría de los argentinos sentimos vergüenza de que nuestro país se asocie con otros donde hay persecución, tortura, narcoterrorismo, presos políticos y elecciones fraudulentas que se burlan de la democracia”, ha escrito Macri en sus redes sociales. “El multilateralismo implica debatir sin exclusiones y sin negar las diferencias para mejorar los vínculos entre los pueblos”, le ha respondido el canciller argentino, Santiago Cafiero.
La cumbre de la Celac tiene buenas opciones de convertirse en el escenario del reencuentro de Lula con Maduro, pero la reunión no ha sido confirmada. El Gobierno brasileño ya ha enviado a Caracas un equipo con la misión de reabrir la embajada, al principio, estará dirigida por un encargado de negocios.
Con Lula viaja su esposa, Janja, una socióloga con un activo papel junto al presidente. En su primera entrevista, afirmó que Evita y Michelle Obama eran modelos que le gustaría seguir.