El mural dedicado a Xi Jinping en el Museo del Partido Comunista de China, en Pelín CARLOS GARCIA
El Partido Comunista encumbra a su líder se eleva al nivel de Mao y celebra sus cien años de éxitos y
Actualizado a las 21:14 h.
Durante cuatro días la élite política se ha reunido en Pekín a puerta cerrada y sin que se filtrara ninguna información de la sexta sesión plenaria del XIX Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh). Los 348 miembros han votado disciplinadamente y sin sorpresas una resolución histórica que revisa los cien años de historia del partido.
Xi Jinping sale reforzado para seguir en el poder un tercer mandato y ser el hombre fuerte que debe dirigir el país en su ascenso como superpotencia mundial. La «prosperidad común», el «desarrollo de alta calidad» y la necesidad de «promover la autosuficiencia científica y tecnológica» son los lemas de la nueva etapa.
El documento confirma sin rubor y sin ninguna autocrítica los cien años de éxitos que han permitido a China desarrollarse y vivir su mejor momento. Incluso llega a decir que «El partido y el pueblo han luchado durante cien años y han escrito la epopeya más magnífica de la historia de la nación china en miles de años».
Si los éxitos del partido no tienen sombras, el mismo entusiasmo muestra con la figura del presidente del país y secretario del PCCh. El texto repasa sin complejos el progreso logrado por Xi Jinping desde que llegó al poder en el 2012: la lucha contra la corrupción, la respuesta acertada a la crisis del coronavirus, la eliminación de la pobreza extrema y destaca la fortaleza de la seguridad nacional para acabar con la crisis de Hong Kong. Sin olvidar advertir que Taiwán es un asunto interno y no se permitirá su independencia.
Pero no solo lo presenta como buen gobernante, también como ideólogo de una serie de teorías y pensamientos que el partido debe aplicar para alcanzar el «rejuvenecimiento de la nación».
El documento encumbra como figura histórica a Xi Jinping que liderará «el nuevo viaje hacia la modernización socialista de China» y lo coloca en el Olimpo del partido al mismo nivel de Mao Zedong y Deng Xiaoping, ya que solo durante sus mandatos se publicaron revisiones de la historia.
La primera fue en 1945 y confirmó el liderazgo de Mao, la segunda en 1981 cuando Deng abrió el país a las reformas económicas que han llevado a China a convertirse en la segunda económica mundial.
Pero Deng se atrevió a criticar la revolución cultural que se calificó como «error», aunque salvando la figura de Mao. Y en la historia que estudian los chinos no se ha avanzado más allá de esta calificación. No se ha analizado lo que ocurrió en este período de tiempo ni cuantificado las pérdidas humanas y materiales que se produjeron.
Ahora no hay espacio para la crítica. El texto menciona a los líderes anteriores y valora su aportación al ideario del partido, incluidos Jiang Zemin y Hu Jintao.
La nueva era de Xi seguramente signifique el final de la etapa de reformas iniciadas por Deng. El país ya se ha desarrollado, el crecimiento y enriquecimiento sin límites van a dar paso a las nuevas políticas de «prosperidad común», es decir redistribución de la riqueza.
El control sobre las empresas privadas ha regresado y lo han notado gigantes hasta hace poco mimados como Alibaba, sometido a una investigación antimonopolio. Su fundador Jack Ma prácticamente ha desaparecido de la vida pública. Liderar la lista de los más ricos ya no es un buen ejemplo.
Xi Jinping no ha dudado en intervenir para regular sectores como las plataformas tecnológicas, la educación o las inmobiliarias. La descarbonización es un reto pendiente y el país debe avanzar hacia un modelo económico más sostenible.
En el Congreso que se celebrará en otoño del 2022 casi con toda seguridad Xi será elegido para un tercer mandato, La única duda es si será el último.
