Se estima que los afectados son unas 200.000 personas. El problema comenzó hace cinco días, luego de que una serie de inundaciones inhabilitaran una planta de tratamiento de agua.
Las autoridades alegan que los trabajos para restaurar el suministro avanzan a medida que se acerca el festivo del Día del Trabajo, que se celebra este lunes.
La población, por su parte, pide una solución ante una fuerte ola de calor que afecta a la región. Bañarse, tirar de la cadena del baño o lavar les resulta un problema mayor.
“Ha sido horrible estar sin agua”, le dice Shirley Barnes a la BBC mientras hacía cola para obtener más botellas el viernes.
-
Por qué dejé de hablar voluntariamente durante 17 años
-
Cómo fueron los violentos disturbios por el caso Rodney King que prendieron Los Ángeles en llamas hace 30 años
Final de Recomendamos
“Tratar de hacer tus rutinas normales, eso ha sido lo más difícil. Tratar de hervir agua. Lavarse la cara, bañarse, cocinar. Es como si viviera en los días de las cavernas”.
“Nunca pensé que estaría en esta situación, pero aquí estamos”, agregó.
Voluntarios como Debbie Upchurch se han sumado a la Guardia Nacional para repartir agua entre los ciudadanos que residen en Jackson.
Su hija, maestra en la comunidad, no ha podido dar clases en persona esta semana y, en cambio, ha ofrecido sus cursos en línea.
“En este momento no pueden reunirse para la clase porque no hay agua para cocinar o [para] los baños”, dijo. “A veces esa es la única comida que tienen los alumnos, es lo que desayunan y almuerzan en las escuelas”.
Un problema continuo
El teniente Román Ramírez de la Guardia Nacional de Misisipi le dijo a la BBC que su escuadrón contaba con 44 soldados que habían distribuido alrededor de 80.000 botellas para el mediodía del viernes.
“Hay muchas emociones en los ciudadanos aquí, pero nuestro trabajo es solo presentarnos y ayudar donde podamos, dar tanta agua como podamos”, dijo.
Ryan Bell, residente de Jackson, vive frente al recinto ferial estatal, donde se distribuye agua embotellada.
“Todos están pasando por esta crisis, todos en la ciudad de Jackson, todos estamos juntos en esto”, dijo.
Incluso antes de las inundaciones que causaron el problema de suministro, algunos residentes de esta ciudad mayoritariamente negra no han tenido acceso confiable al agua de grifo.
“Ha sido un problema continuo”, dijo Bell, quien dirige una empresa de construcción local.
“Tenemos una infraestructura envejecida siendo una ciudad muy antigua. Todo lo que pedimos realmente es ayuda, apoyo, comprensión y oraciones para la gente de Jackson”.
No se sabe cuánto durará
El presidente Joe Biden ha declarado el estado de emergencia por la crisis en la ciudad sureña.
Alctualmente, algunos residentes ni siquiera tienen suficiente presión de agua para descargar los inodoros y tienen que usar baños portátiles ubicados en toda la ciudad.
Mientras tanto, se han formado largas colas fuera de los centros de distribución de agua a medida que las temperaturas superan los 32ºC.
El alcalde de Jackson dijo el viernes que había “progresos” en la reparación de la planta, pero aún no había un cronograma de cuánto tiempo durarán los problemas.
Se ha restablecido la presión del agua en las casas y los negocios cercanos a la planta de tratamiento, pero los edificios más alejados todavía tienen una presión de agua débil o nula.
A medida que aumenta la presión del agua, los funcionarios advierten que podría provocar la ruptura de tuberías en toda la ciudad.
Racismo ambiental
“Tenemos una instalación de tratamiento de agua obsoleta en la que nadie ha pensado durante años”, comenta el profesor Edmund Merem, experto en planificación urbana y estudios ambientales de la Universidad Estatal de Jackson.
El profesor Merem también cree que hay otro factor que ha desviado la atención y la financiación de la infraestructura del agua en ruinas de Jackson: el racismo.
Los expertos y activistas dicen que lo que está sucediendo en Jackson, y en ciudades como Flint, en Michigan, donde el suministro de agua está contamiando con plomo, es un legado directo de generaciones de discriminación y segregación racial.
“Esta es una situación profundamente asentada, de décadas de evolución”, dice Arielle King, abogada y defensora ambiental.
“Creo que la historia de la segregación racial y las líneas rojas en este país han contribuido profundamente a las injusticias ambientales que vemos en este momento”.
La llamada práctica de “líneas rojas” (redlining en inglés), afirma la abogada, comenzó en la década de 1940, cuando el gobierno negaba hipotecas y préstamos a personas negras porque se consideraban “demasiado riesgosos”.
El programa duró más de 40 años y, como resultado, dice King, las comunidades predominantemente negras y de bajos ingresos se concentraron en áreas con industrias contaminantes como vertederos, refinerías de petróleo y plantas de tratamiento de aguas residuales.
Y esas áreas, señala, todavía existen.
Ella habla sobre áreas del país como el llamado Callejón del Cáncer. Una vez el hogar de las extensas plantaciones de Luisiana, el área a lo largo del río Misisipi es ahora una línea industrial de más de 150 refinerías de petróleo.
Durante décadas, los residentes predominantemente negros han sufrido algunas de las tasas de cáncer más altas del país debido a la contaminación.
King dice que el legado de este tipo de racismo ambiental, junto con décadas de inversión insuficiente en áreas de bajos ingresos, se está manifestando en Jackson.
“Pueden decir que hay diferentes factores que conducen a las inundaciones, pero las personas no estarían sujetas a áreas que son susceptibles a inundaciones sin una línea roja en primer lugar”, opina.