Si el filibustero William Walker (1824-1860) escribió el prólogo de la ya casi bicentenaria historia de los intentos de dominación estadounidenses sobre Nicaragua, la actual administración de Joe Biden ya tiene en blanco y negro el nuevo capítulo por el control de un enclave geoestratégico vital para sus aspiraciones de supremacía hemisférica.
Así lo sostuvo en declaraciones a Sputnik el director del Centro Regional de Estudios Internacionales (CREI), Manuel Espinoza, politólogo egresado a fines de los 80 del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales (MGIMO) de Moscú.
Nicaragua forma parte, junto con Cuba y Venezuela, de lo que Espinoza define como bloque antihegemónico latinoamericano.
“En el plano latinoamericano, la recién presentada estrategia provisional de seguridad nacional tiene una lectura muy clara en cuanto al uso de las acciones del intervencionismo político y clandestino que los estadounidenses vienen empleando en la región desde hace largas décadas”, comentó el analista político al contextualizar el diseño de la política del Departamento de Estado para Nicaragua en el cuatrienio (2021-2025).
La agenda centroamericana del tándem Biden-Blinken
Migración, corrupción, crimen organizado, abusos de poder, política interna, elecciones y COVID-19 copan la agenda para Centroamérica del equipo liderado por Antony John Blinken, primer jefe de la diplomacia bajo la administración Biden.
La Estrategia de Seguridad Nacional diseñada para la región por el Gobierno de Donald Trump desde el 2017 implica el incremento de la labor de la comunidad de inteligencia estadounidense en el área y ese frente tendrá continuidad, explicó Espinoza.
El 13 de marzo, la mayoría de los más de seis millones de nicaragüenses se sintió saqueada, no en la forma clásica de los despojos con marca de fabricación en Washington, sino en un tema tan noble como el deporte.
Al tetracampeón mundial de boxeo y principal ídolo deportivo del país, Román Chocolatito González, le robaron el triunfo que sus puños forjaron sobre el ring frente al mexicano Juan Francisco El Gallo Estrada.
Lo peor de la decisión, calificada de escandalosa por la cátedra boxística mundial y los principales medios que le dieron cobertura a la velada escenificada en Houston (Estados Unidos, sur) fue la votación fuera de manual y contra toda lógica (117-111) de Carlos Sucre, un árbitro venezolano de reconocida militancia anti chavista, quien al día siguiente fue suspendido por la Asociación Mundial de Boxeo.
En el suceso (anti) deportivo que podría resultar ajeno a la política, Espinoza ve la mano de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
El caso es que el Chocolatito es un reconocido militante del partido de Gobierno, el Frente Sandinista de Liberación Nacional, y admirador del presidente Daniel Ortega.
Por si fuera poco, El Gallo Estrada posó para las cámaras con la bandera de Nicaragua volteada al revés, tal como lo hicieron los protagonistas de las acciones de violencia y crímenes de odio de abril de 2018, que el Ejecutivo nicaragüense calificó como intento fallido de golpe de Estado (suave, a la manera diseñada por el politólogo estadounidense Gene Sharp, 1928-2018).
Nicaragua bajo la lupa de Washington
A diferencia de otras naciones del subcontinente donde Estados Unidos hace lo indecible por contrarrestar la creciente influencia de China, Nicaragua es un caso especial, pues sus relaciones son con Taiwán, no con el gigante asiático.
En el caso nica, la lupa de Washington escudriña las consideradas relaciones estratégicas con Rusia y Cuba, a las cuales identifica como una amenaza para su seguridad nacional.
“El 16 de marzo el jefe del Comando Sur (del Ejército estadounidense), Craig S. Faller, acusó que Managua mantiene estrechos vínculos con Moscú, cuya asistencia de seguridad a Nicaragua se centra en militares profesionales. También aseguró, en una comparecencia ante el Senado, que Cuba, Venezuela y Nicaragua son una amenaza directa para el territorio estadounidense”, citó el politólogo nicaragüense.
“Son un desalentador desafío que no podemos enfrentar (solos) por nuestra cuenta. La única forma de contrarrestar estas amenazas es fortalecer a nuestros socios en la región”, agregó Faller en referencia a Colombia y Brasil en lo fundamental.
En consecuencia, Espinoza prevé que en primer término el énfasis de la estrategia estadounidense hacia Nicaragua apunte a crear y consolidar una oposición política que pueda desafiar de manera constante al gobierno sandinista.
“Crear mayor acercamiento entre el sector privado y la sociedad civil mientras reducen la capacidad de ciertos partidos políticos; y promover la desestabilización del gobierno del presidente Daniel Ortega sobre todo en este año electoral, con los comicios o por la vía del golpe suave”, es otro de los presupuestos que avizora el cientista social.
Como finalidades de tal estrategia Espinoza identificó en lo fundamental la de cortarle un mayor acceso a la región a Rusia y a Cuba en términos geopolíticos, que según los tanques pensantes de Washington amenazarían su seguridad nacional y, además, debilitar el bloque regional anti-hegemónico.
“Para cumplir con este objetivo existe todo un andamiaje de experiencias acumuladas, las cuales ya implementan, tanto de manera pública como clandestina”, advirtió.
Otra maniobra para intentar sacar a Managua del citado bloque y hacerla orbitar en torno a la agenda de la Casa Blanca sería, a su juicio, un paquete de propuestas económico-financieras, de comercio e inversión, al gobierno del Frente Sandinista.
Una variante diametralmente opuesta a la anterior sería incrementar la guerra de sanciones (en práctica desde 2018), a la par de la presión internacional permanente hasta lograr un aislamiento y debilitamiento de Nicaragua, al estilo venezolano.
Por lo pronto en fecha reciente, 24 de marzo, Ryan C. Berg, en representación de un tanque pensante como es el American Enterprise Institute, compareció ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado con una exposición sobre las actividades de China y Rusia en el hemisferio, más las “dictaduras” en los países de la que denominan Troika del mal.
Espinoza recordó que desde hace años Berg es un experto en ataques “académicos” contra Nicaragua y Venezuela y en consecuencia es de esperar que sus recomendaciones a la al Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara Alta del Congreso sean seguidas a pie juntillas.
Si el filibustero William Walker (1824-1860) escribió el prólogo de la ya casi bicentenaria historia de los intentos de dominación estadounidenses sobre Nicaragua, la actual administración de Joe Biden ya tiene en blanco y negro el nuevo capítulo por el control de un enclave geoestratégico vital para sus aspiraciones de supremacía hemisférica.
Así lo sostuvo en declaraciones a Sputnik el director del Centro Regional de Estudios Internacionales (CREI), Manuel Espinoza, politólogo egresado a fines de los 80 del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales (MGIMO) de Moscú.
Nicaragua forma parte, junto con Cuba y Venezuela, de lo que Espinoza define como bloque antihegemónico latinoamericano.
“En el plano latinoamericano, la recién presentada estrategia provisional de seguridad nacional tiene una lectura muy clara en cuanto al uso de las acciones del intervencionismo político y clandestino que los estadounidenses vienen empleando en la región desde hace largas décadas”, comentó el analista político al contextualizar el diseño de la política del Departamento de Estado para Nicaragua en el cuatrienio (2021-2025).
La agenda centroamericana del tándem Biden-Blinken
Migración, corrupción, crimen organizado, abusos de poder, política interna, elecciones y COVID-19 copan la agenda para Centroamérica del equipo liderado por Antony John Blinken, primer jefe de la diplomacia bajo la administración Biden.
La Estrategia de Seguridad Nacional diseñada para la región por el Gobierno de Donald Trump desde el 2017 implica el incremento de la labor de la comunidad de inteligencia estadounidense en el área y ese frente tendrá continuidad, explicó Espinoza.
El 13 de marzo, la mayoría de los más de seis millones de nicaragüenses se sintió saqueada, no en la forma clásica de los despojos con marca de fabricación en Washington, sino en un tema tan noble como el deporte.
Al tetracampeón mundial de boxeo y principal ídolo deportivo del país, Román Chocolatito González, le robaron el triunfo que sus puños forjaron sobre el ring frente al mexicano Juan Francisco El Gallo Estrada.
Lo peor de la decisión, calificada de escandalosa por la cátedra boxística mundial y los principales medios que le dieron cobertura a la velada escenificada en Houston (Estados Unidos, sur) fue la votación fuera de manual y contra toda lógica (117-111) de Carlos Sucre, un árbitro venezolano de reconocida militancia anti chavista, quien al día siguiente fue suspendido por la Asociación Mundial de Boxeo.
En el suceso (anti) deportivo que podría resultar ajeno a la política, Espinoza ve la mano de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
El caso es que el Chocolatito es un reconocido militante del partido de Gobierno, el Frente Sandinista de Liberación Nacional, y admirador del presidente Daniel Ortega.
Por si fuera poco, El Gallo Estrada posó para las cámaras con la bandera de Nicaragua volteada al revés, tal como lo hicieron los protagonistas de las acciones de violencia y crímenes de odio de abril de 2018, que el Ejecutivo nicaragüense calificó como intento fallido de golpe de Estado (suave, a la manera diseñada por el politólogo estadounidense Gene Sharp, 1928-2018).
Nicaragua bajo la lupa de Washington
A diferencia de otras naciones del subcontinente donde Estados Unidos hace lo indecible por contrarrestar la creciente influencia de China, Nicaragua es un caso especial, pues sus relaciones son con Taiwán, no con el gigante asiático.
En el caso nica, la lupa de Washington escudriña las consideradas relaciones estratégicas con Rusia y Cuba, a las cuales identifica como una amenaza para su seguridad nacional.
“El 16 de marzo el jefe del Comando Sur (del Ejército estadounidense), Craig S. Faller, acusó que Managua mantiene estrechos vínculos con Moscú, cuya asistencia de seguridad a Nicaragua se centra en militares profesionales. También aseguró, en una comparecencia ante el Senado, que Cuba, Venezuela y Nicaragua son una amenaza directa para el territorio estadounidense”, citó el politólogo nicaragüense.
“Son un desalentador desafío que no podemos enfrentar (solos) por nuestra cuenta. La única forma de contrarrestar estas amenazas es fortalecer a nuestros socios en la región”, agregó Faller en referencia a Colombia y Brasil en lo fundamental.
En consecuencia, Espinoza prevé que en primer término el énfasis de la estrategia estadounidense hacia Nicaragua apunte a crear y consolidar una oposición política que pueda desafiar de manera constante al gobierno sandinista.
“Crear mayor acercamiento entre el sector privado y la sociedad civil mientras reducen la capacidad de ciertos partidos políticos; y promover la desestabilización del gobierno del presidente Daniel Ortega sobre todo en este año electoral, con los comicios o por la vía del golpe suave”, es otro de los presupuestos que avizora el cientista social.
Como finalidades de tal estrategia Espinoza identificó en lo fundamental la de cortarle un mayor acceso a la región a Rusia y a Cuba en términos geopolíticos, que según los tanques pensantes de Washington amenazarían su seguridad nacional y, además, debilitar el bloque regional anti-hegemónico.
“Para cumplir con este objetivo existe todo un andamiaje de experiencias acumuladas, las cuales ya implementan, tanto de manera pública como clandestina”, advirtió.
Otra maniobra para intentar sacar a Managua del citado bloque y hacerla orbitar en torno a la agenda de la Casa Blanca sería, a su juicio, un paquete de propuestas económico-financieras, de comercio e inversión, al gobierno del Frente Sandinista.
Una variante diametralmente opuesta a la anterior sería incrementar la guerra de sanciones (en práctica desde 2018), a la par de la presión internacional permanente hasta lograr un aislamiento y debilitamiento de Nicaragua, al estilo venezolano.
Por lo pronto en fecha reciente, 24 de marzo, Ryan C. Berg, en representación de un tanque pensante como es el American Enterprise Institute, compareció ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado con una exposición sobre las actividades de China y Rusia en el hemisferio, más las “dictaduras” en los países de la que denominan Troika del mal.
Espinoza recordó que desde hace años Berg es un experto en ataques “académicos” contra Nicaragua y Venezuela y en consecuencia es de esperar que sus recomendaciones a la al Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara Alta del Congreso sean seguidas a pie juntillas.