En la primera vuelta, el ultra Javier Milei perdió. Sergio Massa ganó con el apoyo del 45% del padrón femenino y la consolidación de un fenómeno mundial: las mujeres son una barrera contra el neofascismo
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El candidato presidencial de La Libertad Avanza (LLA), Javier Milei, que se disputará la presidencia de Argentina el próximo 19 de noviembre, dice que la brecha de género no existe. El 36º Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales e Intersexuales, que se celebró el mes pasado en Bariloche, reprocha la feminización de la pobreza en su documento de apertura. Milei representa una amenaza a la democracia, no solo para Argentina, sino para contagiar a América Latina de neodictaduras, con TikTok y en las urnas. El Encuentro, por su parte, es una expresión mucho más literal de democracia, sin representación de unas en nombre de muchas, con horizontalidad de voces que se escuchan iguales y participación multiplicada.
Milei pide la desregulación de las armas. El Encuentro condena el intento de femicidio contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Milei vota en contra de la Ley Nacional de Respuesta Integral al VIH, Hepatitis Virales, otras Infecciones de Transmisión Sexual y Tuberculosis porque “agranda el Estado”. El Encuentro pide que se garantice el acceso a medicamentos retrovirales. Milei sostiene que “quien quiera reventarse consumiendo droga o suicidarse, puede hacerlo sin asistencia del Estado”. El Encuentro pide la creación de centros comunitarios para atender los problemas de adicciones y salud mental.
Milei dice que va a llamar a un plebiscito para derogar la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. El Encuentro festeja la aprobación del aborto legal, seguro y gratuito y reclama que se realicen capacitaciones para el personal de salud en parto humanizado para evitar la violencia obstétrica.
La democracia no es solo política, también es una muestra de cuerpos presentes para elegir no ser madres, para elegir cómo ser madres, para respetar las decisiones individuales y colectivas. El odio a las mujeres no es por lo que eligen, sino por qué pueden elegir. Por eso, cuando votan, las mujeres —masivamente— no eligen a los que las odian.
El Encuentro Plurinacional de Mujeres nació hace 36 años en la Ciudad de Buenos Aires y se convirtió en un evento único, el pogo (la forma de llamar a ese salto masivo que se produce en un recital de rock) más grande del mundo, una cita anual a la que se llega como una meca feminista (con venta de rifas, juntada de fondos y rituales de picnic compartido) con un destino que cambia y se elige por aplausómetro o la democracia de escuchar a quienes palmean más fuerte.
Este 2023, la sede fue Bariloche (Furilofche en lengua originaria mapuzungun) un centro de esquí elegido por el turismo europeo, en el que las mujeres mapuches denuncian usurpación de sus tierras ancestrales, contaminación, represión, encarcelamiento y persecución.
El Encuentro se realizó el 14, 15 y 16 de octubre después de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) en el que la fórmula de Javier Milei y Victoria Villarruel fue la que más votos obtuvo. Los resultados generaron la sensación térmica de que Argentina había perdido sus resortes democráticos y que el feminismo era culpable de hacer enojar a los varones jóvenes ansiosos de volver a tener un poder interpelado y captado por un candidato que se dibuja como un león enojado.
El Encuentro es un hito democrático que la mayoría de la prensa ignora y los varones desconocen o desprecian. Se dice que nadie vuelve igual de un Encuentro. Es cierto. Pero también el Encuentro permite vislumbrar, como en un caleidoscopio, qué país se viene. Incluso hay algo brujeril en esa predicción colectiva de tantas fuerzas juntas conjuradas en la fiesta y el debate, la marcha y el contraste con una sociedad anestesiada. Este año, frente al lago Nahuel Huapi, al amanecer, se tiraron semillas y se apagaron los celulares, en un ritual mapuche. Mostrar menos y sembrar más. Confiar y pedir. Aprender y despertarse. Más señales que tener señal.
En el 2015, en el Encuentro en Mar del Plata, se desató una represión inusitada, sobre la Catedral, con un grupo de neonazis ensañados contra las manifestantes. Ese año, las elecciones marcaron un giro a la derecha y la vuelta de la represión a la protesta social. En 2023, el Encuentro parecía que iba a ser apenas un souvenir de bolsillo o un relámpago de un movimiento apagado. No pasó lo que podría haber pasado. Pasó mucho más de lo esperado. Las casi 100.000 mujeres y diversidades amontonadas bajo las montañas, todavía vestidas con copos de nieve regalados por el invierno, recibidas por cerezos en flor, en una primavera con viento y sol, se convirtieron en un augurio de ilusión.
Contra todo pronóstico, lejos de la capital y lejos de casi todo, al sur del sur, llegaban las miles de mujeres, de todo el país, que bajaban de los micros, que acampaban en escuelas y se pasaban horas hablando sobre educación sexual o estrategias contra el fascismo. La marcha era escaleras arriba, con el esfuerzo de alpinistas improvisadas, desacostumbradas a desafiar escalones para hacer eco de una voz que también escalaba protagonismo.
El país que parecía al borde de negarse a sí mismo y entronar a un negacionista del terrorismo de Estado, negacionista de la violencia machista, negacionista de la brecha de género, negacionista del femicidio, seguía gritado en TikTok en una caja de herramientas que la derecha globalizada supo usar, expandir y consolidar en Polonia, Hungría, España o en otros países América Latina.
En las elecciones del 22 de octubre, sin embargo, esa derecha perdió y La Libertad Avanza quedó segunda con el 29,98% de los votos. Aunque llegó al balotaje, que se disputa el próximo 19 de noviembre, con final incierto. Los fenómenos son extremos pero nunca se consolidan sin retorno, ni se extinguen sin cenizas.
La diferencia del voto femenino fue de las más importantes de la historia del país. El contrincante de Milei, Sergio Massa, logró 36,7 puntos, con una diferencia de género marcada: el apoyo del 45% del padrón femenino y la consolidación de un fenómeno mundial en donde en España, Polonia, Argentina y Brasil las mujeres son una barrera contra el neofascismo.
Eso ya es mucho en un mundo que parece no medir el riesgo de estrellarse contra el muro de su propia destrucción. Las elecciones no dejan otra que elegir entre las opciones posibles. Sin embargo, el Encuentro va más allá de lo posible y retumba por la tierra, el aire, el oxígeno, el agua. Respirar, nadar, sembrar. No es solo salvarse, sino sanarse. La democracia se supera cuando sí es democracia.