“A medida que Washington depende más y más de las sanciones, muchos Estados rebeldes han comenzado a endurecer sus economías en contra de dichas medidas”, se lee en el artículo de Demarais.
“China ha utilizado esta herramienta con gusto, firmando acuerdos de intercambio de divisas con más de 60 países, incluyendo Argentina, Pakistán, Rusia, Sudáfrica, Corea del Sur, Turquía y los Emiratos Árabes Unidos, con un valor cercano a los 500.000 millones de dólares. La meta de Pekín es clara: permitir a las firmas chinas sortear los canales financieros de Estados Unidos cuando quieran”, explica la autora.
Otra alternativa tomada por estos países fue la creación del Sistema de Pagos Interbancario y Transfronterizo (CIPS, por sus siglas en inglés) como alternativa al SWIFT. Si bien se precisa que aún no opera con la misma capacidad que el SWIFT, se explica que, por ahora, “más de 1.300 bancos en más de 100 países se han unido a la iniciativa”, por lo que países como Rusia y China cuentan con una estructura de respaldo.
“El renminbi digital es a prueba de sanciones. Los Estados Unidos no tienen manera de restringir el uso de una moneda virtual que es usada por el banco central de otro país. La divisa digital también viene con capacidades de vigilancia: los servicios de seguridad chinos pueden rastrear transacciones digitales para detectar patrones sospechosos o la operación de oficiales de inteligencia extranjeros en suelo chino”, afirma Demarais.