Pero a ojos de la ley, Galina es rusa. De niña se mudó a Rusia, donde luego se convirtió en ciudadana.
Como ella, miles de rusos en Ucrania, se encuentra ahora en un limbo legal.
“Cuando muestras tus documentos, la gente piensa que eres algo extraño”, me dice en su cocina, donde dedica su tiempo a coser camisetas para los soldados ucranianos heridos en el combate contra los invasores rusos.
El servicio de migración ucraniano insiste en que todos los extranjeros en el país tienen los mismos derechos y no se discrimina a ninguna nacionalidad.
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Final de Recomendamos
Pero algunos rusos lo niegan y abogados que trabajan asesorando a rusos en Ucrania le dijeron a la BBC que sus clientes enfrentan la posibilidad de que les congelen sus cuentas.
El Banco Nacional de Ucrania restringió los servicios financieros para todos los ciudadanos rusos y bielorrusos tras la invasión del país ordenada en febrero de 2022 por el presidente ruso, Vladímir Putin, aunque afirma que aquellos con un permiso de residencia no se ven afectados por la medida.
No es esa la experiencia de Galina. Dice que debido a su pasaporte, no puede conseguir trabajo y teme que bloqueen su cuenta bancaria.
Embarazada de siete meses, al no tener la nacionalidad ucraniana, no puede acceder a los servicios de salud que el Estado ofrece gratuitamente.
También teme que no podrá registrar el nacimiento de su hijo. Cuenta que, después de casarse por la iglesia con Maksym, el ucraniano con el que comparte su vida, los funcionarios se negaron a reconocer la unión.
“Me dijeron: ‘Vuelve cuando tengas un pasaporte’“, explica Galina. “No pueden entender quién soy”, lamenta.
La ley ucraniana prohíbe la doble ciudadanía, pero en la práctica algunos ucranianos la tienen.
Galina comenzó a solicitar la ciudadanía ucraniana, pero no pudo completar el proceso debido al inicio de la invasión rusa. Ahora que su pasaporte temporal expiró, dice que se siente como “rehén de Rusia”.
“Cambiar de pasaporte ya era difícil antes de la guerra; ahora es imposible”, dice.
Una embajada vacía
En la Avenida Povitroflotski, en el centro de Kiev, se encuentra un edificio blanco de tres pisos. Está rodeado por una alta cerca de alambre de púas y las persianas están totalmente cerradas. La maleza crece en un jardín que ya nadie cuida.
Es la embajada de Rusia, evacuada por “razones de seguridad” desde el 23 de febrero del año pasado. Un día después, Moscú lanzó su invasión a gran escala y lo que quedaba de las relaciones diplomáticas con Kiev se desintegró.
Desde entonces miles de personas como Galina viven en la incertidumbre.
Actualmente, hay más de 150.000 rusos con permisos de residencia permanente en Ucrania. Alrededor de 17.000 tienen permisos temporales.
Para solicitar con éxito un pasaporte ucraniano, primero deben renunciar físicamente a su ciudadanía rusa. Pero las autoridades rusas complicaron ese proceso: para hacerlo exigen a los interesados entregar sus documentos en territorio ruso o en un consulado ruso en el extranjero.
Galina no tiene garantías de que si lo intentara no sería arrestada en el proceso o terminaría varada fuera de Ucrania.
Mientras sus hijos regresan de la escuela, sus ojos revelan una angustia que intenta ocultarles a ellos.
Galina se niega a responsabilizar a Ucrania de su situación o a afirmar que sufre discriminación.
Culpa a Rusia y a sus familiares rusos que han elegido apoyar a su país en su llamada “operación militar especial” de lo que está viviendo.
“¿Cómo puedo apoyar a un ladrón, un violador y un asesino que irrumpe en mi hogar?”, se pregunta.
Después de que Galina termine una videollamada con su esposo Maksym, le pregunto qué pasaría con su familia si él muriera en el frente.
Se tapa la boca. Ha tratado de mantener ese pensamiento en segundo plano.
“Es muy aterrador“, dice. “Incluso si resulta herido, no podría visitarlo en el hospital, porque técnicamente no estamos casados”.
“Para el resto del mundo somos unos extraños”.
Elegí Ucrania
Cuando la rusa Anastasia Leonova se mudó de Moscú a Kiev en 2015, sus amigos le advirtieron que “no le permitirían hablar ruso” y que “solo había nazis allí”.
Se hacían eco de la narrativa de la propaganda rusa, que ya entonces la molestaba porque tenía tíos y primos viviendo en Ucrania.
Anastasia llegó a Ucrania después de perder su trabajo en Rusia y recibir amenazas de muerte por sus críticas a la anexión de Crimea ordenada por Putin en 2014 y no reconocida por la mayoría de la comunidad internacional.
El 24 de febrero del año pasado, cuando veía a las tropas rusas dirigirse hacia Kiev, solo tenía un pensamiento en la cabeza: quedarse y luchar.
“Mi sangre es parte ucraniana“, dice. “Nací como parte de Ucrania”.
“Elegí a Ucrania como mi patria; no podía traicionar esa elección”.
Se ofreció como médico de combate para las fuerzas ucranianas que defendían Kiev de las tropas de su propio país.
Le pregunto si en Ucrania la tratan de un modo diferente por ser rusa.
“Nadie me pedía el pasaporte cuando estaba trabajando”, dice con una sonrisa. Afirma estar segura de que sus colegas en el trabajo saben que es rusa.
Admite que al principio se le hacía muy difícil tratar a rusos heridos en combate debido a lo que estaban haciendo, pero más tarde, dice, se dio cuenta de que esas era “la forma de recuperar a nuestra gente, los ucranianos que fueron capturados por los rusos”.
“Desde que mi primer día aquí he soñado con tener un pasaporte ucraniano“, dice.
“Por eso estoy luchando. No solo por la libertad, sino por mi pasaporte”, proclama.
Solo unos pocos cientos de rusos han obtenido la ciudadanía ucraniana en los 18 meses que comenzó la invasión, en contraste con los 1.700 del año anterior.
A diferencia de Galina, Anastasia siente que está más cerca de alcanzar su sueño. El servicio militar, el matrimonio con un ucraniano y la duración de la residencia se consideran en las solicitudes de ciudadanía. Como subrayan las autoridades, el derecho legal de quedarse en Ucrania requiere más que un cambio de identidad.
Esta guerra ha puesto a miles de rusos en Ucrania como Galina y Anastasia en una difícil posición.
La jefa del Servicio de Migración del Estado de Ucrania, Natalia Naumenko, nos dijo que no se discrimina a ninguna nacionalidad cuando se trata de obtener la ciudadanía.
Se está redactando una nueva ley que simplificaría las solicitudes de ciudadanía y residencia para aquellos que luchan por Ucrania.
Pero Naumenko señala que a causa de la invasión rusa, el proceso ciertamente no será más fácil para los rusos.
“Ya lo hemos simplificado para aquellos que están luchando por Ucrania”, dice.
“¿Por qué Ucrania tiene que simplificarlo para todos los rusos en general?”, pregunta.