El presidente Gustavo Petro durante su discurso en Asamblea de la ONU.© Proporcionado por El Tiempo

En un discurso con un alto contenido ecologista y con muchas críticas al “poder”, el presidente Gustavo Petro hizo ayer su primera intervención ante el pleno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Su intervención fue tan dura que el embajador de Colombia ante la OEA, Luis Ernesto Vargas, dijo que después de esta Petro se había graduado “como el gran líder mundial al cantar las verdades en Naciones Unidas”

El mandatario, en tono vehemente, sentenció ante la Asamblea el “fracaso” de la lucha contra las drogas: “La guerra contra las drogas ha fracasado. Han aumentado los consumos mortales, de drogas suaves han pasado a las más duras; se ha producido un genocidio en mi continente y en mi país, han condenado a las cárceles a millones de personas”, dijo.

Y, por si fuera poco, añadió que esta estrategia es tan errática que es responsable de la destrucción del Amazonas. Un escenario, asegura, crítico para la humanidad por la, además, “hipócrita” lucha contra el cambio climático.

Incluso, dejó gravitando en el escenario una pregunta provocadora: “¿Qué es más venenoso para el ser humano? ¿La cocaína o el carbón y el petróleo?”. Y respondió: “El dictamen del poder ha ordenado que la cocaína es el veneno y debe ser perseguida así ella solo cause mínimas muertes por sobredosis, y más por las mezclas que provoca su clandestinidad dictaminada”.

Para revertir esta situación, el Presidente invitó a la unidad de la región “para derrotar lo irracional que martiriza nuestro cuerpo”. De no hacerlo, Petro auguró que a los 40 años que ha durado la guerra contra las drogas se prolongan otros 40 años, y Estados Unidos verá morir de sobredosis a 2’800.000 jóvenes por fentanilo, que “no se produce en nuestra América Latina”.

Precisamente sobre las drogas, en diálogo con Noticentro CM&, el mandatario dijo anoche que el mundo debe avanzar hacia la regulación. “Hacia la regulación, esa es la palabra exacta”, enfatizó.

Señaló que no tanto hacia la legalización total, pues muchas de esas sustancias son absolutamente destructivas, sino hacia una manera diferente de encarar el problema: no con fusiles, como si fuera una guerra, sino como lo que es, una enfermedad.

“Acabar las mafias, sacarlas del camino, que se hace es bajando su precio, pero regulándolo por el Estado en términos de consumo, en términos de presencia médica en los casos de adicción, en una enorme cantidad de dinero para prevenir, para disminuir la demanda hasta el punto que se vuelva cero”, explicó el jefe de Estado.

El discurso de Petro ante la ONU fue uno distinto y “emotivo”, como le dijeron a EL TIEMPO varios analistas. “Puede que se haya escuchado muy lírico, pero es indudable que mantiene una coherencia con su narrativa desde que ganó las elecciones”, asegura Jairo Libreros, experto en comunicación política de la Universidad Externado de Colombia.

Estos discursos, explica Libreros, tienen dos efectos. Uno externo, que puede perderse por ser tantos los mandatarios hablando, y otro interno. “Aquí, su mensaje sí llegó con claridad y habló de lo que a él le interesa, que es una nueva política contra las drogas y otra energética”, dijo el experto, quien agregó que lo dicho por Petro es coherente y confrontacional. “Su idea de política pública antidrogas es salvadora de vidas y respetuosa con la naturaleza en el plano latinoamericano, pero de choque con la comunidad internacional consumidora de sustancias ilícitas”, dice Libreros.

En su intervención, el Presidente mencionó la destrucción de selvas de la que han sido responsables los narcos (para cultivar una hectárea de coca se deforestan cuatro de selva) y el envenenamiento de los ríos por cuenta del uso de los químicos y gasolina en los laboratorios donde se procesa la coca. Por eso, hizo énfasis en que la culpable de la adicción a las drogas no es la selva, “es la irracionalidad de su poder mundial”.

Sin embargo, con esta tesis, Petro pone las cosas en un escenario en el que se elude la responsabilidad, como lo argumenta la analista Sandra Borda. “El diagnóstico del discurso de Petro en Naciones Unidas puede ser parcialmente acertado, aunque tiendo a distanciarme siempre de la insistencia en definir a un norte global victimizador y un sur global victimizado. La cuestión siempre es más compleja que eso”, dijo ella.

Para Borda, las palabras de Petro son muy funcionales desde el punto interno porque alimenta las bases y las reivindica, la retórica entusiasma, pero no las ve “como punto de inicio de un proceso global en donde se gesten soluciones reales al problema de las drogas y el ambiental”.

Sobre lo dicho por el mandatario en el tema de drogas, la portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos en español, Kristina Rosales, dijo en entrevista con Caracol Radio que los temas de narcotráfico y seguridad son prioritarios en la relación bilateral.

Agregó que el presidente Petro “es libre de hacer los llamados o anotaciones en su discurso; independiente de eso, nuestra relación con Colombia va a continuar tratando estos temas (…), así como el desarrollo en las áreas rurales, inversiones de comercio, el medioambiente, el clima, así como el trabajo que se está haciendo para cumplir con los acuerdos de paz”, dijo Rosales.

En la esfera política nacional, las muy variadas reacciones no se hicieron esperar. Así, por ejemplo, el expresidente conservador Andrés Pastrana dijo que el mandatario se había declarado en la ONU “como el gran capo defensor de la cocaína. Desecha sus efectos sobre la salud pública y desprecia los muertos que, como la Corte Suprema masacrada por su M-19 para Pablo Escobar, dejan las mafias con que hoy pacta el poder”.

Y la senadora del Centro Democrático Paloma Valencia, por su parte, señaló que “el tono poético del discurso del presidente Petro lo usaron para meter muchas mentiras, imprecisiones y exageraciones. Dejó ver su deseo de llevar el odio de clases a las relaciones internacionales. Dejó ver su simpleza para pensar los grandes problemas globales”.

Al margen del tono y de las expresiones usadas, hay quienes valoran que Petro haya llevado a este escenario el problema que ha sumido a Colombia en la violencia. “Celebro que Colombia alce la voz para llamar la atención al mundo sobre modelos que deben replantearse y hoy exigen esfuerzos conjuntos”, dice el senador Humberto de la Calle en referencia a la afirmación de Petro del fracaso de las drogas.

“Escuchen a Gustavo Petro. Le habló al mundo en una intervención profunda, global, bella en el sentido de que lo bello es la vida. Si no hubiese apoyado a Petro, hoy me sumaría con entusiasmo a su liderazgo”, trinó Roy Barreras, presidente del Senado.

El drama de las selvas

Ante la ONU, Petro también convocó a salvar la selva amazónica integralmente con los recursos que puedan destinarse mundialmente. Planteó que si los países no tienen la capacidad para financiar el fondo de la revitalización de las selvas, podrían reducir la deuda externa para liberar espacios presupuestales y, con ellos, realizar la tarea de salvar la humanidad y la vida en el planeta.

“Solo cambien deuda por vida, por naturaleza. Les propongo y los convoco a América Latina para ello, dialogar para acabar la guerra. No nos presionen para alinderarnos en los campos de la guerra. Es la hora de la paz”, dijo.

En ocasiones anteriores, el mandatario ya ha hablado de la creación de un gran fondo para salvar las selvas. Su idea es que tenga unos aportes de los diferentes países por mil millones de dólares anuales durante unos 20 años.

Pese a que el ejemplo usado del drama que agobia hoy a la selva amazónica es impactante, la información reciente muestra que el problema es más complejo.

En efecto, si bien la siembra de cultivos ilícitos es uno de los factores a los que obedece la deforestación en Colombia, este es apenas el tercer factor relacionado en el país a la pérdida de los bosques. De acuerdo con el Ideam, en 2021 la mayor razón por la cual se deforestó fue para acaparar tierras, la segunda para desarrollar ganadería extensiva y en el tercer puesto están los cultivos de uso ilícito.

Entre los nueve grandes núcleos de deforestación vistos en Colombia el año pasado, la siembra de coca aparece en la zona del Catatumbo, Putumayo y Nariño, mientras que en el gran arco de deforestación de la selva amazónica en zonas como las Sabanas del Yarí, Bajo Caguán, el Guaviare, el sur del Meta y Mapiripán, donde se concentró el 51 por ciento de la deforestación del 2021, las razones asociadas fueron el acaparamiento de tierras, el desarrollo de ganadería extensiva y la creación de carreteras.