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Los seis grandes descubrimientos científicos de 2024 que más impacto tendrán en el futuro

Es fácil pensar que 2024 fue un año tumultuoso, pero al menos podemos abrazar una certeza: la humanidad puede afirmar que sabe más que nunca sobre el universo. Aunque se considera que la ciencia, por naturaleza, siempre está inacabada, como especie nunca hemos estado más ilustrados. Tanto es así que la tarea de distinguir los descubrimientos científicos más reveladores y emocionantes de este 2024 resulta un desafío no menor.

A veces, hay un momento eureka evidente, cuyas implicaciones para la humanidad, el mundo en general o el propio cosmos son evidentes de inmediato. Pero a menudo, lo que puede parecer un pequeño paso adelante en nuestra comprensión científica de algo en el presente no es más que otra ficha de dominó hacia algo inimaginablemente épico y que cambiará las reglas del juego.

Ya se trate de ampliar nuestro conocimiento del mundo microscópico o de transformar la forma en que percibimos nuestro vecindario galáctico, todo avance es digno de mención.

A continuación te resumimos los descubrimientos científicos más emocionantes y reveladores de un 2024 que invita a soñar.

Durante mucho tiempo se pensó que los océanos de la Tierra eran únicos. Marte era un desierto radiactivo, Venus un árido infierno volcánico y las innumerables lunas heladas de Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno eran bolas de hielo. Pero en la década de 1980, unas extrañas señales eléctricas procedentes de Europa, la luna de Júpiter, sugirieron que bajo su caparazón de hielo se escondía un antiguo océano de agua líquida, caliente y salada.

Esta revelación precipitó el lanzamiento de la misión Europa Clipper de la NASA, una nave espacial que partió de la Tierra este octubre con la esperanza de estudiar a distancia ese océano y determinar si es susceptible de albergar vida.

En la actualidad, la comunidad científica no para de encontrar pruebas convincentes de la existencia de océanos en el sistema solar exterior.

Es seguro que la luna Encélado de Saturno contiene otro océano acuoso, pero también existen otros candidatos sumamente prometedores y, este año, hemos descubierto varios más. En febrero, los astrónomos anunciaron que habían encontrado pruebas de un océano oculto en la luna Mimas de Saturno. Luego, en octubre, datos convincentes apuntaron a otro océano enterrado en Miranda, una luna uraniana.

La vida tal y como la conocemos adora el agua y, aunque no sabemos si estas lunas acuáticas contienen vida (ya sea microbiana o algo más parecido a los peces), ahora los científicos tienen muchos más lugares de los que jamás podrían haber soñado para buscarla en nuestro propio patio trasero cósmico.

de las especies más importantes del planeta. Puede que tenga un cerebro diminuto, pero realiza muchos de los mismos procesos neurológicos básicos que un ser humano, ya sea cuando la mosca busca comida o cuando “socializa” con otro miembro de su especie. Eso significa que su minúsculo cerebro puede hablarnos de todo tipo de cerebros, incluido el nuestro.

En octubre se cartografió exhaustivamente el cerebro de una mosca de la fruta adulta, con 50 millones de conexiones entre unas 140 000 neuronas individuales colocadas sobre una especie especial de mapa.

La cartografía cerebral de cualquier organismo es tan difícil como prometedora.

¿Cómo es una conexión sana o insana entre neuronas? ¿Cómo está cableada la navegación 3D en el cerebro? ¿De dónde procede el comportamiento? ¿Qué es exactamente un pensamiento o un recuerdo?

El cerebro de una mosca de la fruta es mucho menos complejo que el de un ser humano, pero este mapa proporcionará pistas que pueden ayudar a los neurocientíficos a entender qué es lo que te hace, bueno, ser tú.

En cierto modo, no es de extrañar: los emisores de gases de efecto invernadero más prolíficos del mundo han fracasado rotundamente a la hora de frenar su producción y el planeta ha seguido calentándose a un ritmo vertiginoso, provocando todo tipo de caos climático. Pero este año, por primera vez, se ha llegado a la conclusión de que la temperatura media mundial superará los 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales.

El límite de 1,5 °C, tan citado, es en cierto modo arbitrario; no va a ocurrir nada dramático (aparte de las convulsiones climáticas y meteorológicas extremas que ya estamos presenciando hoy) en el momento en que crucemos este Rubicón. Pero ese límite sigue siendo importante.

En virtud del Acuerdo de París, casi 200 países acordaron impedir que la temperatura de la Tierra aumentara más de 2 °C por encima de los niveles preindustriales, pero lo ideal sería mantenerla por debajo de 1,5 °C. Cuanto más se caliente el planeta, más efectos nocivos tendrá el cambio climático; cada 0,1 °C de aumento de la temperatura media mundial aumenta el riesgo de tormentas más potentes, olas de calor más prolongadas, inundaciones catastróficas, etcétera.

1,5 °C era un objetivo ambicioso. Cruzarlo supone un descubrimiento sombrío, pero importante. Las alarmas suenan con más fuerza que nunca: si este aumento de la temperatura no se invierte, o al menos se detiene, todos nuestros futuros se verán cada vez más perturbados por la ira del cambio climático.

No es raro despertarse un día, intentar atarse los cordones de los zapatos, sufrir un doloroso tirón en la parte baja de la espalda y, de repente, sentirse mucho más viejo que ayer.

Curiosamente, aunque es cierto que envejecemos a diario, la comunidad científica descubrió en agosto que el cuerpo humano parece envejecer rápidamente en dos etapas: una a los 44 años y otra a los 60.

Utilizando 108 voluntarios, que entregaron a los investigadores todo tipo de muestras biológicas, los científicos rastrearon el inventario cambiante de diversas sustancias bioquímicas y microbios a lo largo de las distintas edades. Por razones que los científicos desconocen, tanto los hombres como las mujeres parecen experimentar un cambio importante a mediados de los 40: cambia la forma en que nuestros cuerpos tratan las enfermedades cardiovasculares y cómo descomponemos sustancias como el alcohol, las grasas y la cafeína. Cuando entramos en la sesentena, nuestro organismo experimenta cambios (entre otras cosas) en la regulación inmunitaria y el metabolismo de los hidratos de carbono.

Aunque todavía no está claro cuántos de estos cambios están influidos por el estilo de vida (por ejemplo, la gente tiende a beber mucho más durante los estresantes 40 años), en lugar de ser puramente biológicos, el hecho de que envejezcamos a rachas sigue siendo fascinante y francamente inesperado.

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