El que fuera primer director ejecutivo de la Agencia de Medio Ambiente y uno de los pioneros de la “autosuficiencia conectada” ha fallecido por un cáncer
Domingo Jiménez Beltrán tenía una energía especial. Hablar con él era cargar automáticamente las pilas y recuperar la fe en un futuro mejor, a pesar de las circunstancias. El que fuera primer director ejecutivo de la Agencia de Medio Ambiente Europea tenía una triple dimensión -humana, científica y práctica- que empapaba todo lo que hacía, hasta culminar en esa prodigiosa finca en Aguilas (Murcia) donde construyó su utopía de la “autosuficiencia conectada”, arropado por su querida Elin, rodeado de una gran familia canina y oreado por un vergel de limoneros, naranjos, olivos, higueras y guayabos.
“¿Esto se “pué” hacer?”, era la eterna pregunta murciana a la que respondió con creces y con su incorregible sentido del humor este aragonés universal. No contento con demostrar que “otra energía es posible” con El Sol (como bautizó su frondosa finca), los últimos años de su vida lo dedicó a la Fundación Castillo de Chuecos, empeñado en convertir una extensión de 500 hectáreas en una de las zonas más áridas de España en “el faro de la sostenibilidad del Mediterráneo”.
Todo eran ideas y proyectos en la cabeza de este ingeniero industrial nacido en Zaragoza en 1944 y conocido por sus amigos cmo DJB o “Mingo”. La noticia de su muerte, por lo un cáncer de colon, sorprendió a su miríada de amigos el martes y dejó una profunda sensación de desconsuelo en los círculos ambientales, donde estaba considerado como un auténtico “ecohéroe”.
Entre las numerosas distinciones que recibió figuran el Premio Nacional Extraordinario de Medio Ambiente en 2007, el Premio Individual Nueva Cultura del Agua en 2006, la Distinción Congreso Nacional Medio Ambiente en 2002, el Premio al Desarrollo Sostenible FED-Zaragoza en 2002 y el Twelve Stars for The Environment de EBE-Bruselas en 2002.
