La cocaína está destruyendo vidas y hogares y no solo por la adicción a las drogas. Y lo que es más, la ecologista Liliana M. Dávalos y sus colegas han cuantificado por primera vez la deforestación indirecta relacionada con el cultivo de la coca como la limpieza del terreno para el cultivo de alimentos cerca de las plantaciones de coca.
“En el sur de Colombia encontramos geográficamente que simplemente hay más probabilidades de perder selva cercana [al cultivo de la coca],” afirmó Dávalos de la Universidad Estatal de Nueva York en Stony Brook; “Y cuanta más coca haya alrededor, más cantidad de selva se perderá, la cantidad de coca de los alrededores tiene sus efectos”.
Esto significa que el cultivo de la coca está resultando ser una pesada carga para las especies de plantas y animales en uno de los lugares con la biodiversidad más rica del mundo. Los bosques de Colombia son el hogar de muchos animales incluyendo las águilas harpía, los tapirs, las ranas venenosas doradas y el oso de anteojos que están en peligro de extinción.
Estos hallazgos destacan la necesidad de aumentar la protección jurídica en Colombia, desde los Andes hasta el Amazonas, afirman los autores. Aunque los parques nacionales y otras designaciones protegidas no eliminan completamente la actividad del narcotráfico, Dávalos y sus colegas averiguaron que dichas medidas la reducen sustancialmente.
Las hojas de la planta de coca realmente tienen unas cantidades muy pequeñas del producto químico que se necesita para hacer la cocaína.
El pueblo andino ha masticado hojas de coca durante siglos para inducir un efecto estimulante moderado y también utiliza las plantas para hacer productos como el té y harina para cocinar. Sin embargo, el consumo mundial de cocaína ha creado una demanda de enormes cantidades de esta planta.
Este nuevo estudio, publicado el 11 de enero en la revista Environmental Science & Technology,traza el ritmo de la deforestación colombiana desde 2002 a 2007 utilizando mapas por satélite creados específicamente para controlar los cultivos ilícitos.
Las plantas de coca parecen verde brillante en estas fotografías, destacando sobre la vegetación más oscura. El equipo también utilizó fotografías aéreas de vuelos de seguimiento en sus análisis.
Únicamente una pequeña parte de la deforestación demostrada está provocada por la limpieza del terreno para plantar arbustos de coca. Cuando áreas remotas atraen a cultivadores de coca ilegal, éstas áreas se convierten en centros económicos para muchas de las actividades agrícolas asociadas.
Aunque muchas de estas actividades son perfectamente legales, como la plantación de cultivos alimentarios, Dávalos afirma que están llevando a cabo deforestación no regulada en muchas áreas ecológicamente sensibles.
Dávalos advirtió que los efectos indirectos no se han hecho sentir en todos los lugares de Colombia. Igualmente, el mecanismo que relaciona la coca con la deforestación es un poco más complejo que una simple operación matemática que sugiera que más coca equivale a más gente, lo que equivaldría a más deforestación.
“La conclusión es los lugares en los que se producen las nuevas plantaciones de coca son lugares económicamente subdesarrollados”, afirmó. En otras palabras, el auge de la plantación de la coca en áreas remotas y aisladas está conduciendo a la deforestación en regiones intactas que, de otro modo, quedarían en paz.
Las posibles soluciones al problema son probablemente complejas pero el estudio sugiere que fomentar el estatus de terrenos protegidos es un punto de comienzo sencillo y eficaz.
“No se trata de una situación en la que no encontremos deforestación en parques nacionales. Sin embargo, la protección no ralentiza la deforestación”, afirmó Dávalos. “Cuando miramos a dos lugares con exactamente las mismas características, uno que es un parque y el otro que no lo es, el que no está protegido estará significativamente más deforestado en un periodo de tiempo concreto”.