Una ballena se traga y escupe posteriormente a un hombre que hacía kayak en el Estrecho de Magallanes, en Chile. Esta persona se encontraba practicando el deporte en canoa cuando el cetáceo emergió con la boca abierta y lo engulló al instante. Por suerte, la ballena expulsó al kayakista instantes después de sumergirse, por lo que no hay que lamentar heridos.
Los hechos tuvieron lugar en el Estrecho de Magallanes, al sur de Chile, una zona conocida por su población de ballenas y donde los turistas suelen acudir para avistarlas. Las excursiones para ver a estos cetáceos son una de las actividades recreativas que se practican en esta zona limítrofe entre Chile y Argentina, aunque también se suelen practicar otras ocupaciones recreativas, como es el caso del kayak.
Efectivamente, enorme susto en el chileno Estrecho de Magallanes, en plena Patagonia. Una ballena jorobada se ha tragado a un deportista de 24 años que navegaba en kayak junto a su padre. El cetáceo, por suerte, escupió rápidamente al joven y este pudo ser rescatado por su progenitor, que ha grabado todo el momento con la cámara que llevaba en la embarcación. «Pensé que me había tragado«, decía momentos después el joven, mientras su padre le pedía calma y que se agarrara a su kayak.
En la grabación puede verse como el deportista, Adrián, navegaba por el océano cuando fue engullido por lo que, al principio, parece una gigantesca ola. Segundos después, el joven reaparece en el agua con la ballena detrás. Pese a que el animal sigue avanzando en su dirección, el hombre consigue alejarse de su trayectoria ante los gritos desesperados de su padre.
«Claramente, era demasiado fuerte para ser una ola. Cuando volteo, siento como algo entre azul y blanco que me pasa cerca de la cara. Está como por un lado y como por encima. No entendía qué estaba pasando y entonces me hundo», ha dicho a una televisión local en una entrevista recogida por Reuters.
El joven, en aparente buen estado físico, ha relatado, además, cómo fueron esos segundos de pánico. «Yo pensé que me había comido ya, que había muerto. Fueron tres segundos bien extraños estando allí abajo. Y claro, cada vez que lo pienso ahora en retrospectiva es como recapacitar cuáles fueron los errores que me llevaron hasta allí», ha explicado.
Para el padre Adrián, el tiempo en el que perdió de vista al deportista se le hizo eterno. «Enciendo la cámara y escucho una ola que revienta detrás de mí, pero fuerte. Es el único momento de susto que tuve porque no vi a mi hijo como por tres segundos», ha afirmado al mismo medio. Afortunadamente, tanto padre e hijo pudieron salir a salvo de una situación que, sin embargo, sí quedará en su memoria.