Este texto constituye la versión completa que fue leída en el homenaje público que se le hizo a Francisco, Paco Durand, el primero de abril en la Derrama Magisterial.
En primer lugar, quisiera agradecer a las y los presentes por su asistencia a este homenaje a Francisco, Paco, Durand. Soy un convencido que nuestra presencia hoy ratifica no solo el aprecio y respeto que le tenemos a Paco sino también el reconocimiento a su consecuencia y su empeño por cambiar este país.
Asimismo, agradezco a Tula, esposa y compañera de vida de Paco, y a sus hijas, por su invitación que me permite ser parte de este necesario homenaje, más aún en estos tiempos tan duros y difíciles para miles de peruanas y peruanos con cuyos anhelos y luchas Paco se identificó siempre. Demás está decir que me siento honrado de poder decir algunas palabras el día de hoy.
Para comenzar diría que Paco fue un buen profesional, un buen sociólogo y sobre todo una buena persona. Cuando digo un buen sociólogo quiero decir que Paco tenía como una de sus virtudes sociológicas, el estudiar e investigar una serie de temas que no solo son relevantes académicamente, sino que tienen una fuerte relación con el mundo social y en especial con la política de nuestro país.
Así como Max Weber, Paco extraía sus temas de estudio e investigación de la problemática social y política de su país. Al leer o revisar sus artículos, libros y entrevistas, uno puede comprender que todos los temas que trabajaba tenían un vínculo estrecho con el mundo de la política.
En sus libros Paco volcaba sus preocupaciones, sus fastidios y, porqué no, hasta sus angustias. Las urgencias de quien sabía que había que cambiar este país. En ese sentido su otro referente fue Carlos Marx y en especial la famosa tesis once sobre Feuerbach en la que éste dice que no basta interpretar el mundo, sino que es necesario transformarlo. Paco escribía con la esperanza de que se podía cambiar el Perú.
Paco no era militante de un partido de izquierda, sino un militante de las ideas de izquierda, pero sobre todo un militante de las mejores y más dignas causas que son las que están del lado de los olvidados.
No es extraño por ello que se haya centrado en dos temas: el primero, la captura del Estado por los poderes económicos y el segundo las elites económicas y sociales del país. Tampoco sorprende en ese sentido que haya combinado su trabajo intelectual con su trabajo en el Estado en estos mismos temas. En este último caso destacan su trabajo en la SUNAT y con Javier Diez Canseco en la comisión investigadora del Congreso sobre delitos económicos y financieros durante el gobierno de Fujimori.
Paco fue un gran crítico de las élites de este país, por ello no sorprende que su último libro, que comenzó a escribir en los tramos finales de su vida, y que se publicará póstumamente, lleve por título LOS NUEVOS DUEÑOS DE PERÚ, haciendo referencia al viejo texto Los dueños del Perú de ese otro militante, político e investigador de izquierda, Carlos Malpica.
Siempre he creído que si uno quiere cambiar el país, como intentó Paco toda su vida, se debe partir de una crítica seria, radical y pública de las elites, porque son éstas los que gobiernan y, diría, dominan en este país.
Paco era un político de izquierda que cada cierto tiempo le “arrojaba” un ladrillo en forma de libro al techo de vidrio bajo el que vivían, y viven, estas elites.
Dos ideas finales: la primera, Paco era un intelectual público ligado siempre a grupos que producían y publicaban ideas. En los años ochenta a la Revista Actualidad Económica, luego a DESCO y a la revista Quehacer; y en el último tramo de su vida al grupo que publica Otra Mirada donde participaba activamente, incluso ya enfermo, y donde encontró, además, un espacio fraterno para continuar reflexionando sobre el cambio en el Perú. Lo hizo igualmente desde su faceta de profesor universitario en Estados Unidos y aquí en el Perú en la Universidad Católica donde fue parte de equipos de investigación y al mismo tiempo, formador de futuros investigadores.
Paco fue uno de los pocos intelectuales orgánicos de la izquierda peruana en estos últimos años. Escribía no solo para que militantes de izquierda lo leyeran sino también para que esas ideas que escribía y luego publicaba le dieran sentido a una praxis izquierdista y transformadora.
La segunda idea, es que Paco fue un divulgador de lo que podemos llamar un pensamiento progresista y un activista de la palabra escrita. Entendió la importancia política de tener presencia en los medios de comunicación como una manera de masificar su mensaje rompiendo así con una visión elitista del saber. Paco, además de publicar más de 20 libros y decenas de artículos en libros en coautoría, escribió tempranamente en diarios, como La República y en las revistas antes mencionadas, dio innumerables entrevistas a medios escritos, radiales y televisivos, y hacia uso de las redes sociales. En el número 10 de la revista Quehacer digital podemos leer la última de sus entrevistas sobre lo que él llamo las tres economías: formal, informal y delincuencial en un país fracturado.
Al igual que muchos de su generación aquí presentes -me incluyo- Paco fue pues periodista, intelectual público, y a la vez militante de las izquierdas.
Quisiera terminar con una anécdota que leí hace muchos años no recuerdo dónde, referida al contexto de la invasión soviética a Hungría en el año 1956 y la respuesta que le da el famoso intelectual marxista Georg Lukács a un soldado soviético que se le acerca a pedirle su arma: se lleva la mano al bolsillo interior de su saco y le entrega su lapicero.
Lo cuento porque en este país y en el mundo muchos tienen armas que matan, y muy pocos tienen esa otra arma que libera que es la escritura.
Por eso Paco pertenece a lo que llamo los hombres y mujeres de lapicero, es decir, los que usan su arma no para promover la muerte sino más bien para generar ideas, no para afirmar certezas sino más bien para sembrar dudas. La obra y la vida de Paco Durand fue la de un intelectual público, ligado a las ideas de izquierda, comprometido con su país y con su pueblo, que trabajó toda su vida para mostrarnos el país verdadero, el país que hay que conocer si queremos cambiarlo como siempre quiso hacer nuestro querido amigo y compañero Francisco, Paco, Durand.
Fuente: la Otra Mirada