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Opinión

Tribuno: “alguna vez  teníamos que describirlos bien, Fachosaurios.- la extrema derecha que no evoluciona, regresiona”

En el panorama político contemporáneo, hay un tipo de actor que parece sacado de otra era: autoritario, antidemocrático y con una mentalidad que se resiste a evolucionar. Hoy les presentamos un término para describir a este fenómeno: el fachosaurio. Inspirado en la imagen de los dinosaurios, seres prehistóricos que no lograron adaptarse a los cambios, el fachosaurio representa a aquellos individuos y grupos de extrema derecha que, en pleno siglo XXI, siguen defendiendo ideas arcaicas, prepotentes y contrarias a los valores democráticos.

Fundamento semántico: ¿Por qué “fachosaurio”?

La palabra fachosaurio es una combinación de dos términos:

  1. “Facho”: Un coloquialismo ampliamente utilizado para referirse a personas o grupos de extrema derecha o con tendencias fascistas.
  2. “Saurio”: Hace referencia a los dinosaurios, seres prehistóricos asociados con la obsolescencia y la falta de adaptación.

Juntos, estos términos crean una imagen poderosa: la de un ser político que, como los dinosaurios, está condenado a la extinción por su incapacidad para evolucionar. El fachosaurio es, en esencia, un anacronismo viviente, un defensor de ideas que ya no tienen cabida en una sociedad moderna y pluralista.

Fundamento político: el fachosaurio en la era neoliberal

Los fachosaurios no son solo un fenómeno del pasado; están muy presentes en la política actual. Son aquellos líderes y seguidores que, en lugar de adaptarse a los valores democráticos, insisten en imponer su voluntad por la fuerza. Son antidemocráticos cuando no les conviene la democracia, prepotentes en su trato con los demás y profundamente intolerantes con quienes piensan diferente.

En América Latina, por ejemplo, los fachosaurios han resurgido en forma de líderes populistas de derecha que promueven discursos de odio, justifican la represión y desprecian las instituciones democráticas. En Europa y Estados Unidos, los fachosaurios se esconden detrás de movimientos nacionalistas y xenófobos que buscan revivir un pasado idealizado que nunca existió.

Fundamento ideológico: la mentalidad del fachosaurio

El fachosaurio no es solo un actor político; es también una mentalidad. Esta mentalidad se caracteriza por:

  1. Autoritarismo: Los fachosaurios creen en la imposición por la fuerza y desprecian el diálogo y el consenso.
  2. Antidemocracia: Solo valoran la democracia cuando les beneficia; de lo contrario, prefieren regímenes autoritarios o dictaduras.
  3. Falta de pensamiento crítico: Sus ideas son básicas, elementales y carentes de profundidad intelectual.
  4. Prepotencia: Se creen superiores y tratan de imponer su voluntad sobre los demás.
  5. Intolerancia: Odian la diversidad de opiniones y buscan silenciar a quienes piensan diferente.

Esta mentalidad no es solo peligrosa; es también profundamente contradictoria. Los fachosaurios defienden la libertad económica, pero rechazan la libertad política. Promueven el nacionalismo, pero desprecian a las minorías. Exaltan la fuerza, pero temen al debate.

El fachosaurio en la cultura popular

El término fachosaurio no es solo una herramienta política; también tiene un potencial cultural. En la cultura popular, los fachosaurios son aquellos personajes que, habiendo crecido en sociedades modernas, insisten en defender ideas arcaicas y retrógradas. Son los vecinos que desprecian a los inmigrantes, los familiares que justifican la represión y los amigos que sueñan con un pasado que nunca existió.

Al nombrar a estos personajes como fachosaurios, buscamos visibilizar y criticar una mentalidad que, aunque minoritaria, sigue teniendo un impacto negativo en nuestras sociedades.

El término fachosaurio no es solo una crítica; es también una esperanza. Al nombrar este fenómeno, buscamos acelerar su extinción. Porque, al igual que los dinosaurios, los fachosaurios están condenados a desaparecer. Su mentalidad arcaica y antidemocrática no tiene cabida en un mundo que avanza hacia la inclusión, la diversidad y el respeto por las instituciones.

Pero para que esto ocurra, necesitamos más que palabras. Necesitamos acción. Necesitamos denunciar a los fachosaurios dondequiera que estén, ya sea en la política, en los medios o en nuestra vida cotidiana. Necesitamos recordarles que, en una democracia, la fuerza no es un argumento, la prepotencia no es una virtud y la intolerancia no es una opción.

Porque, al final del día, los fachosaurios no son invencibles. Son solo ruido. Y, como el rugido de un dinosaurio, ese ruido está destinado a desaparecer.


Referencias

  • Adorno, T. (1950). La personalidad autoritaria.
  • Fanon, F. (1961). Los condenados de la tierra.
  • Bourdieu, P. (1979). La distinción: Criterio y bases sociales del gusto.
  • Cipolla, C. (1976). Las leyes fundamentales de la estupidez humana.

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