El hermetismo entre los grupos de apoyo caracteriza al líder de Perú Libre. Se dividen en función de la utilidad que tienen hacia dentro y fuera.
Las personas que han conversado con Pedro Castillo desde el inicio de la segunda vuelta coinciden en un punto: el hermetismo de los círculos de confianza. Una fuente que se ha reunido en varias ocasiones con él señala que esta característica le pudo haber quedado desde su etapa como dirigente sindical del Conare: de un lado, tenía al frente al Ministerio de Educación; y del otro, al Sutep liderado por Patria Roja. La sospecha era permanente.
En un primer nivel de confianza se encuentran los cajamarquinos. Si bien no están voceados para ocupar cargos importantes, en caso de que se concrete el triunfo de Castillo, pertenecen al entorno que lo ayuda operativamente. Allí hay miembros de su familia, y personas de su confianza como el abogado Auner Vásquez, quien fue candidato a la alcaldía de Tacabamba en las elecciones del 2018. También mantiene contacto, según las fuentes de su entorno, con el alcalde provincial de Chota y excongresista nacionalista, Werner Cabrera.
En un segundo nivel se encuentra el grupo de los voceros técnicos, encabezado por la integrante de la plancha presidencial Dina Boluarte, el economista Pedro Francke y el médico Hernando Cevallos. Ellos no solo tienen un rol público, sino también organizativo. En las últimas semanas, ellos han sustituido a los cuadros técnicos que participaron en el debate ante el JNE.
Boluarte ha coordinado también la defensa del partido ante los pedidos de nulidad de actas electorales, junto a los abogados Aníbal Torres, Julio Arbizu y Ronald Gamarra, y otros letrados de la propia organización que llevan las cifras de los avances. Mientras, Francke ha sido un embajador que ha sostenido reuniones con empresarios y gremios; y a la vez le ha explicado algunos conceptos importantes sobre el manejo económico a Castillo.
En otro nivel se encuentra la bancada, que si bien no ha mostrado fisuras públicamente, tiene dos alas. Los más cercanos a Pedro Castillo son los que integran el sector del magisterio (15). Allí, el congresista electo Alex Paredes, nuevo vocero, es uno de los más fuertes por la relevancia que tiene el gremio de profesores en Arequipa.
Del otro lado, está el ala de los congresistas electos del partido (22), cuyo vínculo es más fuerte con Vladimir Cerrón, secretario general de la organización. Varias fuentes consultadas han señalado que en las últimas semanas Castillo no ha mantenido una relación fluida con el partido, pero tampoco tensa. Sus aliados están al tanto de esto, y por ello las críticas lanzadas por la congresista electa Sigrid Bazán hacia Cerrón no fueron ratificadas públicamente por otros miembros del equipo.
En otro círculo se encuentra Roger Nájar, coordinador del Plan Bicentenario. Él ha sido la bisagra que ha recibido las propuestas de los diferentes equipos que se han sumado en el último tramo de la campaña de Castillo. Realizó coordinaciones con los equipos de Juntos por el Perú, Nuevo Perú, Frente Amplio, y otros independientes como David Tejada, padre del excongresista Sergio Tejada y Miguel del Castillo.
Debido a temas de salud, Nájar ha estado apartado en las últimas semanas. Sus funciones las había asumido Iván Merino, pero sin el mismo éxito en la coordinación. Ahora, varios de los colaboradores de este equipo han sentido la orfandad en el trabajo. Aun así, algunas personalidades como Manuel Rodríguez Cuadros han colaborado en grupos específicos.
El otro espacio son los vínculos directos que ha establecido Castillo con algunos líderes políticos. Entre ellos, se encuentran Daniel Salaverry, quien ha apoyado en la confrontación política, o Marco Arana, a quien conoce de Cajamarca. Como sindicalista, no rechaza este tipo de apoyos aunque puedan ser criticados, pues son útiles.