Por: Rodrigo Chillitupa | Fundador del Grupo de Puebla habla sobre la alianza política ya forjada con el candidato de Perú Libre.
A pesar de que aún no se tiene el resultado final de las elecciones, el profesor Pedro Castillo ya es reconocido como nuevo presidente del Perú en el exterior. El último sábado 26, el candidato de Perú Libre sostuvo una reunión vía zoom con el Grupo de Puebla. CARETAS conversó sobre este encuentro con el expresidente colombiano, Ernesto Samper, quien es uno de los fundadores de este nuevo espacio de la izquierda iberoamericana.
— Con la misma preocupación que podría observar a todos los países de la región. Me parece totalmente arbitrario que se busque desconocer los resultados que las autoridades electorales han venido informando. He visto que el sector perdedor de las elecciones realiza denuncias manipuladas que buscan quitar legitimidad a la decisión de las autoridades electorales.
— ¿Cómo toma estas denuncias?
— Siempre ha sido un recurso de la derecha hablar sobre un supuesto fraude y distorsiones de los resultados democráticos cuando pierden las elecciones. En Colombia tenemos al expresidente Pastrana, quien es experto en denunciar estos hechos. No se le debe dar cabida a rumores o noticias falsas que buscan invalidar el resultado del pueblo peruano.
— Es absolutamente cierto. Además, cuando hay una votación tan grande, una pequeña muestra como menos de 100 mil votos, termina siendo muy representativa de todo el universo electoral. Eso no es un triunfo pírrico
— ¿La judilización electoral de Trump se imita en Perú?
— Sí y es muy peligroso. En América Latina tenemos la experiencia que casi una buena parte de las guerras civiles que vimos, después de nuestras independencias, tuvieron que ver precisamente con el desconocimiento de los partidos que pierden las elecciones. Nos llama la atención que los mismos procedimientos que siguió Trump en Estados Unidos se adopten. Esto incrementa la polarización ideológica de la gente que, al final, no termina votando por una alternativa democrática o escogiendo entre dos o tres proyectos políticos, sino termina votando contra alguien.
—El antifujimorismo y anticomunismo.
— Claro, cuánta gente votó por Keiko contra Castillo y viceversa. No es un voto que pueda apreciarse como una manifestación de voluntad colectiva. Esto es, simplemente, un fenómeno de polarizar y meter un fantasma para instalar una narrativa de, por ejemplo, “nos van a invadir los comunistas”. Se acude al miedo como una forma para producir un comportamiento político.
— ¿Le sorprendió el apoyo de Mario Vargas Llosa a Fujimori?
— Sí. Me pareció un apoyo tremendamente inmoral. Uno no puede hacer un juego de principios para pasarse de un lado a otro. Él combatió de una manera implacable al presidente Fujimori, a quien debo reconocer que fue un aliado muy fiel y efectivo de Colombia.
—La sorpresa es que, en Perú, Vargas Llosa ya había jugado en otras canchas de la derecha, no solamente latinoamericana y mundial. Pero, insisto, me sorprendió que haya renunciado a sus juicios morales y convicciones para apoyar a Fujimori.
— ¿Qué opinión tiene de Pedro Castillo?
— Como decía Ortega y Gasset, el hombre es él y sus circunstancias. Desde 2019, Perú ha tenido una crisis política que se ha visto reflejada, incluso, en la interinidad del poder Ejecutivo. Se agravó con la pandemia por el número de muertos y contagios, así como con la situación de desempleo y la pobreza. Entonces, la política se salió a la calle y allí encontró a Pedro Castillo, a quien la gente no se detiene para escucharlo si habla de economía o no. Me parece que representa un grito de protesta de la gente que busca un rumbo diferente. Lo que veo, además, es que tratan de instaurar la narrativa de que está trayendo modelos extranjeros.
—Propone la “economía popular de mercado” de Ecuador y Bolivia.
—A mí me parece válido. Usted puede adoptar modelos fracasados de socialismo, pero también acoger exitosos como el de Bolivia. Después de la pandemia, no podemos volver a lo mismo. Tenemos que instaurar un modelo solidario que, de alguna manera, propone Puebla y que Pedro Castillo recoge en su plan de gobierno. No es solo importante combatir la inflación sino que haya una mejor distribución para asegurar el empleo.
— ¿Observa algún rasgo autoritario en Castillo?
— Los temas autoritarios, cuando se tiene planteamientos de izquierda, no cuajan en los gobiernos.
— Tiene como líder a Vladimir Cerrón, quien se declara marxista, leninista y maoísta.
— Sí, pero también sé que Castillo ha sido un luchador social que tuvo una gran importancia en 2017. Hay muchos sectores progresistas que hicieron causa por el profesor.
— Se vocea a Verónika Mendoza como probable primera ministra. ¿Qué le parece?
— Verónika es una mujer de convicciones fuertes. Sabe luchar por sus causas y creo que sería un buen aporte en el equipo de gobierno de Castillo, quien debe convocar a los mejores cuadros políticos del país. En Colombia, por ejemplo, el presidente Duque nunca ha tenido una buena relación con la oposición.
— ¿Qué ruta trazar con un país dividido?
— El profesor Castillo debe mostrar un claro respeto a la oposición. Creo que Keiko Fujimori tiene la capacidad de sentarse a buscar un acuerdo para sacar adelante al Perú. Ahora, no hay que tenerle miedo a las fórmulas que puedan llevar a una Constituyente como ha ocurrido en Chile.
— ¿Nos ve preparados para ese proceso?
— Eso tiene que decidirlo el pueblo. Ese proceso serviría mucho al Perú para resolver problemas como la corrupción que hicieron un grave daño a su institucionalidad. Es necesario que se recupere gobernabilidad y confianza de los ciudadanos.
— ¿América Latina vuelve a girar a la izquierda?
— Pedro Castillo tendrá una cantidad de socios y amigos. En la región están soplando vientos progresistas. Se ha consolidado con Joe Biden en Estados Unidos, López Obrador en México, Fernández en Argentina y Luis Arce en Bolivia. Este año, espero, se sume Chile, y en 2022 con Lula en Brasil y Petro en Colombia.
— ¿Invitarán a Castillo como miembro del Grupo de Puebla?
— Él estuvo invitado antes de que fuera elegido candidato presidencial.