Escribe: Luis Lama | Lo que aparenta ignorar el alcalde de Miraflores Carlos Canales es que la ley debemos acatarla todos y, en primer lugar, la autoridad.
Se podrá aducir que la ley hay que cumplirla, pero me pregunto si no era posible postergar este cierre para el día siguiente teniendo en cuenta que muchas de las observaciones hechas son de imposible cumplimiento debido a la naturaleza del edificio. Fuente: museos.cultura.pe.
El Lugar de la Memoria tiene una larga historia que se inicia en 2008 con una donación de dos millones de euros del gobierno alemán. Para llevarlo a cabo se formó una Comisión de Alto Nivel (CAN), bajo la presidencia de Mario Vargas Llosa, que se encargaría de coordinar todo lo relativo a la instauración del proyecto. Gracias a su gestión, la Municipalidad de Miraflores cedió el terreno de la bajada San Martín.
Lo sucedieron Szyszlo, quien coordinó el primer guion museográfico, y luego Diego García-Sayán, quien impulsó la construcción, el equipamiento y el guion definitivo.
El LUM tiene la arquitectura pública más emblemática del presente siglo de esta ciudad. Sus autores, Sandra Barclay y Jean Pierre Crousse, tienen una amplia experiencia en museos internacionales y granaron el concurso convocado para estos fines. Han recibido varios premios por un proyecto que merece varias visitas para abarcarlo en su totalidad. El edificio es un atractivo adicional a las exposiciones.
Sin embargo no es un edificio convencional. Digamos que es una arquitectura sensible que comunica o genera sensaciones a lo largo de su recorrido: el corte transversal del terreno, que se puede apreciar en los ventanales del primer piso, los altos peldaños del segundo piso que dificultan el ascenso de acuerdo a lo vivido en la última etapa del terrorismo, las terrazas de muros elevados que no permiten ver ampliamente el paisaje, et al. Es obvio que ellos han tomado puntos de vistas paralelos a otras experiencias similares como el museo Judío de Berlín y es esa experiencia universal trasladada al Perú lo que hace único el recorrido por estos espacios.
El pasado martes 28 de marzo, la Municipalidad de Miraflores, a cargo de Renovación Popular, ordenó la clausura del LUM el mismo día que Amnistía Internacional se proponía hacer allí un encuentro para divulgar su memoria anual. Se adujo que el LUM incumplía una serie de requisitos indicados por Defensa Civil y entre otras cosas debía cambiar tableros para la detección de incendios, colocar rociadores y otras observaciones de carácter mayor.
Se podrá aducir que la ley hay que cumplirla, pero me pregunto si no era posible postergar este cierre para el día siguiente teniendo en cuenta que muchas de las observaciones hechas son de imposible cumplimiento debido a la naturaleza del edificio.

Lo que aparenta ignorar el alcalde de Miraflores Carlos Canales es que la ley debemos acatarla todos y, en primer lugar, la autoridad. Veamos lo que ocurre en el Centro Cultural Ricardo Palma. El teatro tiene una pendiente que no cumple con un requisito mínimo de seguridad. Sus escaleras son un peligro público y una inspección seria ordenaría su clausura inmediata. Si descendemos al sótano, lleno de oficinas burocráticas, veremos que no hay control de incendios ni tableros, ni rociadores, ni nada. Se empeora en los pisos superiores donde hay espacios tugurizados. Soy testigo de ello.
En el Palacio Municipal, un edificio histórico de Luis Miro Quesada Garland, la situación es peor. No existe la menor medida de seguridad y me consta que muchos archivos en el sótano se han perdido por inundaciones ocurridas en el primer piso. En la parte superior, a excepción de la Alcaldía, la situación es peor.
Lo más grave es el PLAM. Un monstruo que el actual alcalde se rehúsa a reacondicionar. El Ministerio de Cultura es en gran medida responsable. Dio permiso para la remodelación y nunca supervisó ni aprobó los resultados de la masacre a nuestra historia arquitectónica. Se supone que al terminar toda construcción o remodelación, todos estamos obligados a rendir cuentas sobre lo que se ha hecho. ¿Dónde se encuentra?
El PLAM comparte sus salas con oficinas de las cuales la gente entra y sale interrumpiendo las muestras. No tiene ninguna medida de seguridad y carece de servicios higiénicos para los visitantes.
El alcalde Canales podrá aducir que estos son problemas heredados de gestiones anteriores, pero está en sus manos prevenir, cerrar y reparar. Defensa Civil está obligada a emitir un informe inmediato sobre el peligro que representa la Municipalidad de Miraflores y su centro cultural.
El intempestivo cierre del LUM demanda, por lo menos, una reflexión en torno a un futuro al que debemos enfrentar.