Es una paradoja, pero las mujeres que acaban de dar a luz sienten una alegría indescriptible que poco después da paso a una sensación de tristeza inexplicable. Es un proceso conocido como Baby Blues o Maternity Blues. Tras el punto álgido del nacimiento del bebé, llegan días difíciles para la mayor parte de los progenitores. Es un cambio vital y, pese a haber realizado una preparación previa a la llegada del nuevo integrante de la familia, nada es exactamente igual a lo planificado.
En este momento de la vida, tanto antes, durante, como después del parto, la mujer pasa por muchos cambios biológicos. Además, debe adaptarse a los nuevos hábitos que conlleva la maternidad como los cuidados del bebé, la lactancia o el desarrollo del vínculo madre-bebé. Todos estos cambios suelen generar sentimientos de inseguridad y preocupación que, junto con los cambios de horario y la falta de sueño, propician el Baby Blues.
El Baby Blues, también conocido como disforia posparto, es un estado emocional de tristeza que afecta al 70% de las madres y suele aparecer entre el tercer y el quinto día después del parto. Sus síntomas son diversos e incluyen llanto frecuente, tristeza, irritabilidad, exceso de preocupación por el estado del bebé, cansancio continuado, dificultad para concentrarse e incluso ansiedad. Es habitual en las madres los primeros días después del parto, pero los síntomas suelen desaparecer en un par de semanas sin necesidad de haber recibido un tratamiento.
No obstante, en aproximadamente una cuarta parte de las mujeres estos síntomas no se van y, en algunos casos, empeoran y se vuelven más intensos. Si esto sucede, hay que acudir al médico para descartar la presencia de una depresión posparto. Esta es una enfermedad que precisa de un tratamiento multidisciplinar y totalmente personalizado a cargo de varios profesionales. Este tratamiento combina la terapia psicológica, centrada en una terapia cognitivo-conductual y en la terapia interpersonal, junto a la administración de fármacos. El tratamiento farmacológico crea rechazo entre las pacientes por el temor a los efectos secundarios que este puede tener sobre el bebé. No obstante, datos recogidos durante los últimos 30 años, indican que son seguros y pueden usarse durante la lactancia: La depresión posparto debe tratarse lo antes posible para intentar evitar que se convierta en un grave problema de salud. La mayor parte de los síntomas son parecidos a los del Maternity Blues, pero más intensos: estado de ánimo depresivo la mayor parte del tiempo, disminución de la capacidad de disfrutar, alteración del apetito, cambios en el patrón del sueño y falta de energía. También ansiedad y disminución de la capacidad de concentrarse. Además, se producen muchos cambios de humor y una tendencia constante al llanto, sentimientos de culpa, irritabilidad, una gran preocupación por el estado del bebé y dificultad para vincularse con el bebé.