Rusia está recurriendo a una serie de prácticas turbias para vender un producto petrolero que es mucho menos conocido que la gasolina o el diésel, pero que también tiene su relevancia, sobre todo en la industria de los plásticos y de las ceras. El miedo de los compradores, que temen infringir las sanciones, está complicando y mucho la venta de este producto, lo que ha llevado a las empresas rusas a redoblar su ingenio para intentar colocarlo en el mercado de forma sigilosa.
Con el petróleo, el diésel o la gasolina no ha habido tantos problemas, aseguran desde la agencia Bloomberg. Las fuertes compras de China, la India y otros países neutrales o aliados han ayudado a que estos combustibles rusos se coloquen en el mercado y surquen los mares de forma libre para terminar incluso en Europa.
Sin embargo, los vendedores de nafta rusa, un producto que se usa principalmente para fabricar plásticos y productos petroquímicos, se enfrentan a más obstáculos para llevar el producto al mercado desde que las sanciones más duras entraron en vigor a principios de febrero. Eso ha llevado a que los productores y vendedores tomen medidas como que el combustible sea etiquetado como gasolina o que las cargas salgan de los puertos sin un destino claro, según personas familiarizadas con el tema de FGE y Kpler, consultadas por Bloomberg.
“No hay una salida clara y dedicada para la nafta rusa ahora que sus principales compradores, Corea del Sur y Europa, no pueden adquirirla directamente”, asegura Armaan Ashraf, jefe global de líquidos de gas natural en la consultora de la industria FGE en Singapur. “Colocar nafta rusa puede ser más difícil que su crudo”.
La falta de compradores que puedan absorber grandes volúmenes de nafta ha exacerbado el problema para Rusia. China e India están comprando algo más de nafta, pero ambos tienen un amplio suministro interno, mientras que Corea del Sur, un consumidor clave antes de la guerra, ha evitado las importaciones directas después de las sanciones.
Se ha observado que la gasolina rusa fluye hacia los tanques de almacenamiento en los Emiratos Árabes Unidos y África Occidental, algo que antes era raro, según FGE. Sin embargo, “esta gasolina debe ser nafta o potencialmente incluso gasolina sin especificación con una gran cantidad de nafta mezclada”, asegura Ashraf de FGE.
Hay un incentivo financiero para esta medida. Las sanciones fijaron un tope de 45 dólares el barril para la nafta rusa, pero los precios del mercado están actualmente por encima de ese nivel, mientras que la gasolina tiene un límite mucho más alto de 100 dólares el barril.
Según Ciaran Tyler, analista sénior de materias primas de la firma de inteligencia de datos Kpler en Londres, cada vez más cargamentos de nafta rusa están ‘etiquetados’ con destinos desconocidos, lo que podría indicar un intento de ocultar su origen y reflejar la dificultad para encontrar compradores.