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Las cinco apuestas de Maduro en Venezuela a 10 años de su primera victoria electoral

Nicolás Maduro cumple 10 años a cargo de la Presidencia de Venezuela, una responsabilidad que asumió a partir de una petición pública de su antecesor, Hugo Chávez, quien solicitó el voto para él, en caso de que no pudiera continuar al frente a la jefatura del país. A los pocos meses, el 5 de marzo de 2013, Chávez falleció y Maduro quedó en el centro del torbellino político y con la responsabilidad de mantener al chavismo en el poder. Por mandato constitucional, asumió la jefatura de Estado de forma interina el 8 de marzo y de inmediato convocó a elecciones presidenciales, en un lapso no mayor a 30 días. De esa manera, el que también fue canciller de Chávez, asumió las riendas del país en calidad de encargado de la Presidencia y se convirtió en el candidato de las fuerzas revolucionarias para los comicios urgentes que definirían al nuevo Jefe de Estado.

La elección presidencial fue organizada por el Consejo Nacional Electoral (CNE) para el 14 de abril de 2013, día en el que Maduro consiguió su primera victoria en la Presidencia con más de 7,5 millones de votos, un 50,66 % del escrutinio total. Esa vez derrotó al derechista Henrique Capriles (49,07%). Desde entonces, Maduro —que en 2018 consiguió la reelección presidencial— ha enfrentado distintos momentos de crispación política, intentos de golpes de Estado, planes de magnicidio, graves dificultades económicas y sociales, además de un férreo bloqueo extranjero y un paquete de sanciones impuesto por EE.UU., la Unión Europea (UE) y países alineados a los intereses de Washington. A pesar de las adversidades, que han incluido también el desconocimiento de varios gobiernos a su mandato, la creación de un gobierno ficticio dirigido por un autojuramentado “presidente interino”, la retención de recursos del Estado venezolano en el extranjero y una lucha constante contra la corrupción a lo interno del aparato estatal, Maduro ha logrado mantenerse frente a la presidencia y salir ileso hasta de un atentado contra su vida orquestado por figuras de la oposición. Las dificultades sociales, políticas, económicas y gubernamentales, han llevado a Maduro a renovar sus estrategias para sacar a Venezuela de la coyuntura que ha sufrido en los últimos años, sobre todo por el deterioro de la calidad de vida de los ciudadanos, que han visto disminuir su poder adquisitivo al mínimo en un contexto en el que la principal fuente de ingresos del país –la industria petrolera– ha sido atacada desde distintos flancos internos y externos. Tras dejar atrás los años más duros de las dificultades financieras y conseguir que el país tome un nuevo respiro, Maduro sostiene que la única solución para el desarrollo es cortar con la dependencia del rentismo petrolero y diversificar la economía con proyectos como las zonas económicas especiales e industriales, y áreas como el turismo, la cultura y alimentos.

Para ello, el mandatario venezolano ha propuesto al menos cinco acciones fundamentales para dar el salto hacia un país próspero, independiente y desarrollado a plenitud, con el que busca romper los lazos de dependencia económica y los efectos negativos de las sanciones.

Las estrategias trazadas por Maduro apuntan a:

  1. Renovar el modelo económico y productivo.
  2. Dar mayor alcance y protagonismo a las bases populares organizadas.
  3. Recuperar a plenitud las relaciones internacionales.
  4. Profundizar la lucha contra la corrupción.
  5. Eliminar las sanciones extranjeras y el bloqueo impuestos al país

Una de las apuestas fundamentales de Maduro para dejar atrás las dificultades económicas de  los últimos años es cortar de raíz con la dependencia de los ingresos de la industria petrolera y diversificar la economía con producción nacional en áreas estratégicas.

Para ello, ha convocado a los distintos sectores productivos privados y empresas estatales para llevar adelante un plan de producción nacional, que le permita al país generar sus propios recursos para el consumo interno y con capacidad de exportar diversidad de rubros para dinamizar la economía.

Con base en esta estrategia, Maduro ha dicho que es fundamental apoyar a todo el sector empresarial y sobre todo los nuevos emprendimientos, porque ayudan a generar empleos, reactivan la capacidad de compra en la ciudadanía y generan recursos que fortalecen el desarrollo.

En ese sentido, cobra importancia la promulgación de nuevas leyes y decretos que buscan atraer la inversión extranjera no petrolera, y medidas financieras como aumentar la cartera de créditos, que continúa siendo muy tímida y puntual, así como la inyección de divisas al mercado nacional para frenar o al menos mantener a raya la inflación que aún persiste. Otra de las apuestas de Maduro para avanzar hacia un modelo político y social más inclusivo y justo, es tomar en cuenta el protagonismo de las bases populares organizadas para llevar a cabo acciones de gobierno que atiendan las necesidades reales de la población.

Ir hacia el Estado comunal, ha dicho Maduro, donde “el pueblo organizado” en compañía del Estado pueda crear soluciones inmediatas a sus comunidades como el mantenimiento de los servicios públicos, hacer contraloría social e incluso ser autosustentables.

Las bases populares son para Maduro una pieza clave para la renovación de las fuerzas políticas revolucionarias, porque a partir de los liderazgos locales y el reconocimiento de sus comunidades, deben surgir los próximos en actores políticos que son puedan mantener la conexión directa entre el pueblo y el Ejecutivo, y así resolver problemas eventuales y ajustar planes para el desarrollo. Tras varios años de ser señalado por un grupo de gobiernos extranjeros como “ilegítimo” y “dictador”, a raíz del desconocimiento que promovieron EE.UU., la UE y sus aliados, Maduro ha logrado a pulso revertir el tablero y conseguir que esas mismas naciones ahora lo busquen para restablecer relaciones y reunirse con él.

Entre los casos más notables está el mandatario francés, Emmanuel Macron, quien años antes se reunió con el exdiputado Juan Guaidó, cuando se autoproclamó como supuesto presidente interino de Venezuela. Lo mismo ha hecho EE.UU. que cada cierto tiempo envía comisiones a Caracas para hablar directamente con Maduro.

El Reino de España es otro de los que han tenido que reconocer su presidencia. De la misma manera, países de la región como los que conformaron el extinto Grupo de Lima para cercar a Venezuela en el ámbito internacional, ahora han cambiado sus posturas con Caracas. Por un lado están gobiernos conversadores, como los de Paraguay, Ecuador y Uruguay, que aunque son de derecha y fueron sumamente ásperos con Caracas, han bajado el tono y mostrado su disposición de mantener las relaciones diplomáticas.

Además, el presidente venezolano ha realizado giras estratégicas en Europa, Asia, África y Oriente Medio con el propósito de conseguir nuevas inversiones para el país y concretar nuevas alianzas comerciales, además de las que ya ha suscrito con aliados Rusia, China, Irán, Turquía e India. Un apuesta vital, ha enfatizado Maduro, es acabar con “la traición de la corrupción” que por años ha dañado y perjudicado tanto al patrimonio del Estado venezolano como a la ciudadanía, afectada por el “robo” de las riquezas. Maduro ha adelantado en las últimas semanas una “dura batalla anticorrupción” para erradicar de las instituciones y empresas del Estado “las mafias de la corruptela y el bandidaje” de funcionarios a los que se les dio confianza para sacar al país adelante, decidieron “darle puñaladas por la espalda” a los venezolanos, según sus propias palabras.

En medio de ese periplo, las autoridades venezolanas han descubierto diversas mafias en empresas estatales como Petróleos de Venezuela (PDVSA), la Superintencia Nacional de Criptoactivos (Sunacrip), la Corporación Venezolana de Guayana (CVG); el sistema de justicia, el parlamento, alcaldías, entre otras instancias que, de momento dejan más de 70 personas detenidas, entre altos funcionarios públicos y empresarios. Para Maduro, la acción anticorrupción es vital para que el país se encamine a una nueva etapa de desarrollo, que estará enmarcada por la justicia, la verdad y una política de “mano dura caiga quien caiga”.

El cese de las sanciones es uno de los puntos más álgidos en las apuestas de Maduro para consolidar los cambios estructurales que aspira para Venezuela. Aunque se trata de un factor externo y no está en sus manos la decisión para poner fin al paquete de medidas unilaterales contra su país, el mandatario tiene a su favor distintas herramientas que pueden dar fin a la hostilidad de Washington.

Una de las trabas para que EE.UU. y la UE pongan fin a las sanciones es lograr negociar con el ala más extremista de la oposición, con miras a un proceso electoral que dé paso a un nuevo mandato presidencial. Sobre esto, Maduro ha dicho que la convocatoria para esos comicios es una decisión soberana y aunque constitucionalmente están pautados para 2024, podrían adelantarse para finales de 2023.

En ese punto, Washington y Bruselas afirman que están dispuestos a eliminar las medidas a Caracas si el proceso electoral venezolano se logra dar con la participación de todos los actores, y en condiciones que sean avaladas por las distintas facciones políticas que hacen vida en ese país. Por su parte, Maduro insiste que para retomar un diálogo con la facción radical opositora, primero deben poner fin a las sanciones y cumplir con el acuerdo parcial firmado en México en noviembre pasado.Sin embargo, más allá del tema electoral, Maduro también tiene a su favor temas que interesan profundamente a EE.UU. y Europa, como la explotación de minerales como el oro, coltán, cobre, diamantes, hierro, entre otros, y, sobre todo, los enormes recursos energéticos de petróleo y gas que tiene Venezuela.

 

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