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Opinión

Giros discursivos de lo liberales peruanos

Llevo unos días revisando algunos giros discursivos por parte de ciertos referentes académicos y mediáticos de lo que podemos llamar “liberalismo” peruano. No son todos los liberales, pero sí los de mayor exposición quienes se han posicionado desde el inicio del gobierno de Boluarte como un sector que la sostiene ya sea con sutileza o ya sea con contundencia explícita. Sin embargo, pasados ya cuatro meses, más de 60 muertos (50 asesinados por las fuerzas del orden), ingobernabilidad expresa -sobre todo por las lluvias en el norte- y alarmas que han sonado más fuera (pero por lo mismo de peso) que dentro del país, sostener a la dictadura se hace más complicado sin ciertas acrobacias discursivas.
A la vez que ciertos sectores que no terminaban de sumarse a las demandas del Perú movilizado y exigir la renuncia de Boluarte con contundencia empiezan a moverse y sumar a ensanchar el frente democrático, desde este otro espacio se apuesta por plantear nuevos argumentos para sostener a Boluarte. ¿Cuál es esa estrategia discursiva?
La estrategia tiene dos patas: por un lado volver a poner en el centro del debate la economía como cuco y como prioridad a “defender” en un contexto de crisis; y, por otro, utilizar este mismo argumento para presentar a Boluarte y su gobierno de coalición de poderes como “mal menor”.
Esta segunda pata resulta particularmente peligrosa en tanto utiliza un sentido común tradicional peruano (siempre elegimos al “mal menor”) pero para plantearlo como un a priori. No se trata ya de elegir a un “mal menor” entre opciones, sino de resignarse a que lo que tenemos ya lo es. De este modo avanzan un paso peligroso con un argumento que podría utilizarse también para eliminar el derecho a ELEGIR ya que el riesgo de que el ejercicio democrático suponga elegir “algo peor” es siempre una posibilidad. La distancia entre este argumento y el ”votar bien” de Vargas Llosa es mínimo.
La democracia, nuevamente, en la diana. ¿Por qué? Porque de fondo subyace un objetivo que nada tiene que ver con preservar la democracia por parte de estos sectores, sino de preservar lo que realmente consideran amenazado: el modelo. La distancia entre estas apuestas políticas concretadas en estrategias discursivas con el sentir mayoritario en el país es notoria. Porque mientras estos referentes de opinión local apuestan por “mantener” lo que hay usando palabras como “normalidad” o frases como “es lo que hay”, hay una mayoría social contundente que lo que dice es “esta democracia ya no es democracia”. Ese es el eje discursivo clave. Y sigue siendo el principal motor de impugnación social y la pesadilla del régimen.
¿Más sobre esta estrategia? Comparto el análisis con fotos y vídeos que sirven para ejemplificarla. No olvidemos que las palabras nunca son accidentales. Siempre es bueno estar atentas a los nuevos ejes del adversario y sus cómplices. Sobre todo porque veremos y oiremos estos argumentos en toda la gran prensa. Ya estamos acostumbrados.

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