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Cultura

Wang Quanfu: Similitudes entre peruanos y chinos

El Perú es cuna de una de las más brillantes civilizaciones que ha visto el mundo: la incaica. A pesar de los siglos, este país aún encierra misterios y enigmas para la humanidad. ¿Quiénes dibujaron las Líneas de Nasca? ¿Quiénes construyeron las ruinas de la ciudad costera de Chan Chan, cuya población alcanzó los 50.000 habitantes? ¿Cómo pudieron los antiguos peruanos desplazar enormes toneladas de piedras para erigir Sacsayhuamán, la fortaleza que protegía al Cusco, capital del Imperio Incaico? Sin embargo, lo más sorprendente para mí fue el gran parecido entre los indígenas peruanos y los chinos.

Genes similares

Gracias a la Asociación de Prensa Extranjera en el Perú tuve la oportunidad de recorrer la Amazonía, donde, a orillas del imponente río Amazonas, viven indígenas de baja estatura, esbeltos y de piel cobriza, muy parecidos a los campesinos chinos. De generación en generación han circulado leyendas estrechamente vinculadas con la cultura china. Por ejemplo, en la frontera entre el Perú y Bolivia se encuentra el Titicaca, el lago navegable más alto del mundo, cuyo nombre es homófono a dos vocablos chinos que significan “hermano menor y hermano mayor”.

En el año 1.500 a.e.c., es decir en el periodo de las dinastías Yin y Shang, se fundó a orillas del lago Titicaca y sobre los 3.600 msnm, el reino de Tiahuanaco, cuyo significado es “estado al sur de la Tierra”, y que es homófono del término chino “Tianhuananguo”.

Entre los años 300 a.e.c. y 600 e.c. surgió la cultura Moche en la costa septentrional del Perú, donde luego se desarrollaría la cultura Chimú. Cuenta la leyenda que un día llegó procedente del mar un mago llamado Tacaynamo, quien habría sido un importante mensajero del emperador chino y fundó el reino Chimú autoproclamándose rey. Hoy, los pobladores de la región Lambayeque –en el norte del Perú– tienen un aspecto muy parecido a los chinos: ojos rasgados, cabello negro y lacio. Los hombres se dejan crecer el bigote o la barba.

Hace un tiempo, especialistas chinos y extranjeros formularon una serie de hipótesis sobre el origen de la población indígena en el continente americano. Entre ellas, la de la “Navegación de los Yin al Oriente” y la de la “Gran fuga” o “Gran emigración” de hace más de 3.000 años –sostenidas por estudiosos chinos–, así como la de las “Tres Olas de Emigración”, elaborada por expertos extranjeros.

Las dinastías Yin y Shang de China se desarrollaron entre los siglos XIV a.e.c. y XI a.e.c., vale decir, hace más de 3.000 años. Durante ese periodo, muchos chinos huyeron del territorio debido a los cambios de dinastía o de régimen. Algunos se dirigían al sur y otros, al exterior.

En 1993, el catedrático y bioquímico estadounidense Douglas Juarez comprobó a través del ADN que los genes de la población aborigen de América eran semejantes a los de los nativos de la Polinesia y Melanesia, de las islas surorientales del Pacífico e, incluso, a los de los chinos, lo que favorece la teoría de la procedencia china.

Juarez y sus colegas consideran que en la prehistoria hubo dos grandes oleadas de emigración de Asia hacia América. La primera tuvo lugar en el periodo glacial, hace 20.000 y 40.000 años, cuando los asiáticos atravesaron el Estrecho de Bering y se desplazaron al sur de América. La segunda oleada tuvo lugar hace 6.000 y 12.000 años, cuando algunos chinos se trasladaron hacia Vietnam y posteriormente se embarcaron rumbo a Filipinas, las Islas Fiji y la Polinesia para, finalmente, arribar a América.

Coincidencias entre ambas culturas

A pesar de que no se han hallado datos convincentes sobre la “Navegación de los Yin al Oriente”, la cultura peruana comparte sorprendentes coincidencias con la china. Los aborígenes peruanos cuentan con 33 idiomas, entre los que destaca el quechua. Al igual que el chino, todos ellos son monosilábicos. La pronunciación y el significado de muchos vocablos son similares; por ejemplo, wawa (niño), huaco (vasijas de cerámica), etc.

En el norte del Perú, los nombres de muchos poblados, ríos y cementerios son semejantes a los nombres y apellidos chinos, como la famosa Huaca Cao, el río Chao y las ciudades de Bagua y Yupán. El historiador y arqueólogo peruano José Antonio Bravo publicó en el semanario Visión, en junio de 1987, un artículo titulado “Los chinos llegaron a América antes que Cristóbal Colón”, donde presentaba once nombres coincidentes entre lugares peruanos y chinos.

La historia también demuestra el gran lazo entre las culturas peruana y china. La cultura Chavín, que data de entre 1.300 a.e.c. y 500 a.e.c., y se extendió por la costa norte y central del Perú, dejó como legado un gran número de esculturas de piedra, en las que figuran dibujos de murciélago, un símbolo de suerte para los chinos, pues su nombre significa “felicidad”.

Otro ejemplo lo podemos hallar en la cultura Chavín, donde la Estela de Raimondi –una lápida rectangular descubierta por el italiano Antonio Raimondi– guarda mucho parecido con la lápida del Rey del Dragón, en un templo chino de nombre parecido a la de Chavín. En la Estela de Raimondi se encuentran esculpidas una cabeza, la cara y garras de un dragón, así como el cuerpo de una serpiente. Cada una de las garras sostiene un bastón, símbolo del poder. Hacia sus lados, la decoración tiene forma de plumas, que están integradas a la cabeza y cola de la serpiente.

Lo más sorprendente es que entre los vestigios históricos de Chavín hay, incluso, una gran piedra grabada con dibujos sobre la teoría universal de la China antigua, semejante al realizado por Zou Yan, del Estado Qi, en el Periodo de los Reinos Combatientes de China (475-221 a.e.c.). Éste se compone de cuatro partes que corresponderían al Yang, con rayas horizontales que indican las cuatro direcciones (Norte, Sur, Este y Oeste); y otras cuatro partes que corresponderían al Yin, con rayas verticales que señalan el Noreste, Sureste, Noroeste y Suroeste. En su parte central estaría representado el lugar donde vivía la humanidad (lo que sería China).

Al igual que los chinos, los pobladores del antiguo Perú sepultaban a sus muertos en fosas. Junto al cadáver colocaban objetos de alfarería, joyas, alhajas, telas e, incluso, enterraban vivos a su esposa y sirvientes. El tamaño de la tumba, así como el número y la calidad de los objetos que la acompañaban, debían corresponder al nivel socioeconómico del difunto.

En 1987, en Lambayeque –costa norte del Perú– fue descubierta la tumba del Señor de Sipán, que data de hace 1.700 años. En ella se encontraron valiosos objetos, como hilos y laminillas de oro, perlas y joyas, que adornaban el vestido del monarca, en similar apariencia con la vestimenta de jade, cosida con hilos de oro, hallada en Mancheng, provincia de Hebei, en el norte de China.

La música de los aborígenes peruanos guarda también muchas similitudes con la china: se compone de una escala pentatónica. La métrica y el encanto de la música andina se parecen a la china, especialmente en ciudades como Cusco y Ayacucho. Es más, tanto las construcciones de la antigua China como las del antiguo Perú se caracterizan por su eje central y simetría. Durante el Imperio Incaico, los peruanos construyeron andenes y elaboraron sistemas de riego que se conservan hasta hoy en la famosa ciudadela de Machu Picchu, el mayor punto turístico del país.  

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