La investigación se centra no solo en las olas de calor en sí, sino también en factores como la socioeconomía, el crecimiento de la población, la estabilidad de las redes de energía y la disponibilidad de servicios de atención médica. Por eso Pekín y Europa Central también son vulnerables, ya que sus grandes poblaciones ponen en riesgo a un número relativamente grande de personas.
Las regiones como Afganistán, Papúa Nueva Guinea y América Central son las que corren mayor riesgo de sufrir los efectos dañinos por el calor, concluye un estudio, publicado en Nature Communications.
El equipo investigatorio sugiere que se haga más para estar preparado al calor que se avecina.
“Los gobiernos deben prepararse para situaciones más allá de los registros actuales, particularmente con las tendencias causadas por el cambio climático antropogénico que aumentan la probabilidad de [casos] extremos”, apelan los científicos.
De acuerdo con el estudio, olas de calor estadísticamente inverosímiles —que son lo suficientemente extremas para no ser predichas por los modelos— han ocurrido en el 31% de las 136 regiones cubiertas por el estudio durante los últimos 60 años. Esto, de acuerdo con ellos, es una buena razón para prepararse más de lo normal.
Las altas temperaturas duraderas no solo pueden matar a las personas directamente, sino también dificultar la vida cotidiana, pueden ser devastadores en términos del desarrollo agrícola, y tener efectos colaterales, como un mayor riesgo de incendios forestales, pronostican los analistas.
Lo que hace que esto sea más complicado es que no estamos seguros de lo que se avecina: es probable que lo que se acerca en el futuro sea peor que lo que hemos visto hasta este momento, alertan los especialistas.
Pero la buena noticia es que “poner en marcha los preparativos” realmente reduciría el número de muertes, aportan esperanza los expertos. Estos preparativos pueden implicar, según la opinión de los autores, el enfriamiento de espacios en entornos urbanos o la reducción de la jornada laboral, como ejemplos.
“Estar preparado salva vidas”, dice el científico atmosférico Dann Mitchell, de la Universidad de Bristol.
Para realizar sus evaluaciones, el equipo de investigadores utiliza los últimos modelos climáticos y datos de la población mundial, así como un método para determinar las posibilidades de que se repitan eventos climáticos extremos conocidos como estadísticas de valores extremos.
“En nuestro estudio mostramos que tales incidentes, que rompen todos los récords, podrían ocurrir en cualquier lugar. Los gobiernos de todo el mundo deben estar preparados”, comentan los autores.