Gobierno de Argentina negocia en Brasil acuerdos comerciales que le permitan lograr un desahogo a su averiada economía: la falta de dólares es el principal inconveniente, dado que es la moneda en la que debe pagar sus abultadas deudas con organismos financieros, y la sequía histórica pulverizó su recaudación por exportaciones del agro. La comitiva encabezada por el presidente Alberto Fernández, que fue recibida este martes por Luiz Inácio Lula da Silva y su equipo en Brasilia, avanzó en las conversaciones para que las transacciones entre ambos países puedan hacerse en moneda local, sin necesidad de depender de la divisa norteamericana.
A pesar de la caída del consumo interno y las dificultades que tiene Argentina con la inflación, la industria muestra altos niveles de actividad y de producción, mucho mayores que los que dejó el Gobierno de Mauricio Macri en 2019. Pero esto comienza a verse condicionado porque la industria requiere insumos que no se fabrican en el país, y estos se pagan en dólares.
Según el canciller de Buenos Aires, Santiago Cafiero, en la reunión bilateral Argentina planteó crear “un mecanismo para pagar en reales” el intercambio comercial, y señaló que se acordó “continuar trabajando este tema de forma conjunta” entre los Ministerios de Economía de ambos países. Si bien el esquema del que habla Cafiero no fue definido aún, hubo “una receptividad plena por parte del Gobierno brasileño”, aseguró el funcionario a Radio 10. La semana próxima deberán continuar las negociaciones con la idea de establecer un modelo que permita a los exportadores brasileños vender sus productos hacia Argentina con garantías de cobro en caso de restricción de divisas en el Banco Central.
“Nosotros presentamos una propuesta de avales y Lula sugirió involucrar al Banco de los BRICS”, detalló el jefe de Gabinete de Ministros, Agustín Rossi, a la agencia Télam. El funcionario hizo referencia al Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) con sede en Shanghái, China, que fue fundado por el grupo BRICS —compuesto por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica— y que pretende ocupar el lugar del Banco Mundial para el mundo emergente. Su presidenta es la exmandataria brasileña Dilma Rousseff, en buena sintonía con el Gobierno de Alberto Fernández.
El mes pasado, el embajador argentino en China, Sabino Vaca Narvaja, se reunió con Rousseff para agilizar el ingreso de su país a la entidad financiera. Además, la titular del NBD planteó para mayo una reunión de autoridades para definir si se elimina un artículo que hoy es una traba para que Brasil pueda recibir garantías financieras y respaldar así sus exportaciones hacia Argentina. Otra alternativa que se plantea el Ministerio de Economía argentino, encabezado por Sergio Massa, es la posibilidad de generar negociaciones con algunas empresas que acepten los pesos argentinos y darles algún tipo de beneficio fiscal. Pero esto no ocurriría mientras no haya un acuerdo político entre las autoridades de ambos gobiernos. Argentina está avanzando en el plan de generar transacciones comerciales que no sean en dólares debido a la presión que le generan los compromisos con el Fondo Monetario Internacional (FMI). La semana pasada, Buenos Aires anunció un acuerdo con China que le permitirá abonar importaciones con el gigante asiático en yuanes.
Ante las escasas reservas de dólares y la baja recaudación por la sequía, el país sudamericano activó el ‘swap’ de monedas para el intercambio bilateral, para así abonar importaciones equivalentes a 1.040 millones de dólares en abril y 790 millones en mayo en la moneda china. En sus declaraciones a la prensa luego de la reunión, el presidente brasileño Lula da Silva dijo que hablará con el Fondo Monetario Internacional para que le “quite el cuchillo del cuello” a su socio comercial.
“El FMI sabe cómo se endeudó Argentina, sabe a quién le prestó el dinero, y por lo tanto no puede seguir presionando a un país que solo quiere crecer, generar empleos y mejorar la vida de su pueblo”, afirmó el mandatario. Del mismo modo, el jefe del Ejecutivo brasileño comentó que ya ha iniciado conversaciones con Dilma Rousseff y con el presidente chino, Xi Jinping, para buscar alternativas con la finalidad de “contribuir y ayudar a Argentina”.
Argentina no tiene liquidez en dólares y debe afrontar los pagos de la deuda que dejó el Gobierno de Mauricio Macri, cuando en 2018 recibió del FMI un préstamo récord en la historia del país y del organismo, por 44.000 millones de dólares. En este momento existe un acuerdo vigente de refinciamiento, pero el Fondo exige metas que el país no puede alcanzar, sobre todo en la reducción del déficit fiscal y la emisión de moneda, en medio de esta escasez de divisas.
El ministro Massa ha decidido quitar el 100 % de los subsidios a la energía para los sectores más altos, redujo el gasto social y habilitó el aumento de tarifas. Sin embargo, no alcanza. Por eso Argentina planteó en Washington la posibilidad de revisar algunos puntos del convenio, teniendo en cuenta el giro inesperado que produjo la mayor sequía de los últimos 100 años, con pérdidas millonarias en granos para exportación. Esto fue reconocido incluso por la máxima autoridad del organismo, Kristalina Georgieva. No obstante, para que el Fondo haga nuevos desembolsos, o debe existir una reestructuración del programa o se debe cumplir con las metas. En un año electoral, y con el oficialismo casi sin chances de continuar en el poder, es posible que el FMI deje correr el asunto hasta la llegada del próximo Gobierno.