Descubrimiento del personaje de élite de la cultura Chancay fue realizado por arqueólogos de la Universidad de San Marcos encabezados por Pieter Van Dalen. EF
Arqueólogos peruanos descubrieron la tumba de un personaje de élite vinculado al mar de la cultura Chancay, que se desarrolló entre los años 1,100 y 1,400 de nuestra era, en un cementerio milenario en el valle de Chancay, provincia de Huaral, al norte de la ciudad de Lima.
Se trata de la mayor tumba descubierta hasta la fecha en el cementerio de Macatón, un extenso recinto funerario que descansa en el margen derecho del valle bajo del río Chancay, en la costera provincia de Huaral, a unas dos horas por carretera de Lima.
La fosa, de unos seis metros de profundidad y siete de largo y ancho, resguarda los restos de un personaje protegido por un gran fardo y acompañado de otros cinco individuos, que posiblemente eran sus familiares, hijos y sirvientes sacrificados, según presumen los arqueólogos.
“Por las características de la tumba, las dimensiones y la inversión laboral en su construcción, se trataría de un personaje de élite de la cultura Chancay”, explicó Pieter Van Dalen Luna, líder del equipo de arqueólogos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos a cargo de la excavación de este yacimiento.
Junto a los restos de estos seis humanos, se encontraron los despojos de cuatro llamas que seguramente también fueron sacrificadas en honor al difunto.
Además, la tumba atesora una gran variedad de cerca de 25 vasijas de cerámica que, en su interior, contenían ofrendas, principalmente de comida, para servir al muerto en su paso hacia la otra vida.
Los interrogantes acerca de este nuevo descubrimiento aún son múltiples, pues los arqueólogos están a la espera de conocer los resultados de los análisis para determinar el sexo, la edad y posibles enfermedades de los seis restos humanos.
Intuyen, sin embargo, que el personaje principal “sería una persona dedicada a la actividad marina, de repente a la pesca o a la recolección de mariscos”, cuenta Van Dalen.
La sospecha se sustenta en la presencia de un remo de madera en el interior de su tumba, un objeto “nuevo” que no se ha encontrado en ninguna de las más de 80 fosas excavadas en el cementerio de Macatón desde 2018.
Durante la época de la cultura Chancay, siempre según el arqueólogo, este recinto funerario estaba dividido en parcelas familiares y era visitado no solo en épocas de entierro, sino “constantemente” por los miembros de la sociedad “como objeto de culto a los ancestros”.
Esta cultura vivió un declive a lo largo del siglo XV que coincidió con la expansión territorial de los incas, que expandieron su imperio, al que denominaban Tahuantinsuyo, en esa centuria.
En la actualidad, el milenario cementerio está invadido por asentamientos humanos que se establecieron en la zona y bajo cuyos pies, según consideran los investigadores, siguen vestigios de la cultura chancay, esperando bajo tierra su momento.
De hecho, la tumba del individuo de la élite yace apenas a unos 50 metros de distancia de un bloque de humildes casas de madera contrachapada y ladrillo desnudo, y los arqueólogos piensan que “casi seguro hay tumbas” debajo de esas viviendas.
“Si bien es cierto, por una parte, (que) la instalación de las viviendas ha ocupado parte de la zona arqueológica, por otra parte también ha permitido que los huaqueros (saqueadores de sitios arqueológicos) ya no lleguen acá”, afirma Van Dalen.
El experto lamenta que, a lo largo del tiempo, el yacimiento de Macatón haya sido “intensivamente huaqueado”, pero insiste en que la presencia de la población ha ayudado a “cuidarlo y protegerlo”.