EE.UU. está cada vez más cerca de desarrollar el avión hipersónico del futuro que podría dar una clara ventaja también armamentística a esta potencia.
En los últimos 20 años, EE. UU. ha intentado en numerosas ocasiones lanzar aviones hipersónicos y se ha dado por vencido las mismas veces. Sin embargo, parece que ahora está más cerca que nunca de conseguirlo.
Stratolaunch, una de las estrellas de la industria aeroespacial en la actualidad, ha logrado un éxito importante al completar el lanzamiento en pleno vuelo de un vehículo de prueba que, si todo continúa bien, logrará un vuelo hipersónico a finales de este año.
Esta compañía anunció que su avión de lanzamiento Roc, el avión más grande del mundo, con un fuselaje doble y una envergadura de casi 120 metros, demostró que puede lanzar de manera limpia y segura el vehículo de prueba Talon-A propulsado por cohetes de la compañía.
En las pruebas y una vez que el aparato hipersónico cae —como puedes ver en el vídeo—el avión puede encender sus motores a mayor altitud, en una atmósfera más delgada. Esta técnica, llamada “lanzamiento aéreo”, ahorra combustible y es menos complicada que intentar que un avión hipersónico despegue del suelo.
“Nuestro hardware y sistemas de recopilación de datos funcionaron según lo previsto, y ahora estamos al borde del precipicio de lograr un vuelo hipersónico”, dijo el presidente y director ejecutivo Zachary Krevor en un comunicado de prensa.
Uno de los desafíos fundamentales para el vuelo hipersónico es desarrollar un motor confiable y reutilizable capaz de impulsar aviones a este tipo de velocidades casi indetectables por los sistemas de defensa.
Las empresas están buscando varias tecnologías de propulsión, pero es crucial para los vuelos hipersónicos el desarrollo de la capacidad de propulsar un avión a través de la atmósfera inferior utilizando tecnología de motor a reacción convencional antes de cambiar a un sistema para velocidades hipersónicas.
El grave problema que muchos ven es que si una plataforma de este tipo entra en servicio, promete dar un vuelco a la carrera armamentística hipersónica que Estados Unidos —ya que esta tecnología podría aplicarse a armas de próxima generación para el ejército americano— ha sido siempre se ha caracterizado por perder ante China y, en menor medida, Rusia.