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Salud

La variante beta: esto es lo que saben los científicos

La variante puede eludir algunas de las defensas del sistema inmunológico, pero sigue siendo vulnerable a las vacunas.

Credit…Matt Dunham/Associated Press

El lunes, el Reino Unido eliminó casi todas sus restricciones contra la pandemia, evento que algunos británicos han bautizado como el “día de la libertad”. Sin embargo, el gobierno británico hizo una notable excepción: las personas que viajen al Reino Unido desde Francia deberán seguir en cuarentena a su llegada, aunque tengan un esquema completo de vacunación.

La norma, anunciada el viernes 16 de julio, se debe a la preocupación por la presencia de la variante beta del coronavirus en Francia y pretende ser una medida de precaución, de acuerdo con las autoridades.

“Aunque las vacunas nos están ayudando a vencer a este virus, tenemos que seguir procediendo con cautela”, señaló el viernes en un comunicado Jenny Harries, directora general de la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido. “Eso significa mantener nuestras defensas contra las nuevas variantes y proteger los avances que tanto nos ha costado conseguir con el despliegue excepcional de la vacunación”.

He aquí las respuestas a algunas preguntas habituales sobre la variante beta.

La variante beta, conocida anteriormente como B.1.351, se detectó por primera vez en Sudáfrica el año pasado. Presenta varias mutaciones en una proteína llamada espícula viral, la cual ayuda a que el virus se adhiera mejor a las células humanas.

También presenta la mutación E484K, conocida a veces como la mutación “eek”, que parece ayudar al virus a evadir parcialmente los anticuerpos. Esta mutación ha aparecido de manera independiente en múltiples variantes, incluida la gamma, que surgió en Brasil, y en algunas muestras de la alfa, que se identificó por primera vez en el Reino Unido.

La Organización Mundial de la Salud y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por su sigla en inglés) han calificado a la variante beta como “preocupante”.

Credit…João Silva/The New York Times

Los científicos y las autoridades de salud comenzaron a preocuparse por la variante beta porque se propagó con rapidez por Sudáfrica y las investigaciones indicaron que algunas vacunas eran menos potentes contra ella.

Por ejemplo, en febrero Sudáfrica dejó de utilizar la vacuna AstraZeneca-Oxford después de que los ensayos clínicos sugirieron que la vacuna no proporcionaba una buena protección contra la enfermedad leve o moderada causada por la beta. (Sin embargo, investigaciones posteriores han sugerido que varias vacunas autorizadas sí proporcionan una protección fuerte contra la enfermedad grave causada por dicha variante). El Reino Unido ha administrado mucho la vacuna de AstraZeneca, lo que puede explicar su cautela con respecto a la variante beta.

Algunos tratamientos con anticuerpos monoclonales también son menos eficaces contra la variante, aunque hay otros tratamientos con anticuerpos autorizados que parecen funcionar bien contra ella.

La capacidad de la variante beta para adherirse con fuerza a las células humanas también puede hacerla más contagiosa; los CDC señalan que, al parecer, es casi un 50 por ciento más contagiosa que la cepa original del virus; sin embargo, no parece serlo tanto como la delta.

Se ha informado de la presencia de la cepa beta en 123 países, pero sigue siendo mucho menos frecuente que la delta.

En un inicio, la variante beta se extendió ampliamente por Sudáfrica, donde llegó a constituir más del 95 por ciento de las muestras de virus secuenciadas en el país.

Ya no es tan dominante. En las últimas cuatro semanas, la beta ha representado solo el 5,6 por ciento de las muestras de virus secuenciadas en Sudáfrica, según la GISAID, un repositorio de genomas virales. (Este descenso puede deberse a la llegada de la variante delta, que es muy contagiosa y que ahora representa el 77,6 por ciento de las secuencias).

En las últimas cuatro semanas, la variante también ha representado el 3,7 por ciento de las muestras de virus secuenciadas en Francia, según la GISAID. Es especialmente común en Reunión, una isla francesa del océano Índico donde la variante beta representa el 31,2 por ciento de las secuencias.

La cepa beta no es común en Estados Unidos, donde representa solo el 0,1 por ciento de los contagios, de acuerdo con las estimaciones de los CDC. Se ha detectado en el Reino Unido, pero ahí representa una parte insignificante de los contagios.

Credit…Benoit Tessier/Reuters

Al parecer, las vacunas son menos potentes contra esta que contra otras versiones del virus, pero los estudios sugieren que dos dosis de varias vacunas utilizadas ampliamente de cualquier manera deberían brindar una protección sólida.

Los estudios realizados en Catar, donde la variante beta supuso en su momento la mitad de todos los contagios, han revelado que dos dosis de la vacuna de Pfizer tienen una eficacia de entre el 72 y el 75 por ciento en la prevención del contagio por beta, un grado de protección inferior al que ofrecen las vacunas contra otras variantes. No obstante, tanto la vacuna de Pfizer como la de Moderna proporcionaron una protección fuerte contra los peores resultados; un ciclo completo de cualquiera de las dos vacunas fue más del 95 por ciento eficaz para prevenir la enfermedad grave y la muerte.

“Aunque la eficacia de Pfizer fue solo del 75 por ciento contra la variante beta, y por lo tanto los contagios de esta variante no son poco frecuentes, las infecciones por beta son leves, y es muy raro que alguien con un esquema de vacunas completo requiera una hospitalización grave o muera después de una infección por la beta”, aseveró en un correo electrónico Laith Abu-Raddad, investigador de enfermedades infecciosas en Weill Cornell Medicine-Qatar, quien dirigió ambos estudios.

Además, añadió que la buena noticia es que no hay “ningún indicio” de que la protección que ofrecen estas vacunas contra la beta haya disminuido en los primeros meses posteriores a la aplicación de la vacuna.

En un ensayo clínico realizado en Sudáfrica cuando la beta era la cepa dominante, la vacuna de Johnson & Johnson tuvo un índice de eficacia del 64 por ciento en general, pero una eficacia del 82 por ciento en la prevención de la enfermedad grave.

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