Lo que sucede después de la muerte del cuerpo sigue siendo un misterio. Sin embargo, gracias a los avances en los instrumentos para medir la actividad de las diferentes funciones del organismo hoy tenemos un conocimiento mayor. Se ha probado, por ejemplo, que después de la muerte del cuerpo aún la conciencia sigue activa. Esto significa que una persona logra darse cuenta de que ha muerto y todavía mantiene actividad en el cerebro. Estudios recientes dicen que esto puede durar entre 10 minutos y varias horas.
Desde siempre la humanidad se ha preguntado qué sucede después de la muerte del cuerpo. En la actualidad se sabe que en realidad la muerte no es un instante como tal, sino un proceso en el que hay toda una serie de cambios al momento de iniciarse y otros adicionales cuando el corazón deja de latir.
“La muerte sólo tiene importancia en la medida que nos hace reflexionar sobre el valor de la vida”.
-André Malraux-
¿Qué pasa después de la muerte?
Desde el punto de vista clínico, una persona muere cuando su corazón deja de latir. En ese punto se detiene la circulación de la sangre y, por lo tanto, el cerebro deja de recibir el flujo sanguíneo. Ante esa carencia es seguro que no sobrevivirá, pero tampoco cesa su actividad de forma automática.
Cuando el corazón se detiene, comienza un proceso en cadena. Se ha establecido que después de la muerte cardiaca pasan unos 10 minutos para que el cerebro comience a morir en estricto sentido. Esto quiere decir que hay una pequeña ventana en la que ya no hay vida en el organismo , pero la conciencia sigue funcionando.
Una vez que se produce el paro cardiaco, la persona queda inconsciente. Lo usual es que esto vaya acompañado por una pérdida de la memoria a corto plazo. Es por eso que cuando una persona ha estado en la inconsciencia por un paro cardiaco, después no recuerda lo sucedido.
Un proceso largo
Si tras el paro cardiaco no hay resucitación clínica, empiezan a presentarse cambios en el cerebro. Las primeras en morir son las neuronas que están en la zona CA1 del hipocampo, ya que son las más sensibles a la falta de oxígeno. Esta carencia también afecta a células del cerebelo, el cuerpo estriado y los núcleos basales.
Por lo anterior, cuando una persona es reanimada unos cuatro o cinco minutos después de la muerte del corazón, lo más seguro es que presente problemas de coordinación motora y confusión. En la cadena de hechos que llevan al cese de la actividad en el cerebro, lo que sigue es la muerte de las células piramidales de la corteza cerebral. Mucho después de esto queda afectado el tronco del encéfalo.
De este modo, se pierden las facultades para las funciones vitales como la respiración y la deglución. En ese punto una persona solo podría vivir con asistencia artificial. Mientras tanto, hay una muerte progresiva de neuronas y lo que llamamos “personalidad” se diluye cada vez más.
La muerte del cerebro
Como se sabe, son muchos los testimonios de personas que han sido reanimadas después de la muerte clínica. Una gran parte de ellas recuerda haber escuchado las conversaciones a su alrededor, e incluso “veía” las cosas que estaban ocurriendo en su entorno. Esto se debe a que el cerebro continuaba activo, aunque el corazón estuviese detenido y no hubiera signos vitales.
El doctor Sam Parnia, de la Universidad de Nueva York, ha estudiado varios de estos casos y los comentó en la revista Live Science. Dentro de las situaciones dignas de mención está la de un enfermo terminal al que se le monitoreó el cerebro después de la muerte clínica. Los registros dicen que presentaba actividad cerebral 10 minutos después de que su corazón se detuvo.
Lo que los aparatos registraban era actividad de ondas delta que son las que se tienen al dormir. Al mismo tiempo, no tenía pulso, sus pupilas estaban dilatadas y no reaccionaban a la luz. Otros dos enfermos terminales fueron monitoreados, de manera simultánea, pero ellos no presentaron estas características. Esto permite suponer que la muerte no es igual para todas las personas.
En la actualidad, muchos médicos han adoptado el protocolo de realizar una exploración física después de la muerte clínica. Esto se hace entre 12 y 72 horas más tarde, dependiendo de la edad de la persona fallecida. Si no hay signos de actividad cerebral, se certifica que la muerte cerebral es irreversible.