Se espera la firma de varios documentos de cooperación durante esta visita.
Varios expertos han señalado que esta visita tiene como objetivo resaltar las similitudes entre la República Islámica y los tres países latinoamericanos, especialmente en su postura política hacia Occidente.
El propósito de este artículo es intentar explicar las similitudes políticas desde una perspectiva histórica que se enfoque en la conexión entre la ideología occidental y el colonialismo. Para comprender la crítica al proyecto colonial desde una perspectiva externa al discurso occidental, es fundamental comprender esta relación ontológica entre Occidente y el colonialismo.
Esta visión de larga duración resalta la existencia de una geografía de la violencia que conecta las diversas luchas, con sus particularidades locales, en una lucha conjunta contra el terror racial, el capitalismo global y la violencia generalizada del discurso occidental.
La geografía de la violencia generada por la combinación inseparable de la ideología occidental y el colonialismo ha sido y continúa siendo justificada por muchos como una supuesta superioridad epistémica de Occidente, en lugar de reconocerla como una cuestión fundamentalmente ligada al poder y la violencia. La narrativa occidental misma explica su origen de manera benevolente, ocultando las múltiples formas de violencia que dieron forma a esta geografía de la violencia.
La geografía de la violencia creada por la gramática occidental alberga diversas epistemologías y visiones políticas. Sin embargo, todas ellas se reconocen a través de lo que el político y escritor martiniqués, Aimé Césaire, denomina “la brújula del sufrimiento”. En otras palabras, las diversas posibilidades políticas, surgidas desde diferentes lugares y con distintas tradiciones políticas, han sido brutalmente afectadas por la influencia occidental.
La resistencia frente al Westernesse, en la que se enmarca la visita de Raisi, no puede consistir en homogeneizar las respuestas políticas, ya que eso equivaldría a perpetuar el Westernesse como discurso político dominante.
Esto nos lleva a un análisis de la diferencia entre multilateralismo y post-Westernesse:
Un multilateralismo que no implique la destrucción del orden político creado por el Westernesse no llevará a una verdadera liberación y reconfiguración de lo que hemos llamado geografía de la violencia. Por otro lado, el post-Westernesse es el horizonte que debe guiar a todos aquellos pueblos que se reconocen como aliados y que utilizan la brújula del sufrimiento para distinguir públicamente entre amigos y enemigos.
Esta visión post-Westernesse se identifica claramente tanto en la Revolución Islámica como en la actual política exterior de la República Islámica. Esta política exterior tiene como objetivo conectar políticamente a los diversos pueblos que habitan la geografía de la violencia con la intención de crear nuevas posibilidades políticas que pasen por dejar de lado la hegemonía del Westernesse. Esto puede explicarse de otra forma: el mostazafin, el otro islámico de occidente, es capaz de construir no solo solidaridades ummáticas sino también extra-ummáticas.
La visita del presidente Raisi se enmarca dentro de esa búsqueda de solidaridades extra-ummáticas, en este caso en América Latina. El presidente iraní ha observado cómo la hegemonía del poder estadounidense está en clara disminución en Asia Occidental. Un ejemplo destacado de este retroceso se encuentra en el acuerdo diplomático firmado entre Arabia Saudita e Irán hace unos meses. El hecho de que uno de los principales aliados de Estados Unidos en la región reconozca que esta alianza no garantiza la estabilidad regional ni la seguridad interna de Arabia Saudita, indica claramente la pérdida de hegemonía occidental en la región.
La República Islámica comprende que el desmantelamiento del Westernesse y la opresión asociada a él solo es posible a través de una visión amplia y pragmática, que reúna diferentes articulaciones políticas en una misma lucha, sin que esto signifique crear una única identidad política que borre, por ejemplo, el horizonte islámico de Irán.
La visita de Ebrahim Raisi a Cuba, Venezuela y Nicaragua también puede interpretarse como otro elemento que contradice la teoría del “fin de la historia” propuesta por el politólogo estadounidense Francis Fukuyama.
En 1992, Francis Fukuyama escribió: “Lo que podríamos estar presenciando no es solo el fin de la Guerra Fría o el fin de un período particular de la historia de posguerra, sino el fin de la historia en sí misma… Es decir, el punto final de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la democracia liberal occidental como la forma final de gobierno humano”.
Si bien es cierto que desde entonces Fukuyama ha matizado sus opiniones, la idea del “fin de la historia” se convirtió en un dogma político para aquellos dentro del Westernesse que consideraban que la gramática occidental era la única posibilidad legítima para abordar lo político.
El concepto del “fin de la historia” implicaba la perpetuación infinita del horizonte del Westernesse. Es por eso que las solidaridades entre los diversos pueblos que han sufrido y siguen sufriendo debido a ese mismo horizonte son tan vitales para demostrar dos cosas. En primer lugar, que el proyecto liberal del “fin de la historia” no era más que un anhelo y no una realidad política. Y en segundo lugar, que nos encontramos ya en el período post-Westernesse.