—La presidenta Boluarte se ha pronunciado respecto a este anuncio de la tercera ‘Toma de Lima’ y empezó diciendo “¿Cuántas muertes más quieren?”. ¿Cómo toma estas declaraciones?
—Creo que son declaraciones no solamente desafortunadas, sino que expresan una frialdad y una total indiferencia frente a un hecho tan grave como lo que se ha suscitado en el país, que es la muerte de más de 70 peruanos. La presidenta se refiere con una facilidad a los muertos, incluso hace evaluaciones de a quién favorecen los muertos. Yo creo que esa es una expresión que más bien lo que hace ver es que esta señora no tiene conciencia de lo que significa una vida, de lo que significa una persona que pierde de esta manera la vida solamente por reclamar derechos. No hay una valoración a una cosa tan fundamental como la vida y el respeto por los seres humanos. Me parecen declaraciones irrespetuosas, inhumanas. Creo que no corresponden a quien asume la presidencia de un país.
—Llama la atención el tono potente que usa la presidenta Boluarte cuando se habla de protestas, como la Toma de Lima, pero baja el tono cuando son críticas y exigencias de Keiko Fujimori.
—Más allá de que esta declaración de Keiko Fujimori sea una declaración, obviamente, con cálculos políticos para ella, lo que realmente evidencia es que ella está entrando en una campaña política y está aprovechando las debilidades de este Gobierno, que ella misma ha apoyado. Pero, más allá de eso, yo creo que también es importante evidenciar quién realmente lleva la batuta en este Gobierno, y creo que es justamente el fujimorismo el que tiene un peso muy fuerte. Entonces, a esta presidenta no le importa lo que le digan miles de peruanos respecto a la mala gestión que está haciendo, a los ministros que son pésimos para atender los problemas urgentes, pero seguramente que sí tomará atención con lo que le dice la señora Fujimori. Levanta la voz y desafía a los peruanos, pero no es capaz de desafiar a sus aliados políticos, que, además, hacen ver que realmente ella simplemente es un títere de los intereses de otros.
—Cuando Keiko Fujimori le pide renovación del gabinete, la presidenta dice que lo va a evaluar, cuando hace pocos días les daba su respaldo a ministros cuestionados como la ministra de Salud.
—Ahora lo va a evaluar porque lo está diciendo Keiko Fujimori. Uno se da cuenta claramente quién lleva la batuta, quién es realmente el que está gobernando detrás de esta señora que está sirviendo de fachada para las coaliciones de poder.
—Con relación a estos cuadros de expresidentes del Congreso, el congresista Nano Guerra dijo que supuestamente usted no lo habría solicitado y que no habría estado de acuerdo con que se cuelgue un cuadro suyo.
—No, eso es absolutamente falso, pese a que realmente creo que uno no aspira, no hace un trabajo para tener un retrato; por supuesto, creo que eso es un tema de cortesía. Siempre se ha estilado que el presidente que llega al Congreso ordena y dispone hacer el retrato de su antecesor. Eso ha sido, digamos, una tradición. No hay un solo presidente que no tenga un retrato. Entonces, en mi caso, tocaba que la señora Alva enviara la orden y nos hiciera la invitación tanto al expresidente Sagasti como a una persona para que se haga no solamente el retrato, sino una pequeña ceremonia, porque esto nunca ha sido como lo que hemos visto ahora. Actos de esta naturaleza nunca se han dado para ningún presidente, sino que era un acto bastante privado de cortesía, digamos, de reconocimiento político, muy pequeño, íntimo.
Eso correspondía, (pero) la señora Alva no lo hizo. Creo que la mejor muestra de que no quería hacerlo y que no tenía la voluntad de hacerlo es que, en lugar de mandar hacer nuestro retrato, solamente mandó a hacer el de Manuel Merino. Y le organizó incluso un acto así grandilocuente también de revelación de su retrato, pero eso lo que demuestra es que no ha habido ninguna voluntad en mandar o en tener ese gesto con nosotros. Entonces, nosotros tampoco es que estemos reclamando, pero creo que eso depende mucho de quien está en la presidencia. Uno no está pensando que tiene que trascender por eso, por un cuadro, pero creo que sí es un gesto que también expresa, en este caso, cierta mezquindad política. Eso demuestra también que la política no está siendo en realidad percibida como un hecho de servicio, sino como un juego de intereses, donde quien no piensa como esas personas, pues, simplemente es excluido. Creo que eso es un problema.
—Marcaría un precedente en el sentido de que el nuevo presidente del Congreso, que no necesariamente esté de acuerdo con su antecesor, pueda bloquear un reconocimiento que es tradición parlamentaria.
—Sí, porque es política. Nosotros, en lo político, no siempre se está de acuerdo y siempre hay diferentes tendencias, pero creo que una muestra de que justamente la política es esa diversidad de posiciones es que se hacen estos gestos, pero en este caso no. En este caso lo que se demuestra es que la política está siendo percibida como rivalidad.
—Otra congresista que se ha referido al tema es la congresista Marta Moyano, y refiere que sí le correspondería al expresidente Sagasti, pero no a usted porque fue primera vicepresidenta encargada de la presidencia.
—Mira, en el caso de Valentín Paniagua fue lo mismo. Valentín Paniagua es elegido presidente del Congreso y luego va como presidente, y en su lugar queda Ferrero. Y tanto a Valentín Paniagua como a Augusto Ferrero les hacen su retrato. Es el reconocimiento a una gestión que se lleva adelante también.
—¿Siempre ha sido tan alto el precio por estos lienzos de expresidentes del Congreso?
—Que yo sepa, no. Cuando estaba en mi gestión, se ha mandado a hacer bustos, algún lienzo de algún personaje, pero no hemos dispuesto más de 4.000 soles, que esos son los costos. Yo no sé con qué características pidieron este lienzo, porque no creo que, de ese tiempo a acá, hayan variado mucho los precios. No me explico un gasto de esta naturaleza, pero, bueno, lo justificarán, ¿no?